Una semana más, un capítulo más e Historia 2.0 llega con un análisis histórico más de El Ministerio del Tiempo. ¿Qué os vamos a contar esta vez? Pues os vamos a desgranar muy detalladamente el hilo conductor del capítulo; es decir, os vamos a hablar con detalle de Felipe II y la Armada Invencible, os vamos a contar al dedillo la obra y milagros de Lope de Vega y os vamos a mencionar tres referencias históricas que se hicieron en el capítulo: Atapuerca, el poema épico caballeresco Orlando Furioso y el Marqués de la Ensaimada, ¡ay!, que digamos, de la Ensenada.
Vamos a por ello, que hay mucha tela que cortar hoy. Pero primero, os dejamos el capítulo completo, por si queréis rememorarlo antes de entrar al lío.
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¿Y por qué invencible es una pregunta? Pues no precisamente por si fracasó o no, sino porque ese no fue el nombre que originalmente se le dio, sino el nombre con el que la historiografía –sobre todo la contraria a la Monarquía Hispánica– le otorgó. Pero hablaremos de ello un poquito más adelante.
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El Rey Felipe II de España.
Bajo el mote de “El Prudente”, Felipe II nació en Valladolid el 21 de Mayo de 1527 y falleció en San Lorenzo de El Escorial el 13 de Septiembre de 1598. Hijo de Carlos I de España y V de Alemania, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (título que no consiguió heredar aunque empeño no le puso) y de Isabel de Portugal, su reinado es uno de los más longevos de la historia de nuestro país, casi medio siglo que se extiende entre 1556 y 1598. Pero no sólo fue rey de España, sino que también lo fue de Sicilia y Nápoles (1554-1598), de Portugal y el Algarve (1850-1598) y rey jure uxoris[1] de Inglaterra e Irlanda (1554-1558). No en vano el Imperio Español de la época fue conocido como “El Imperio en el que no se pone el sol” ya que se consideraba un Imperio Mundial al tener posesiones en todos los continentes.
Una educación esmerada, pero severa y rígida, basada en una profunda religiosidad, sumado a las enormes dificultades de su reinado y a las tragedias personales imprimieron en el monarca un carácter retraído y hosco. Le gustaba la naturaleza y las actividades al aire libre, como la caza o los jardines a la flamenca. Gran amante del coleccionismo, poseía la mayor biblioteca de todo Occidente, se cree que con más de 14.000 volúmenes. Y no sólo coleccionaba libros, sino todo tipo de objetos entre los que destacaban los de índole religiosa. También fue un gran mecenas de las artes plásticas y la música, no así de teatro, del que parece ser que no gustaba en demasía.
Su padre, El Emperador del Sacro Imperio pasaba largas temporadas fuera de casa y estuvo ausente durante gran parte de su vida, asimismo, su madre falleció siendo él muy joven. Las tragedias personales estuvieron marcadas por sus numerosos matrimonios y su escasa descendencia; se casó primeramente con María Manuela de Portugal (1543-1545) con la que tuvo al infante don Carlos, el heredero de la corona hasta que falleció rodeado de misterio y especulaciones en el año 1568. No sólo su esposa falleció en el parto, sino que la salud mental del infante siempre fue algo de dominio público y de posible origen genético ya que – debido a las políticas endogámicas y de pureza de sangre – tenía cuatro bisabuelos (en lugar de los ocho naturales) y seis tatarabuelos (en lugar de dieciséis), tuvo una complexión débil y enfermiza y protagonizó sonados escándalos, como el intento de acuchillamiento del Duque de Alba, lo que llevó a Felipe II a tomar la decisión de encerrarlo en el Castillo de Arévalo, donde falleció de inanición – se negaba a comer – y a toda una serie de agravios autoinfligidos.
En el año 1554 se casó con María Tudor, María I de Inglaterra, con la que no tuvo descendencia. Entre 1560 y 1568 estuvo casado con Isabel de Valois y con ella llegaron dos hijas; Isabel Clara Eugenia (1566-1633), casada con Alberto de Austria y Catalina Micaela (1567-1597) casada con Carlos Manuel de Saboya. Su último matrimonio fue con Ana de Austria (1570-1580) con la que tuvo mucha descendencia, de la que poca sobrevivió; Fernando (1571-1577), Carlos (1573-1575), Diego (1575-1582), Felipe – el futuro Felipe III – (1578-1621) y María (1580-1583).
