Analizando históricamente El Ministerio del Tiempo: Capítulo 11- Tiempo de hidalgos

Teníamos especial ganas de este capítulo porque salía nuestro querido Cervantes, nuestro amado Lope y sobre todo, por ver como #CervantesMdT se hacía TT mundial. Así que vamos a desgranar, históricamente hablando, este capítulo 11.

 

Miguel de Cervantes, el príncipe de los hidalgos.

Por Irene Godino Cueto

En un humilde hogar de Alcalá de Henares nació, el 29 de septiembre de 1547, Miguel de Cervantes Saavedra; novelista, poeta, dramaturgo y soldado español al que se le considera máxima figura de las letras españolas. Es mundialmente conocido por haber escrito la primera novela moderna, Don Quijote de la Mancha, en la que da vida a uno de los personajes más célebres de la literatura universal.

RTVE

¿Queréis conocer un poquito más a fondo a don Miguel de Cervantes?

Fue el cuarto de seis hermanos, hijos todos ellos de un zurujano -alguien a mitad de camino entre barbero y sangrador con licencia para realizar curas básicas- sordo que, tres años después del nacimiento de Miguel, tuvo que mudarse junto a toda su familia a Valladolid para huir de unas deudas que le estaban ahogando. Sin embargo, allí no les fue mucho mejor porque el zurujano no conseguió de manera alguna reunir la clientela suficiente para hacer frente al préstamo que tenía entre manos. Las consecuencias no se hicieron esperar: una mañana se presentaron en casa los alguaciles y Rodrigo, padre de nuestro protagonista, pasó ocho meses encerrado en prisión.

Una vez en libertad, la familia Cervantes comenzó un peregrinaje que les llevaría de nuevo a Alcalá y de allí, a Córdoba, donde vivía su abuelo paterno, el letrado de la ciudad y el juez de bienes confiscados de la Santa Inquisición. Miguel se crió en Córdoba y acudió a una escuela de pago que la familia pudo permitirse gracias a la ayuda económica del abuelo. Fue aquella una época feliz para Miguel, quien disfrutaba estudiando, leyendo y escuchando a su maestro recitar piezas teatrales.

A la muerte de su abuelo tiempo después volvió la desesperación por mantener una familia tan numerosa. Tuvieron entonces que volver a pedir ayuda a otro de sus familiares y se presentaron en la casa que tenía el hermano del zurujano en Cabra, Córdoba. Su tío mandó a Cervantes a estudiar a Sevilla junto a uno de sus primos.

Sevilla significó buenos tiempos para la etapa adolescente de nuestro personaje. En la Escuela de los jesuitas coincidió con su antiguo maestro, actuó en sus primeras representaciones escolares y conoció a Lope de Rueda quien influyó más tarde en el estilo cervantino. Después el destino los haría ir y venir a todos entre Alcalá, Córdoba y Sevilla, huyendo de nuevo de la precariedad que tanto les persiguió durante años. En sese peregrinaje cruzaría Miguel tantas veces la llanura manchega que aquellas tierras quedaron grabadas en su imaginación para siempre.

Finalmente la familia se instaló en la nueva corte madrileña. Para entonces contaba Miguel de Cervantes con veinte años y ya asistía a los corrales de comedias de la capital, donde buscó la compañía de los poetas y disfrutó del mundo de la escena.

Decidió también continuar con su formación en el Estudio de la Villa, dirigido por el erasmista López de Hoyos, quien le ayudó a publicar sus primeros versos, pero cuando parecía que todo marchaba bien al fin, protagonizó un duelo en plena calle que obligó a Miguel a marcharse a Italia con solo veintidós años, bajo amenaza de destierro y el corte de la mano derecha.

El manco de Lepanto y los baños de Argel.

