Que San Valentín, como festividad, no es que sea algo demasiado histórico lo sabemos todos. El Día de San Valentín o Día de los Enamorados o del Amor y la Amistad – según el país del que hablemos, es una festividad coincidente con el onomástico de San Valentín, cuyas raíces – aunque hoy en día se celebra en todo el mundo – son anglosajonas. Corría el año 1842 cuando Esther A. Howland comenzó a vender las primeras postales de san Valentín en masa; se les llamó “valentines” y tenían forma de corazón de Cupido. No sabemos muy bien el porqué de esta fecha, pero hay teorías que apuntan al hecho de que en los países nórdicos es durante estas fechas cuando los pájaros se aparean y que, por ende, a este periodo del año se le considera un periodo de amor y creación.
Sea como sea, como decimos, no es que sea una fiesta demasiado histórica, sin embargo, desde Historia 2.0 hemos querido rendir un pequeño tributo a esta fecha tan señalada – y celebrada – con una aportación algo más histórica y cultural. Y como San Valentín va de amor y de parejas, ¿qué os parece que hablemos de simbología sexual a lo largo de la Historia y las Culturas?
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¡Pues vamos a ello!
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Dentro de las múltiples y variadas muestras que encontramos en la prehistoria relacionadas con el sexo se refieren a representaciones del aparato reproductor: vaginas y penes, destacando dentro de este último el hallado en Holhe Fels (Alemania) a lo que la prensa denominó como el primer consolador de la historia de la humanidad (Fig. 2).
De las representaciones femeninas destacan las denominadas Venus (Fig.2). La mayoría de éstas siguen un prototipo relacionado con la abundancia y la fertilidad; esto es, caderas anchas, un pubis marcado y pechos grandes, el cuerpo y la cabeza pueden o no estar perfilados. En cuanto a las representaciones masculinas aparecen hombres y zoomorfos itifálicos (mitad animal-mitad hombre).
Dentro de la iconografía sexual destacan los grabados de la cueva de la Marche, de Enlène (Francia) y de Los Casares (Guadalajara), en estas cuevas aparecen escenas de coito. Hay otras escenas que podrían interpretarse de diversos modos, incluso algunas se han interpretado como coitos con personas del mismo sexo, relaciones sexuales que manifiestan promiscuidad, escenas de hierogamia, escenas en diversas posturas, incluyendo el sexo oral (Fig. 3), escenas de masturbación…Estas escenas implican que el sexo en la Prehistoria no sólo tiene como objetivo la reproducción o una manifestación de la fertilidad sino también el gozo sexual.
Aunque actualmente sabemos que la penetración coital con eyaculación produce la fecundación del óvulo, y como consecuencia la gestación y el parto, no sabemos si en el paleolítico hasta qué punto eran conscientes de esto; aunque, como todo animal, sabe que el coito tiene como finalidad la perpetuación de los genes. Por tanto, se desconoce qué rituales existían en torno al concepto de la reproducción o la fertilidad, lo que la mayoría de los investigadores abogan es que todas estas manifestaciones van más allá de la mera representación sexual, es decir, representarían un culto a la fertilidad-argumentan esto basándose en las Venus esteatopigias-.
Bibliografía:
Los antiguos egipcios no sólo pensaban en el más allá, y tampoco se pasaban el día construyendo tumbas. Como seres mortales tenían sus debilidades, y una de ellas era el sexo. No tenían ningún remilgo a la hora de hablar de relaciones sexuales, más bien al contrario.
En primer lugar, en el lenguaje escrito podemos encontrar una de las palabras más utilizadas: nk que significa “copular” (Faulkner 1962, 141:9), y cuyo determinativo es un pene eyaculando (D53).
Además, en la literatura egipcia se describe muy a menudo el acto sexual, como en este encantamiento de los Textos de los Ataúdes: “El copulará en esta tierra de noche (y) de día; (entonces) el orgasmo de la mujer llegará debajo de él cada vez que él copule” (CT 576, VI 191). E incluso tenemos el jeroglífico de la palabra, hallado en Beni Hassan y que data del Reino Medio, y que como podéis ver, es muy gráfico y no deja lugar a la imaginación:
Los dioses no se cortaban respecto a su sexualidad. En primer lugar, tenemos a la diosa Hathor, divinidad de la belleza, el amor, del deseo sexual y la embriaguez (entre otras muchas cosas), a la que luego se asemejó la diosa griega Afrodita. Y en segundo lugar tenemos al dios Min, divinidad de la fertilidad y la vegetación y que suele ser representado con el pene erecto, en relación a esa fertilidad.