Las dificultades de gobierno pasaban por problemas en los Países Bajos, la conquista de Portugal o las desavenencias con Inglaterra y el resto de potencias protestantes. Todo ello le valió lo que conocemos como La Leyenda Negra – aunque también existe una Leyenda Blanca, como veremos – y es que, Felipe II, ha sido uno de los personajes más discutidos de la historiografía española, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Poderoso soberano, gobernador de un inmenso imperio en constantes rebeliones y disputas, con una política claramente antiprotestante y gran defensor de la Iglesia Católica, no fueron pocos los enemigos que se granjeó el monarca, como tampoco los fervientes defensores que tuvo.
¿Por qué La Leyenda Negra? Desde fuera de España se pintó a Felipe II como un monstruo responsable de los horrores de la Santa Inquisición, del exterminio de los indios americanos, así como del exterminio de sus enemigos políticos, como causante del envenenamiento de su tercera esposa – Isabel de Valois – y de la muerte de su primogénito, el infante Carlos. Felipe II era visto como un soberano despótico y fanático hasta el extremo; criminal e imperialista, al que se le minimizaron las victorias y se exaltaron las derrotas. Y aquí es donde entraría – en parte – la Armada Invencible. La Layenda Negra comenzó a fraguarse a lo largo del siglo XVI y alcanzó su cénit en el siglo XVII de la mano de opiniones de publicistas y cronistas antiespañolistas y anticatólicos.
Sin embargo, hoy en día la historiografía oficial se encuentra dividida al respecto entre los que sí creen que existió dicha Leyenda Negra y los que no creen que ésta haya existido de forma objetiva. Un berenjenal en el que hoy, aunque nos gustaría, no nos meteremos ya que chicha tiene el asunto para un artículo o dos.
Por otro lado está la Leyenda Rosa, Blanca o Dorada, en la que es visto por sus seguidores como el arquetipo del buen gobierno, de la moralidad y de toda clase de virtudes. Sus defensores y sus más acérrimos seguidores veían en Felipe II poco más que a la figura del mesías; el descubrimiento de las Indias y la liberación de las herejías eran vistos como signos de la elección del Rey de España para cumplir la misión de evangelizar y catolizar no sólo Europa, sino el orbe entero. Y para ello se necesitaba poder y hegemonía que debía mantener a toda costa. El carácter profundamente religioso del monarca, forjado a base de esa severa educación de la que hablábamos líneas atrás, sumado a las también mencionadas desgracias personales y políticas lo convirtieron en un ser profundamente religioso y absolutamente imbuido de su responsabilidad ante Dios como Rey Católico, algo que se dejó ver en la administración de su gobierno.
Su primera preocupación fue la de la administración de justicia a través de la rectitud de sus tribunales – no debían favorecer a nadie por mucho renombre que éste tuviese – y que no dudó en aplicar personalmente, así como en el mantenimiento de la paz.
Y si de algo estuvo marcado su reinado fue de una especie de aura de providencialismo que no sólo afectaba a la persona del rey, sino a la de muchos españoles. Felipe II estaba convencido que debía esperar los éxitos y temer los fracasos ya que ambos venían del favor del cielo y, para ello, era necesaria una estricta moralidad personal y social, para no perder así este favor.
¿Lo perdió en la Empresa de Inglaterra? Más de uno seguro que lo pensó.
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La Grande y Felicísima Armada.
“Yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos”.
………………………………………………………………..Felipe II.
Porque ese fue el verdadero nombre que se le dio a la flota que debía invadir Inglaterra, no la Armada Invencible, que es un apelativo forjado por la historiografía anglosajona para resaltar la derrota española en esta empresa.
El intento de invadir Inglaterra con la Armada Invencible – la llamaremos así para no crear confusiones ahora que ya sabéis todos la verdad – está dentro del contexto histórico de lo que conocemos como La Guerra Anglo-Española, un conflicto que tuvo lugar entre el reino de Felipe II de España y el de Isabel I de Inglaterra entre los años 1585 y 1604 y que no fue sino la culminación de una serie de hechos o eventos que iban acrecentando la rivalidad entre ambos reinos.