Fue en Roma donde descubrió su pasión por las armas y, fiel a su estrenada vocación de soldado, se alistó como arcabucero en los tercios españoles que había en Nápoles. Turquía era entonces el azote para el occidente cristiano y la potencia a la que Carlos I había tenido que plantar cara. Cervantes marchó hacia Lepanto a las órdenes de don Juan de Austria y a bordo de la galera Marquesa de la Gran Armada, junto a su hermano, con quien había coincidido. La batalla tuvo lugar y las tropas cristianas cantaron victoria en 1571. Sin embargo, Miguel de Cervantes volvió a Italia con unas heridas en el pecho y en el brazo izquierdo que le obligaron a pasar seis meses hospitalizado. Tras la convalecencia, el pechó curó pero no así su mano, que quedó inutilizada de por vida. De ahí proviene, como muchos sabes, el sobrenombre de «el glorioso mando de Lepanto» -no porque no tuviera mano ni la hubiese perdido en alguna parte-.

Tras un nuevo intento de alistarse en los tercios, Cervantes, un poco desengañado con la experiencia, quiso regresar a España seis años después de su huida. Lo hizo junto a su hermano y viajaron por mar pero no pudieron llegar a su destino porque la galera en la que viajaban ambos fue atacada por piratas. Los Cervantes fueron así llevados a los baños -cárceles- de Argel para ser utilizados como esclavos y poder cobrar rescate por ellos.

Miguel de Cervantes sabía que su familia no tenía suficientes recursos económicos para pagar por las vidas de ambos -su hermano y suya-; de hecho, en 1577 llegó una cantidad de dinero para pagar tan solo por uno de ellos. Miguel prefirió que regresase a casa su hermano y le cedió su oportunidad. La única salida que quedaba al cautiverio era fugarse aún a riesgo de los castigos que infligían a quienes lo intentaban. Aún así, ni corto ni perezoso y ni mucho menos cobarde, llegó a intentarlo hasta en cuatro ocasiones, aunque en todas fracasaron sus planes.

La primera vez, el grupo de prisioneros entre los que se encontraba acabó perdiéndose tras conseguir escapar de los baños, pero decidieron darse la vuelta y volver con los piratas ante la dificultad del camino que tenían por delante. Para la segunda contaban con ayuda pero cuando llegó el momento de la verdad, fueron traicionados por uno de ellos. El último intento para escapar de Argel hizo que castigaran a Miguel azotándolo por todo el cuerpo. ¿Por qué? Porque para evitar represalias contra sus compañeros de cautiverio, se hizo responsable de todos los planes ante los turcos y prefirió proclamarse culpable para que a sus compañeros no les sucediese nada. Miguel de Cervantes no perdió la esperanza. Su paciencia, su valor y su fantasía eran infinitas.

Y así pasó cinco años en Argel hasta que en 1580 los padres trinitarios -una orden religiosa- llegaron al lugar y trataron de salvarle, intentando recaudar el dinero necesario del rescate entre los mercaderes cristianos del lugar. Gracias a ellos, Cervantes fue finalmente liberado ese mismo año y pudo regresar a España.

Vuelta a la patria. Cárcel. Don Quijote de La Mancha.

A su regreso en 1581 trató de buscar un empleo con el que poder pagar las deudas contraídas -de nuevo- por su familia y poder dedicarse a escribir. Estuvo para ello en Lisboa, Orán y solicitó un puesto de trabajo en las Indias, aunque sin éxito. Por estas fechas retomó la pluma, la lectura y su afición por los corrales de comedias; escribió comedias y llegó a obtener algún dinero por su actividad literaria, comenzando de nuevo a relacionarse con sus queridos autores de la farándula.

Para 1584 Cervantes era ya alguien conocido y admirado en el ambiente teatral. Es también el año en que conoció a su primer amor, Ana de Villafranca o Ana Franca de Rojas, con quien tuvo a su única hija reconocida, Isabel de Saavedra. Y es también el mismo año en que contrajo matrimonio, pero con otra mujer distinta, Catalina de Salazar. Ella tenía solo diecinueve años cuando se casó y el matrimonio resultó un auténtico fracaso porque el siempre inquieto Cervantes marchó a Andalucía dos años después sin haber tenido el matrimonio hijos. Aunque Cervantes iba y venía, su vida conyugal fue bastante intermitente.

En mayo de 1587 recibió en Sevilla el nombramiento de comisario de provisiones de la Armada Invencible en nombre del rey. Poco le duró el empleo gracias al desastre de la Armada en la jornada de Inglaterra.