Los dioses tampoco tenían reparos en relatar sus actos sexuales, como el de Isis con su “difunto” marido y hermano, Osiris, para concebir a Horus: “Tu hermana Isis vino hacia ti alegrándose por tu deseo (sexual). Tú la colocaste sobre tu falo (y) tu semen entró en ella” (TP 366, 632a-c).
Pero si el dios en cuestión, se encontraba solo, tampoco había problema ya que el mismo se masturbaba, ya fuese con la mano, o incluso con la boca, como le ocurre al dios Atum al principio de los tiempos:
Para la literatura profana tenemos un lenguaje más basto y mucho menos sutil, siendo lo más llamativo las expresiones de matiz sexual para vejar al oponente (al que muchas veces se llama “fornicador”), como la que nos encontramos en el Papiro Lesing que dice “tu boca no fornique”.
Y por supuesto tenemos numerosas representaciones del propio acto sexual, tanto en estatuillas como en papiro o en ostraka. También se llegaron a realizar grafitis en tono jocoso de los gobernantes, como es el caso de las representaciones de la reina Hatshepsut con lo que parece ser que fue “su amante”, Senenmut, en unas posturas un tanto comprometedoras:
Y sin duda, las representaciones picantes más famosas del Antiguo Egipto son las del papiro erótico de Turín, que nada tiene que envidiar al Kamasutra, y que incluso no fue expuesto en el museo por decoro. En este papiro, cuyo fin es objeto de numerosas controversias (últimamente la teoría más aceptada es que se trata de un lupanar), datado en época ramésida, podemos ver todo un catálogo de posturas sexuales, con textos también insinuantes, como la que comenta “ven detrás de mí con tu amor” (ya sabemos a qué “amor” se refiere).
Si queréis saber más de este papiro, visitad esta página.
Y aquí os dejo un artículo online sobre posturas amorosas en el Antiguo Egipto.
Bibliografía:
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En las construcciones populares el hombre expresa su forma de vivir y sus concepciones artísticas, sus conocimientos, ingeniería, etc. Las construcciones populares son, por ende, una expresión de cultura.
Los hórreos nacieron con el fin de secar y guardar las cosechas. Son construcciones de piedra o madera, elevadas del suelo mediante pilares. Las características de construcción varían según las zonas y los países donde existen hórreos: Galicia, Norte de Portugal, Asturias, León y todo el norte hasta los Pirineos, Hungría, Cáucaso, Suiza o los ya famosos hórreos de Australia y Nueva Zelanda (Así son los “pataka”, los hórreos gallegos de Nueva Zelanda).
La imagen común de un hórreo es esta:
Estos hórreos están coronados normalmente por adornos o remates: cruces y remates cónicos, piramidales o pináculos, que son los remates más comunes, situados uno en cada extremo de la techumbre del hórreo; y otros como círculos, campanarios, ánforas, representaciones de animales, cálices…
¿Pero por qué hablamos de esto en una entrada sobre símbolos sexuales? Es probable que tanto la cruz como el cono cumplan una misión más que estética en el hórreo. Dado que los hórreos son anteriores a la instauración del cristianismo, el cono o pináculo, se cree que posiblemente cumpla una función de protección y advocación del granero hacia viejas creencias y así, sin saberlo, se ubica sobre la techumbre un símbolo fálico, reminiscencia del culto a la fecundidad de la tierra entre los primeros pobladores. En relación con este tema, Castelao (1975, pág. 96) afirmó que se trata de un elemento simbólico, de una invocación a una deidad ya desaparecida en el cielo, pero que dejó huella en el subconsciente místico de las gentes de la aldea, que trajeron del paganismo al cristianismo el símbolo de fecundidad.
Como ha pasado siempre con la Iglesia, cuando llegó intentó cristianizar todos los símbolos paganos existentes, así pues, en los hórreos se situó en contraposición al pináculo, la cruz, para conseguir con ella una protección divina de la cosecha.
Bibliografía:
El mundo pagano – al que pertenecen los vikingos (entre el 800 y el 1050 d.C. aprox.) – fue un mundo plagado de simbolismo y, dentro de éste, la sexualidad jugó un importantísimo papel. El sexo, para los paganos, no era una cuestión tabú, no era una cuestión pudorosa, que debiese esconderse o que estuviese, como se dice vulgarmente, mal vista. Esa concepción llegó después, con la arribada y el asentamiento del cristianismo, que sustituyó las creencias paganas por las propias y, entre otras muchas cosas, todo lo que giraba en torno a la sexualidad cambió radicalmente.