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Antecedentes y causas.
Tan importantes son los conflictos o los hechos históricos como las causas que nos llevan a ellos y, en el caso de la Armada Invencible, sería imposible comprender su razón de ser sin conocer dichas causas. ¿Por qué España e Inglaterra acabaron entrando en guerra? Básicamente porque ambas potencias se consideraban amenazadas por la otra. Veámoslo en detalle.
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La preparación y la empresa de la Armada Invencible.
Una vez resuelta la decisión de atacar Inglaterra, el siguiente paso era preparar la empresa. Felipe II escogía como almirante al Marqués de la Santa Cruz, quien quería la friolera de 500 barcos que transportasen más de 60.000 hombres. El problema es que había que construir buena parte de esos barcos (la mayoría en astilleros españoles e italianos) y ello requería tiempo, como os podéis imaginar, mucho tiempo. Del que no se disponía si se quería atacar con cierta presteza y evitar que los ingleses no sólo lo supiesen, sino que se preparasen para ello.
Y desde el principio la empresa parecía estar destinada al fracaso ya que los imprevistos se sucedieron:
¿Qué estrategia pensaba seguir la Armada Invencible? Ésta debía aproximarse a los Países Bajos donde el ejército del Duque de Parma – en barcazas – cruzaría el estrecho y pondría pie en Inglaterra. ¿Qué problema planteaba esta estrategia? En primer lugar, la propia inexperiencia del Duque de Medina Sidonia, que no lo veía nada claro. En segundo lugar, que se trataba de un plan que requería un nivel de coordinación poco probable – por no decir imposible – en el siglo XVI. En tercer lugar, ningún puerto en los Países Bajos tenía profundidad suficiente como para acoger a la Armada mientras esperaba.
Finalmente, el 30 de Mayo del año 1588 zarpaban 129 barcos (mayormente mercantes requisados) con unos 11.000 hombres como tripulación (entre los que había 7000 marineros, 1000 caballeros de fortuna y, por ejemplo, 180 clérigos) y 19.000 como soldados infantes.
La escuadra portuguesa, la que nos interesa ya que es la vemos en el capítulo estaba compuesta de los siguientes navíos:
El 25 de Mayo el Duque de Medina Sidonia ya había enviado un correo al Duque de Parma en los Países Bajos avisándole de la partida de la Armada. Para el 24 de Junio de 1588 las galernas dispersaban la flota ante las costas de A Coruña y empujaba algunos barcos, unos hacia el sureste de Inglaterra y otros hacia el golfo de Vizcaya. Costaba más de un mes volver a reunir toda la flota. Esta coyuntura fue aprovechada por los ingleses, quienes enviaron una flota contra la española, pero el mal tiempo y un temporal hizo que ésta ni siquiera llegase a aproximarse, debiendo recular.
El 22 de Julio de 1588 la flota española alcanzaba el golfo de Vizcaya y se producía un temporal el 28 del mismo mes, con la consecuencia de la separación y pérdida de más de 40 barcos. Costaba otros dos días reagruparse de nuevo y la flota española ya había sido avistada por el barco inglés Golden Hind, capitaneado por Thomas Fleming. Para el 29 de Julio la Armada alcanzaba Fowey, cerca de Cornualles, donde los ingleses ya les esperaban.
La flota inglesa se encontraba fondeada en Plymouth y no podía zarpar debido a un temporal (para variar). El almirante Juan Martínez de Recalde, segundo comandante de la Armada, reparó en que la flota inglesa seguía sin zarpar y propuso al Duque de Medina Sidonia atacar el puerto de Plymouth. Sin embargo, las órdenes eran claras, debían dirigirse hacia los Países Bajos para reunirse con el Duque de Parma y juntarse con los Tercios de Flandes. Como era de esperar, la disciplina navegando hacia Calais no fue la que debía y los 16.000 hombres de Farnesio en barcazas no pudieron llevar a cabo su cometido. Por otro lado, la Armada no podía acercarse a la costa holandesa por la poca profundidad de la que hablábamos, así como tampoco acogerse a la espera en ningún puerto. De modo que el encuentro que debía haberse producido entre la Armada y las tropas de Farnesio jamás llegó a efectuarse.