Cervantes trabajó también en 1594 para la Hacienda Real como recaudador de impuestos atrasados en ciudades y villas <<donde se le deba algo al rey>>. Un trabajo poco gratificante en el que tuvo que ir casa por casa recaudando impuestos para las arcas de monarca. De hecho fue esta labor la que le llevaría, por suerte para todos nosotros y no precisamente para él, a la cárcel real de Sevilla. 2.500.000 maravedíes fueron los que comprometieron su honor a pesar de la escrupulosidad con la que realizó las anotaciones de su gestión y los certificados que avalaron la corrección de lo cobrado y entregado. Lo acusaron de irregularidades en las cuentas que llevaba.

Un momento, ¿cómo que lo metieron en la cárcel por suerte para todos nosotros? Es cruel, lo sabemos, pero la primera parte de la obra cumbre de Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, se gestó en la cárcel real de Sevilla donde fue encerrado. ¿Os imagináis qué hubiera ocurrido si no hubiese estado tan ocioso entre barrotes o si hubiese seguido ocupado con su empleo recaudando impuestos por las casas? ¡Nos encantaría leer vuestras teorías en comentarios!

Esa primera parte tuvo tanto éxito que tuvieron que editarlo una segunda vez el mismo año en que apareció, 1605. Con ella se originó la novela moderna y se parodia un género anterior que también gozó de considerable éxito, las novelas de caballerías.

Continuamos. Tras justificar su actuación como recaudador, le concedieron la libertad y vagó por Sevilla buscando, como hizo durante toda su vida, alguna forma de ganarse el pan. Sin embargo, se declararon en la capital hispalense dos epidemias, de peste y terciarias, que le obligaron a poner rumbo a Madrid junto a su esposa donde conectó de nuevo con el mundo de las letras y aprovechó para alternan con las figuras literarias de su época. Trascurrirán unos años en los que Cervantes viajará entre Madrid, Sevilla y Esquivias -Toledo-, y a sus cincuenta y siete años, seguirá intentando obtener algún cargo en la corte, aunque sin éxito.

Pasó los años disfrutando de una felicidad efímera con su familia. Siguió viajando y escribiendo y en 1615 salió a la luz la segunda parte de Don Quijote, El ingenioso caballero don Quijote de La Mancha, que tuvo que ser publicado a todo correr en 1615 puesto que un año antes había aparecido una obra apócrifa escrita por un tal Alonso Fernández de Avellaneda que nadie conocía. Pudo ser obra de un discípulo y amigo de Lope de Vega o por el grupo de amigos del Fénix con quien mantuvo siempre una patente rivalidad.

El Quijote es el libro más editado y traducido de la historia después de la Biblia. No solo se vendió en Europa sino que, a través de los registros de mercancías de los navíos que zarpaban de Sevilla, se sabe que su obra viajó hasta América. Pronto surgieron en Valencia, Lisboa y Aragón ediciones no autorizadas.

Con sesenta y ocho años ya, su salud comenzó a deteriorarse por problemas de corazón y arterioesclerosis. Cervantes se apagó poco a poco y se convirtió en una fiel imagen de su personaje estrella. A diferencia de otros escritores, Cervantes no moriría solo. El 22 de abril de 1616, su mujer, su hija y su sobrina se despidieron de él cuando todo acabó.

Aunque la gran vocación de Cervantes fue, desde pequeño, el teatro, el éxito que cultivó en este arte fue fugaz. La fórmula teatral creada por Lope era más desvergonzada, moderna y desenvuelta que la de Miguel. Molesto por el resultado, Cervantes dedicó ciertas críticas en el prólogo de la primera parte del Quijote.

Otro de los más importantes escritores de fama universal, Shakespeare, que no murió el mismo día que Miguel de Cervantes como a veces se suele afirmar, quedó tan encantado con la obra del madrileño que se declaró admirador de el Quijote y, como homenaje, en 1613 llamó Historia de Cardenio a una de sus obras. Cardenio es uno de los personajes de la primera parte del Quijote.

A pesar de la gran cantidad de pinturas, monumentos y esculturas que hay del autor repartidos por toda la geografía, lo cierto es que su aspecto nos es desconocido. Los retratos que existen se pintaron después de su muerte y basándose en información poco precisa.