De modo que, si echamos la vista atrás, encontraremos muy fácilmente ejemplos de símbolos sexuales paganos; como, por ejemplo, el dios griego Príapo, dios menor de la fertilidad, fertilidad que englobaba la vegetación, los animales y los humanos, siendo un personaje puramente fálico, ya que se le representaba con un pene de tamaño descomunal en erección.
Otro ejemplo sería el fascinus o fascinum, que en la mitología y cultura de la roma pagana no era si no otra cosa que la personificación del falo divino; la sagrada imagen del falo, uno de los símbolos de seguridad del Estado. Bajo este nombre encontrábamos no sólo al dios Fascinus, sino a todo tipo de efigies, representaciones e, incluso, amuletos cuyo cometido era, principalmente, el de la protección.
¿Por qué era importante la sexualidad en el mundo pagano? Pues por razones obvias que vamos a explicar someramente en el caso concreto del pueblo vikingo. Los hombres del norte eran eso, del norte. Noruega, Suecia o Dinamarca (posteriormente Islandia o el resto de sus colonas) eran lugares fríos, donde la vida era dura y le costaba abrirse camino, los inviernos eran lagos y las tierras, por lo general, malas (no en vano una de las teorías tradicionales – hoy muy cuestionable o matizable – sobre la diáspora vikinga recae en la necesidad de buscar mejores tierras en las que vivir y en las que cultivar). No es de extrañar, pues, que en estas circunstancias todo lo relacionado con la sexualidad en su máximo esplendor, es decir, relacionado con la fertilidad, fuese de suma importancia y, como veíamos en el dios Príapo, no sólo la fertilidad humana, sino igual de importante era la fertilidad de la vegetación o de los animales. Por ello, los dioses vikingos dedicados a la fertilidad eran deidades ambiguas, deidades del amor y la fecundidad, a las que se rogaba por un buen matrimonio con hijos, por una buena cosecha de verano o por un ganado abundante, indistintamente.
Y el dios principal que encarnaba de forma indiscutible el simbolismo sexual en el panteón pagano de los vikingos no era otro que el dios Freyr; hijo de Njörðr y hermano gemelo de la famosísima diosa Freyja a la vez que su esposo (aunque como la endogamia entre los dioses Æsir no estaba bien vista terminó optando posteriormente por casarse con la giganta Gerd). Era un dios de la fertilidad y de las cosechas, de la lluvia y del sol naciente, así como señor de la vegetación. Y, como los dioses importantes, Freyr poseía objetos mágicos, como una espada que se movía y luchaba sola; el barco Skíðblaðnir, que podía viajar tanto por mar como por tierra; animales excepcionales como el jabalí de oro Gullinbursti o un caballo que sabía ignorar todos los obstáculos posibles. Y un enorme falo, también poseía un enorme falo.
Una de las más importantes – y escasas – descripciones de este dios y su elemento fálico/sexual se la debemos a Adam de Bremen, un cronista cristiano del siglo XI que dejó por escrito numerosas impresiones del pueblo vikingo (recogidas en su obra Gesta Hammaburgensis ecclesiae pontificum) ya que, recordemos, los hombres del norte eran una sociedad prácticamente ágrafa que, salvo contadas inscripciones rúnicas, no nos dejaron nada por escrito de su puño y letra. Casi todo lo que tenemos sobre ellos se lo debemos a terceros y a la arqueología.
Esta descripción que hace Adam de Bremen del dios Freyr se enmarca dentro de la propia descripción que realiza del Templo de Uppsala, un templo vikingo que se encontraba en Gamla Uppsala – Suecia – donde parece ser que se celebraba cada nueve años lo que se conocía como Dísablót, un gran festival que duraban nueve días y en el que se sacrificaban en honor a los dioses nueve machos de cada especie, incluida la humana, y al que peregrinaban los vikingos desde todos los puntos de su geografía. Adam de Bremen, quién nos relata que los ídolos de los dioses se encuentran dentro del Templo, quedó fascinado con este lugar y con la forma de adoración que tenían los vikingos para con sus dioses, probablemente porque se trataba de un cristiano observando a una sociedad pagana que se codeaba de tú a tú con el resto de sociedades cristianas de la época. Y es que los vikingos, ciertamente, parece que vivían en otro mundo ajeno al resto de la Europa Cristiana (y, probablemente por ello, terminaron convirtiéndose al cristianismo).
Veamos lo que nos dejó escrito Adam de Bremen sobre Freyr y su falo.