El 30 de Julio setenta barcos ingleses salían de Plymouth y rodeaban la Armada. El 31 del mismo mes se producían los primeros ataques. Estando parados los barcos cerca de los Países Bajos los ingleses, con Charles Howard al mando de la flota en el Canal de la Mancha, enviaron barcos incendiados contra los galeones españoles y la Armada tuvo que romper su sólida formación. Se perdieron importantes navíos como el San Juan de Portugal, el San Salvador o el Nuestra Señora del Rosario. El Duque de Medina Sidonia consiguió reunir los barcos a la altura de Gravelinas[4], pero un fuerte temporal arrastró los barcos hacia el norte, que fueron perseguidos por los ingleses hasta las Islas Orcadas, donde viraron hacia el sur para regresar a España.
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Tras la Armada: Las cifras y conclusiones.
Se perdieron un tercio de los barcos y la mitad de los hombres, además de una gran cantidad de naufragios y navíos maltrechos que acabaron encallando en las costas de Irlanda y de Escocia. Se calcula – aunque estas cosas siempre son difíciles de aseverar de forma exacta – que se invirtieron en la empresa más de diez millones de ducados, lo que supuso el aumento de impuestos para enjugar el enorme déficit de la Hacienda de la Monarquía Hispánica, lo que acarreó grandes quejas y muchos disturbios en varias ciudades de la Corona de Castilla.
¿Fue un desastre la Armada (In)Vencible? Desde luego que no fue una victoria ni una hazaña a celebrar, eso lo tenemos todos claro. Sin embargo, no fue un desastre tan acusado como el que popularizó la propaganda inglesa y antiespañola del momento. Lo que sí fue es un enorme impacto a la moral española que, imbuidos de ese mesianismo y providencialismo del que hablábamos unas líneas atrás, creían que habían sido abandonados por Dios.
Como consecuencia, Inglaterra se hacía con el dominio del Atlántico, aunque ello no llegó a interrumpir de forma total el sistema de flotas entre España y América y viceversa por parte de la Monarquía Hispánica. Otra consecuencia era el fin de la reconquista de los Países Bajos por parte de Alejandro Farnesio y, por último, ingleses, holandeses y hugonotes consideraron el fracaso de la empresa española como la salvación de la Europa Protestante.
En el año 1968 se produjo el primero de los ocho descubrimientos arqueológicos frente a la costa de Irlanda, era el caso del pecio Santa María de la Rosa.
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El dato curioso: La Contraarmada o la Invecible Inglesa.
Lo que poca gente sabe es que, si lo de la Armada Invencible fue un fracaso total, los ingleses no se quedaron cortos y tuvieron el suyo propio. Mucho menos publicitado y difundido, claro está.
Ésta fue una flota enviada por la reina Isabel I de Inglaterra hacia la Península Ibérica – al parecer con intención de invasión – durante la primavera del año 1589, esto es, nada y menos después de que Felipe II enviase sus barcos a Inglaterra. Este conflicto también entra dentro de la guerra que mencionábamos al principio del apartado, la Guerra Anglo-Española entre los años 1585 y 1604. No nos extenderemos demasiado en ésto ya que no es el cometido principal del artículo, pero daremos algunas breves nociones. El almirante de la flota era, desde 1581, Sir Francis Drake y los objetivos eran tres. El primero, destruir los restos de la Armada Invencible – reparándose en la costa cantábrica en aquel momento –; el segundo, destronar a Felipe II como monarca portugués y colocar a su candidato y el tercero, desde las Azores, capturar la flota de Indias y así poder atacar los barcos españoles que procedían de las América y acabar con las rutas de comercio españolas. ¿Cuál fue el resultado de la Contraarmada? Pues un fracaso estrepitoso que hizo, incluso, caer en desgracia al propio Drake (héroe popular por las fechas).
Se ve que Dios, ni el católico y ni el protestante, estaba muy por la labor.
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BIBLIOGRAFÍA.
[1] Esto es, por el derecho de su mujer al casarse con María I de Inglaterra.