Licencias de Impresión

Por Patricia Álvarez Casal

Imprenta

—«Cervantes no ha llevado el manuscrito del Quijote a la imprenta»

Angustias

Así empieza este 11 capítulo del Ministerio del Tiempo, así que nos parece buena idea hacer un breve repaso de la imprenta y de por qué es Cervantes el que lleva su libro a la imprenta.

La imprenta como la entendemos hoy día nació con Gutenberg en 1440. Hasta ese momento se usaban sellos de arcilla en caso de los romanos, porcelana para imprimir caracteres Chinos entre el 1041 y el 1048, en la Alta Edad Media se usaban unas tablillas para «imprimir» panfletos políticos y publicitarios sobre tablillas de madera, estaban también los monjes copistas…

La imprenta de Gutenberg

Gutenberg cambió las tablillas de madera que se usaban hasta la fecha por moldes en plomo con cada una de las letras del abecedario. A estos moldes es lo que se conoce como tipos móviles.

Para poner su “negocio” en marcha pidió dinero a Johann Fust y dos veces más durante el proceso de impresión de la Biblia (conocida como la “Biblia de Gutenberg” o la “Biblia de las 42 líneas”). Pero la última vez Johann no le amplió el crédito y se quedó con el negocio y puso a su sobrino al mando, que anteriormente había estado como aprendiz del propio Gutenberg.

Las Biblias fueron vendidas muy bien y a partir de ahí, los encargos no dejaron de llegar. El número de títulos impresos empezó a aumentar así como la cantidad de imprentas que se extendió por toda Europa. Esta es sin duda una de las razones del comienzo del Renacimiento.

 

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¡Curiosidad!

En tipografía a las mayúsculas se las llama letras de Caja Alta y a las minúsculas de Caja Baja. Esto es así por la posición en que antiguamente se guardaban las bandejas o cajas que almacenaban los tipos móviles metálicos de la imprenta tradicional. Las mayúsculas se guardaban en los cajones superiores del burro o mueble contenedor. Las minúsculas se guardaban en los cajones inferiores del burro o mueble contenedor.

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Imprenta en España

Aunque pueda parecer un inicio típico al hablar de inventos con respecto a España, no puedo evitarlo: La imprenta llegó a España con retraso respecto al resto de países de Europa, concretamente en 1472 a Segovia.

La imprenta llega para proporcionar obras a los estudiantes del obispo Juan Arias Dávila. Para ello hace llamar al impresor alemán Juan Párix y de ahí nace el primer libro impreso en España: el Sinodal de Aguilafuente, una recopilación de las actas del sínodo celebrado en Aguilafuente —no es un nombre muy original como podéis ver. Está conservado en la catedral de Segovia.

Se barajaron también varios libros para llevarse el título de “Primer libro impreso en España”:

  • La Gramática de Bartolomé Mates, impresa por Gherlinc en Barcelona en 1468, fecha que resultó ser una errata, sustituible probablemente por 1488.
  • Obres o trobes en lahors de la Verge María, que son 45 poesías, la mayoría escritas en valenciano y presentadas en un certamen literario. El libro fue realizado por Lambert Palmart y, posiblemente, ni siquiera fue el primer incunable valenciano, aunque sí parece ser el primer libro impreso de carácter literario.
  • La Ética, Económica y Política de Aristóteles, realizada por Botel, Holtz y Planck en Zaragoza o Barcelona en 1473 o 1474.
  • El Sacramental de Clemente Sánchez Vercial, impreso en Sevilla por Antonio Martínez, Alfonso del Puerto y Bartolomé Segura utilizando letras talladas en madera. Pedro Vindel, responsable de esta hipótesis, atribuye la fecha de 1470, aunque carece de prueba documental alguna.  

Existieron talleres tipográficos en 26 ciudades españolas al mismo tiempo que el de Juan Párix. Los incunables españoles trataban sobre todo temas de religión: se imprimieron una gran cantidad de bulas y misales, sin embargo, la Biblia no se imprimió en España en el siglo XV debido al control ejercido por la Inquisición y a la prohibición de su traducción a las lenguas vernáculas.