«Thor es el más poderoso de los dioses y gobierna sobre el trueno y el relámpago, el viento y la lluvia, la luz del sol y las cosechas. Se sienta en el centro con un cetro (Mjölnir) en su mano, y a su lado están Odín, el dios de la guerra, con su armadura completa y Frey, el dios de la paz y el amor, caracterizado con un gran falo. Todos los dioses paganos tienen sus sacerdotes quienes les ofrecen los sacrificios de la gente. Si hay enfermedades o hambruna, se hacen sacrificios a Thor, si hay guerra a Odín y si hay matrimonios a Frey. Cada noveno año hay un blót de nueve días, una fiesta común para todos en Suecia. Luego sacrifican nueve machos de cada especie, incluso hombres, y sus cuerpos son colgados de las ramas de una arboleda cerca del templo. Nadie está eximido de este blót y todos envían regalos al santuario, incluso los reyes. Aquellos que son cristianos deben pagar una multa para no participar del blót.»
Para finalizar, debemos decir que incluso dentro de las celebraciones propias de los vikingos, los blóts o sacrificios, había espacio para la sexualidad y para los elementos fálicos, tan relacionados no sólo con la sexualidad humana, sino con la propia fertilidad de la naturaleza. Por ejemplo, durante el otoño se llevaba a cabo el völsiblót , otra celebración para la fertilidad – ya que había viarias –, de la que poco sabemos, salvo que en ésta tenía importancia el Völsi, el pene o símbolo fálico de un semental que se obtenía del sacrificio.
Bibliografía.
“En el momento del gran deleite, nace el pensamiento de la iluminación” 1
Antes de comenzar con el tema que nos ocupa, los templos de Khajuraho, creo interesante realizar un par de indicaciones, muy básicas, sobre las creencias de la India involucradas en estos templos.
Los templos de Khajuraho se encuentran en la antigua región del Bundelkhand, en el actual estado de Madhya Pradesh, en el centro geográfico de la India. Se trata de un conjunto de ochenta y cinco templos, de los que veintidós están en buen estado en la actualidad.
Construidos entre los siglos IX y XIII, constituyen uno de los puntos álgidos del arte hindú y han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Con el paso del tiempo, la localidad de Khajuraho fue perdiendo importancia y los templos quedaron cubiertos por la selva, hasta que, en torno a 1840 los británicos redescubrieron los templos y los sacaron del olvido. Los edificios corresponden a los cultos hindú y jaina, y están relacionados también con el auge de varias sectas tántricas en la zona, que influyeron de forma determinante en la iconografía.
Los templos de Khajuraho, salvo uno de ellos, el más temprano, siguen la estructura de los nagara -los templos típicos del norte de la India-, erigidos sobre una estructura elevada y cubiertos por una torre sikhara, de gran altura al exterior, pero reducida al interior, pues está construida por aproximación de hiladas. La estructura interior se compone de cuatro estancias: un mukha mandapa -pórtico-, la mandapa -sala de oración destinada a los fieles-, un antarala -estancia intermedia- y la gharbhagrha -sala del dios-. Están construidos con sillares de arenisca, sin argamasa o grapas en las uniones.
Los edificios están profusamente decorados con altorrelieves de gran calidad artística que reproducen imágenes de temática religiosa, fundamentalmente escenas eróticas y de la vida cotidiana, siendo las primeras las más llamativas -sobre todo a ojos occidentales- y las que han hecho los templos de Khajuraho mundialmente conocidos. Los muros se organizan en registros superpuestos, que recubren todo el espacio de mithunas -parejas en actitud erótica-, mujeres en actitudes sensuales, divinidades y animales y seres fantásticos.
Aunque la representación de escenas sexuales es habitual en el arte hindú, los templos de Khajuraho son especialmente prolíficos, sin estar los expertos completamente de acuerdo en el motivo exacto. Las mithunas componen un extenso repertorio de posturas sexuales, respondiendo a la idea de la unión sexual y el cuerpo como camino para trascender, para comprender la existencia divina. Responden también a esa concepción del universo como aparentemente compuesto por elementos contrarios pero que se unen hasta llegar a ser uno sólo, así como la unión de lo individual y lo universal.
1 Comentario a los poemas de Sahara y Kanha, citado en Eva Fernández del Campo, El arte de la India, p. 258.
Bibliografía.
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«Preso su pico
entre las valvas de la almeja
no levanta vuelo la agachadiza
esta tarde de otoño.»
Yadoya no Meshimori
Muchos conocéis el hentai (変態 “pervertido”, “perversión” o “transformación”) japonés como el género pornográfico para manga y anime. Estas imágenes, sexualmente explícitas, pudieron haber sido creadas bajo la influencia del Shunga (春画 lit.«imágenes de primavera»; entendiendo “primavera” como un eufemismo para el acto sexual), un tipo de producción gráfica vinculada a la xilografía ukiyoe (estampa japonesa o grabados mediante xilografía o técnica de grabado en madera) cuyo objetivo era la representación del sexo.