[2] El término hugonotes (huguenot, en francés) es el antiguo nombre otorgado a los protestantes franceses de doctrina calvinista durante las guerras de religión. A partir del siglo XVII, los hugonotes serían denominados frecuentemente Religionnaires, ya que los decretos reales (y otros documentos oficiales) empleaban el desdeñoso «pretendida religión reformada» para designar al protestantismo
[3] Tercer duque de Parma y Piacenza, hijo de Octavio Farnesio y Margarita de Parma, hija ilegítima de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, sobrino de Felipe II y de Juan de Austria. Desarrolló una importante labor militar y diplomática al servicio de la corona española. Luchó en la batalla de Lepanto contra los turcos y en los Países Bajos contra los rebeldes holandeses, así como en Francia en las guerras de religión del lado católico contra el protestante.
[4] Una localidad y comuna francesa situada en el departamento de Norte, en la región de Norte-Paso de Calais y zona cultural del llamado Flandes «francés».
Por Irene Godino
Esta semana la serie de TVE «El Ministerio del Tiempo«, en su segundo capítulo «Tiempo de Gloria«, se ha centrado en la figura del autor Lope de Vega.
Gil Pérez, afamado agente del Ministerio durante el reinado de Felipe II, descubre que Lope de Vega, alistado en la Armada Invencible, no va a embarcar en el barco que la Historia dice que embarcó: el San Juan, una de las pocas naves cuyos marineros lograron salvar la vida. A cambio, embarca en otro navío donde encontrará la muerte segura, antes de escribir sus mejores obras.
Todos sabemos ya que don Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 25 de noviembre de 1562 – Madrid, 27 de agosto de 1635) es uno de los poetas y dramaturgos del Siglo de Oro¹ más importantes -llegó a renovar las fórmulas del teatro y junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, es uno de los máximos exponentes del teatro barroco español- y uno de los autores más prolíficos de la historial mundial debido a lo ingente de su obra.
Amigo de Quevedo y Juan Ruiz de Alarcón, mantuvo su rivalidad con Miguel de Cervantes y una patente enemistad con Góngora, con quien se disputaba el principado poético.
Miguel de Cervantes (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547 – Madrid, 22 de abril de 1616) lo llamaría monstruo de la naturaleza -por su fecundidad literaria- en 1615 al publicar «Ocho comedias y ocho entremeses nuevos» donde tras hacer una breve historia de la comedia española, escribió lo siguiente:
[…] entró luego el monstruo de naturaleza, el gran Lope de Vega, y alzose con la monarquía cómica: avasalló y puso debajo de su jurisdicción a todos los farsantes. Llenó el mundo de comedias propias, felices y bien razonadas, y tantas, que pasan de diez mil pliegos los que tiene escritos; y todas (que es una de las mayores cosas que puede decirse) las he visto representar, u oído decir, por lo menos, que se han representado…»
Sin embargo, años antes, en 1605 aparecería la primera parte de El Quijote de Cervantes en cuyo prólogo aparecen algunos ataques antilopescos:
El poeta procura acomodarse con lo que el representante que le ha de pagar su obra le pide. Y que ésto sea verdad véase por muchas e infinitas comedias que ha compuesto un felicísimo ingenio destos reinos, con tanta gala, con tanto donaire, con tan elegante verso, con tan buenas razones, con tan graves sentencias, y, finalmente, tan llenas de elocución y alteza de estilo, que tiene lleno el mundo de su fama; y por querer acomodarse al gusto de los representantes, no han llegado todas, como han llegado algunas, al punto de la perfección que requieren.
También se le conocería por el sobrenombre de Fénix de los ingenios.
A pesar de ser también uno de los grandes líricos de la lengua castellana y autor de varias novelas y obras narrativas largas tanto en prosa como en verso, en este artículo no analizaremos su obra, sino que pasaremos a conocer su persona.
La serie nos sitúa en la Lisboa de 1588, cuando el Fénix, vamos a decir por ahora que, decide enrolarse en la tripulación de la Armada Invencible. A sus 26 años ya cargaba sobre sus hombros una agitada vida.
Para entender este episodio concreto de su vida, así como el carácter y los sucesos que le llevaron a tal momento, es necesario comenzar por el principio:
Lope de Vega procedía de una familia humilde, natural de las montañas cántabras. Su padre, bordador, tras una breve estancia en Valladolid decidió mudarse a Madrid, según afirmaba el autor debido a una aventura amorosa de la que le rescataría su madre y siendo el dramaturgo el fruto de esta reconciliación.