La imprenta tuvo un notable desarrollo en España promovido por los Reyes Católicos, pero éste no llegó a ser mayor por el fuerte control de la Inquisición y por la carencia de  exportación al mercado europeo. La imprenta española, al elegir textos en lenguas vernáculas, se dirigió al mercado nacional, dejando a los grandes talleres italianos, alemanes, franceses y flamencos las ediciones latinas de uso generalizado. Según el catálogo del British Museum, la producción incunable española se cifra en 855 ediciones, de las que 351 son latinas, por lo que ocupa el quinto lugar tras Italia, Alemania, Francia y Holanda.

Cervantes dedicó la obra al duque de Béjar, don Alonso López de Zúñiga y Sotomayor, el mismo al que le dedicará Góngora las Soledades. Importante mecenas literario, es probable que Cervantes se beneficiara de su protección, aunque no existen datos al respecto. Lo que sí resulta curioso es, como señala Francisco Rico y descubrió Hartzenbusch, que la dedicatoria no tenga nada de original. Más bien está copiada de la de Fernando de Herrera al Marqués de Ayamonte y del prólogo de Francisco de Medina a las Obras de Garcilaso de la Vega con anotaciones, de 1580. Pudo incluso suceder que en el momento de componer los preliminares no se dispusiera de dicha dedicatoria y que el mismo Francisco de Robles improvisara una acudiendo a esos textos.

El éxito de la obra fue tal que el mismo año de su publicación ya había dos ediciones en Portugal. Esto hizo a Francisco de Robles lanzarse a una segunda edición, de mil ochocientos ejemplares, en la que se corregían los numerosos errores e incoherencias que se habían plasmado en la primera edición.

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El memorial de Miguel de Cervantes, sin fecha, solicitando la licencia y privilegio de impresión del libro titulado “El Ingenioso Hidalgo de la Mancha” por 20 años; y el informe del cronista real Antonio de Herrera, fechado en Valladolid el 11 de septiembre de 1604, favorable a la concesión de la licencia solicitada alegando que será para gusto y entretenimiento del pueblo y que no encuentra en la obra nada “contra policía y buenas costumbres”. Tras el informe favorable del cronista real se le concede a Cervantes la licencia de impresión de la obra, aunque sólo por 10 años.

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Quijote interactivo de la BNE disponible en este enlace

 

LAS COMPAÑÍAS Y ACTORES EN EL SIGLO XVII

Por: Carmen Herranz

Miguel de Cervantes dirigiendo los Baños de Argel.

Es a finales del siglo XVI cuando las compañías de teatro comienzan a reconocerse a nivel legal. En este tiempo comienzan a distinguirse dos tipos: las compañías reales que podían actuar en las principales ciudad mediante una autorización firmada por el rey y las compañías de legua que como su nombre indica podía actuar a una legua (unos 5-6 kilómetros) de las principales ciudades en donde estaban las reales.

La formación de las compañías variaba, por las noticias y otros documentos, que se posee de las reales ya que de las de legua apenas existen documentos, nunca llegaron a superar el número de 20 miembros contando con el director/autor. Este organizaba y contrataba a los actores por un año desde Cuaresma que era el periodo en el que no había espectáculos hasta la siguiente. Estos documentos no suelen ser muy explícitos salvo alguno, como el de Andrés de Claramonte en el que se concretan una serie de puntos como el compromiso del actor a participar en los ensayos y llegar a ellos con puntualidad, en caso de no hacerlo el actor tenía que pagar una multa de un real, salvo aquel que estuviera enfermo al cual se le pagaba como si hubiera realizado su trabajo.

Estas compañías estaban conectadas entre sí e internamente acaban siendo un negocio familiar. Tales eran las redes de conexión que podría hablarse de un gremio, por ejemplo sabemos que la compañía de Antonio de Prado adquirió una gran fama incluso Lope de Vega llegó a bautizar a algunos de los hijos del autor/director. Dentro de esta compañía se puede ver conexiones familiares mediante los matrimonios del autor creando generaciones de actores que incluso perduraron hasta el siglo XIX.