Dentro del shunga se produjeron distintas tipologías y una de las más populares durante el periodo Edo, también conocido como periodo Tokugawa (徳川時代), (Edo 江戸時代 1603- 1868) fue el Shunpon (春本) o libro erótico ilustrado.
Estos shunpon servían como “libros de almohada”, es decir, pequeñas guías de sexo que se guardaban en cajas laqueadas, bajo la almohada de las parejas casadas.
Pero ¿por qué necesitaban estos libros eróticos?
Aunque el sexo por placer en Japón no llevaba el peso de la vergüenza, la culpa pecaminosa y la suciedad con que fue duramente gravado en la Europa cristiana hasta convertirlo en tabú, hay que tener en cuenta que históricamente, la mayoría de los japoneses participaron de encuentros (omiai, お見合い) con casamenteros en los que los padres de ambas familias concertaban los matrimonios entre hombres y mujeres con una vida socialmente aceptable, pero sin apenas conocerse. El objetivo de muchos matrimonios era emparentar con otras familias que conviniesen mutuamente, no unir a dos personas únicamente enamoradas. Además, las mujeres de entonces, como en otras sociedades, jugaban un papel secundario en el hogar (ni siquiera participaban en las sucesiones, sobre todo, en esta época que tratamos), dando hijos a la familia y debiendo llegar castas al matrimonio para no deshonrar a su familia ni a sí mismas. Incluso a partir de la era Meiji (明治時代, 1868-1912) con la introducción de ideas occidentales en la sociedad nipona, el confucionismo y el pensamiento de la época Edo siguieron estando presentes en su estilo de vida. Es por ello que la idea del amor romántico que conocemos hoy en día empezó, generalmente, a calar relativamente tarde. Podemos imaginar entonces lo difícil que resultaría para una pareja de recién casados iniciarse en las artes amatorias.
Aunque prohibidos (parece ser que debido en parte en reacción a un shunpon que mostraba parejas heterosexuales que trasgredían la jerárquica división social tan importante en el orden Tokugawa) de 1722 a 1740, estos libros eróticos eran productos destinados a un mercado masivo y contaban con altos estándares estéticos. En su elaboración se utilizaba papel de calidad y sofisticadas técnicas de impresión y podían editarse en blanco y negro o en color e incluso podían aparecer en un formato consistente en imágenes y una sola línea de texto. El contenido textual y las imágenes solían aparecer en páginas separadas, primero las imágenes agrupadas y luego el texto principal, pero también podía aparecer texto en el mismo campo de la imagen.
Puede que hoy nos puedan parecer obras subidas de tono (de hecho, si buscáis otras imágenes, sobre todo de xilografías shunga, veréis que hay ilustraciones mucho más explícitas), pero en aquel entonces los artistas de ukiyo-e que se dedicaron a ello, hasta el punto de monopolizar el género, aumentaron su reputación gracias a la elaboración de estas piezas.
En cuanto a la temática, se ha dicho anteriormente que se trataba de “libros de almohada”, pero también mostraban escenas sexuales de todo tipo en las que se involucraba a los personajes populares del momento como samuráis, cortesanas, actores de teatro kabuki o también amantes heterosexuales mayormente pero también homosexuales (entre hombres), deidades, demonios, animales y parodias de antiguos cuentos chinos y japoneses.
En la actualidad, el arte japonés despierta fascinación en occidente y estos libros, al igual que las xilografías, gozan de su público en museos y entre coleccionistas. Grandes artistas como Picasso, Van Gogh o Klimt entre otros fueron grandes coleccionistas de shunga.
«El arte no es nunca casto.» Pablo Picasso (llegó a coleccionar hasta 64 estampas primaverales)
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Bibliografía:
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Texto completo
«Algunos símbolos sexuales a lo largo de la historia y las culturas como tributo a san Valentín». (14 de febrero de 2015) Historia 2.0 [Blog] Recuperado de: http://historiadospuntocero.com/algunos-simbolos-sexuales-a-lo-largo-de-la-historia-y-las-culturas-como-tributo-a-san-valentin/ [Consulta: fecha en la que hayas accedido a esta entrada]
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Muy grande el artículo. Quiero un llavero como el fascinus XD
Hola! Acabo de descubrir esta pagina y me encanta, enhorabuena! Un apunte: No hay evidencia ninguna para afirmar que la imagen en la que supuestamente se representa a Hatshepsut con Senenmut sea Hatshepsut, pues no hay ningun singo que dictamine que la mujer sea un rey (ni tocado nemes ni barba, por ejemplo).