La formación de las compañías permitió establecer lo que son las bases del teatro actual; así, se reconoció el oficio de actor mediante la concesión de licencias y comenzó a realizarse el reparto de papeles siguiendo un canon dramático estándar: primera, segunda, tercera y cuarta dama, galanes, barbudos y músicos.

El actor, según textos, comenzaba su jornada laboral a las nueve de la mañana, así se reunía con el autor para ensayar y las representaciones se hacían generalmente a partir de mediodía, salvo las de Corte y funciones privadas para personalidades que se hacían al atardecer-lo que suponía un gasto importante de velas para la iluminación, gasto que queda constatado en los textos-. Las obras duraban entre dos y tres horas. Los actores se reunían o bien en casa del autor, en casa de algún actor o en espacios alquilados, casas que en el caso de las compañías que actuaban en la Villa y Corte de Madrid han sido constatadas.

Los ensayos de cada obra duraban aproximadamente; el propio Cervantes quejaba ante la tardanza del elenco en aprender su entremés pues debían de llevar 20 días o más ensayando. A ello hay que sumarle que cada compañía representaba entre 40 y 30 obras durante el año que duraba el contrato. Hemos de tener en cuenta que las obras no son como las de la actualidad, en el siglo de Oro comenzaban con un redoble y una pieza musical, tras ello se hacía el recitado de la loa o un pequeño preludio y tras ello comenzaba la obra repartida en tres partes entre los cuales se realizaba un entremés en el primero y en el segundo un baile. Al finalizar la obra se realizaba un baile, canciones o un pequeño entremés.

El propio Cervantes también define el oficio de actor como un trabajo constante, arduo y curioso para nada ocioso; para el autor, las cualidades básicas que debe tener el actor son: memoria, suelta lengua, galanura, buen talle, ademanes naturales, recitar sin tono y poner cuidado al componer los caracteres. Y es que el actor debe saber interpretar a cualquier personaje, de cualquier estamento, desde el humilde campesino hasta al propio monarca.

Más problemas tuvo la mujer para desempeñar su oficio de actriz; para atenuar las contrariedades morales se exigía que la actriz fuera mayor de doce años y estuviese casada. Por tanto, la mayoría de los matrimonios eran de conveniencia y es en los propios textos en donde encontramos que los actores y actrices tenían la misma libertad sexual que sólo la nobleza de esos momentos tenía. Muestra de esta conveniencia es el testimonio del actor Luís López Sustaete cuya esposa, la actriz Jacinta Herbías se da a la fuga. El actor reclama que vuelva a su lado pagando todas sus deudas pero esta no lo hace.

¿Cómo llega la mujer al teatro español?

Ya en Italia se permitía a las mujeres actuar, cuando estas compañías italianas llegaron para representar obras en la Villa y vieron tal prohibición, la compañía Il Confidenti pidió permiso al rey ya que si no podían representar, no podrían dar las limosnas a los hospitales municipales. Esto surtió efecto ya que los hospitales municipales se sustentaban gracias a las limosnas que daban las compañías teatrales. Fue así como abierta la brecha, las mujeres españolas lograron subir a los escenarios en 1587, paulatinamente tomaron tal relevancia que incluso las primeras damas eran mejor pagadas que los primeros galanes.

Retrato de La Calderona, en realidad María Calderón, amante de Felipe IV y madre de Juan de Austria.

Como la mujer dependía por ley de una figura masculina, en especial del marido, a la muerte de este se volvía a casar para seguir actuando en los escenarios o por lo general se retiraba a un convento. Sin embargo, tenemos ejemplos de mujeres que fundaron su propia compañía como María de Navas conocida en la época como la Milanesa debido a su origen italiano. El caso de esta mujer es curioso puesto que a pesar de las leyes que exigían que la mujer estuviese ligada a una figura masculina, la Milanesa se desentendió de los vínculos con su padre, sus hermanos y su marido o sus maridos ya que se casó tres veces.

Separada de su tercer matrimonio se retiró a un convento pero allí duró poco tiempo pues volvió en menos de un año a los escenarios ejerciendo de empresaria es decir, fundó su propia compañía al margen de las exigencias de las leyes. Incluso llegó a representar papeles masculinos, vestida de galán, cosa que estaba prohibida.

A estas actrices que se disfrazaban de varones se las conoce como mujeres varoniles, esto estaba prohibido por ley sin embargo era un atractivo para el público, para el masculino por el erotismo que desprendía y para el femenino por el propio escándalo que producía. Las propias leyes crearon una doble moral o doble visión del mundo del teatro: apreciados y queridos por su arte pero rechazados a su vez por las estrictas normas morales cristianas que regían a la sociedad del momento.

 

Lope de Vega vuelve a nuestras pantallas -y corazones-.

 


Bibliografía

 

  • BENTLEY, Bernard P. E. Del autor a los actores: el traslado de una comedia. En: Estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro. Actas del II Congreso Internacional de Hispanistas del Siglo de Oro, Universidad de Salamanca.
  • Curiosidades de la historia con el ministerio del tiempo. Basado en la serie de TVE. Madrid: Espasa, RTVE, 2016.
  • EGUÍA, Diana. La primera edición del Quijote [en línea]. Disponible en: http://www.edobne.com/manuscrtcao/la-primera-edicion-del-quijote/ (Consulta: 6 de marzo de 2016)
  • FERNÁNDEZ, Miguel Ángel. Invención,difusión y desarrollo de la imprenta en los siglos XVI Y XVII [en línea]. Disponible en: http://www.islabahia.com/arenaycal/2010/170_abril/miguel_a_fernandez170.asp
  • GONZÁLEZ, L. Mujer y empresa teatral en la España del Siglo de Oro: el caso de la actriz y autora María de Navas. En: Teatro sin PalabraS, nº2. Disponible en:  http://uqtr.ca/teatro/teapal/TeaPalNum02Rep/8LolaGonzalez.htm
  • JURADO, Augusto. La Imprenta y el Libro en España: desde Los Inicios Hasta el Principio de Las Actuales Técnicas: Las Artes Gráficas en el Umbral Del Siglo XXI. Ilustrada, Comunicación Gráfica, 2001.
  •  MARTÍNEZ BERBEL, J.A. Castilla Pérez, R. Las mujeres en la sociedad española del Siglo de Oro: ficción teatral y realidad histórica. Actas del II Coloquio del Aula-Biblioteca «Mira de Amescua»  y cuatro estudios clásicos sobre el tema, Universidad de Granada.
  • NORTON, F. J. La imprenta en España. Madrid: Ollero y Ramos, 1997.
  • REYES GÓMEZ, Fermín de los. Leer los principios, saber los comienzos: el Quijotenos dice cómo se elaboró. En: La razón de la sinrazón que a la razón se hace. Burgos: Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2005.
  • SALVO, M. de. La mujer en la práctica escénica de los Siglos de Oro: la búsqueda de un espacio profesional. Disponible en: http://www.midesa.it/cgi-bin/show?art=La%20mujer%20en%20la%20practica%20escenica%20de%20los%20Siglos%20de%20Oro.htm
Historia 2.0

Ver comentarios

  • Hola!! Acabo de leer acerca de la liberación de Cervantes de su cautiverio en Argel y hay un error. Fue un fraile mercedario (orden de La Merced que hoy en día son frailes que están en muchas prisiones de España y extranjero) y no trinatario (¿?) quien se intercambió por él. Pueden leerlo en muchos escritos mercedarios.

    Saludos, Covadonga Villamañán

    • ¡Hola Covadonga!

      Acabo de responderte a esta misma cuestión a través de Facebook. Te resumo lo que hemos estado hablando: a pesar de existir diferentes órdenes religiosas dedicadas a la liberación de cautivos -me comentabas el caso de los trinitarios de Castilla y los mercedarios de Aragón- y a pesar de los intentos del mercedario por liberar a Cervantes de los baños de Argel, finalmente fue un padre trinitario quien lo consiguió.

      Obviamente, me hubiera encantado poder explayarme mucho más en la vida y los detalles sobre Miguel de Cervantes, pero al ser un blog tengo que ceñirme a un resumen de, digamos, lo más básico porque si no, pocos nos leerían.

      Te agradezco de nuevo el debate surgido y te animo a leer alguna biografía sobre este gran autor porque resulta la mar de interesante ;)

      Un saludo,

      Irene
      Equipo de Historia 2.0

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