Pasó parte de su infancia en casa de su tío Miguel Carpio, Inquisidor de Sevilla y de acuerdo a su propio testimonio, fue un niño muy precoz que además de leer latín y castellano a los cinco años, también componía versos y a los doce, comedias – ésto se duda porque tiempo más tarde estas obras se publicaron tras haber sido rehechas-.
Sí se supone que comenzó en 1572 sus estudios en el Colegio Imperial, para pasar al año siguiente al de los Teatinos y en 1574 al Colegio de los Jesuitas. En 1577 ingresaría en la Universidad de Alcalá y se cree que sería el Obispo de Cartagena, Jerónimo Manrique -luego Inquisidor General- quien intentaría ayudarle a conseguir su bachillerato en 1581. Pero Lope de Vega tenía una conducta desordenada y mujeriega que le distraía de sus estudios y que no le hacían apto para el sacerdocio -inclusó se llegó a escapar de casa junto a un amigo- por lo que tuvo que ganarse la vida como secretario de aristócratas y prohombres y escribiendo comedias y piezas de circunstancias.
Juan Manuel Rozas (1990) afirma que en el Siglo de Oro español «el mecenazgo era el único camino para un escritor no rico, ni noble, ni funcionario» y que no debe olvidarse que una larga tradición del humanismo inclinaba a los escritores a aproximarse al poder, ejerciendo muchos de ellos la función de secretarios. En el caso de nuestro protagonista, su éxito con las comedias le habría permitido vivir con decoro a pesar de los muchos gastos ocasionados por una familia tan numerosa y peculiar como veremos más adelante que tenía. Pero desde muy pronto y hasta el último de su días, quizá para compensar el desorden de su vida amorosa y la crítica social que ésta le causaba, vivió obsesionado por alcanzar el reconocimiento de su nobleza y el prestigio de intelectual serio y grave, algo que solo podía conseguir a través del ámbito del poder.
En esos años que comentamos, 1580, comenzarían sus amores con María de Aragón (Marfisa en sus obras) con quien tendría una hija, Manuela (1581-1585).
En 1583 se alistó en la expedición del Marqués de Santa Cruz y Capitán General de las Galeras de España – Álvaro de Bazán- a la isla Terceira (o Tercera), en las Azores. El Tercio de Lope de Figueroa –en el que servía el propio Lope de Vega– tuvo un papel determinante en el desarrollo de la contienda al protagonizar la memorable defensa del San Mateo, que llegó a estar acorralado por tres galeones franceses. Sin embargo, Lope de Vega se encontraba lejos del San Mateo, en un lugar donde posiblemente apenas se vislumbró la batalla.
A estas alturas ya habría conocido también a Elena Osorio (a quien en sus obras identificaría como Filis, Zaida o Dorotea), pudiendo haber sido ésta, incluso, el motivo por el que decidiese alistarse a la expedición a las Azores. Una vez de vuelta a Madrid, frecuentaba la casa del mecenas Jerónimo Velázquez, padre de quien sería su primer gran amor, Elena. Durante cuatro años mantuvo relaciones amorosas con ella a pesar de estar casada con otro hombre. Elena se separaría en 1587 pero, desafortunadamente para nuestro personaje, aceptaría por conveniencia entablar relaciones con el noble Francisco Perrenot, sobrino del poderoso cardenal Granvela.
Un Lope de Vega despechado y ya entonces autor codiciado, comenzó a escribir libelos² contra Velázquez y especialmente contra su hija Elena Osorio para denunciar el hecho. Por ello le tomaron preso cuando representaba en el Corral de la Cruz.
Una dama se vende a quien la quiera.
En almoneda está. ¿Quién quiere compralla?
Su padre es quien la vende, que aunque calla,
su madre la sirvió de pregonera…
Pero Lope reincidió -en la cárcel de la Villa de Madrid continuaba difundiendo cartas y versos difamatorios contra Elena- y un segundo proceso judicial fue más tajante: lo desterraron ocho años de la Corte y dos del reino de Castilla, con amenaza de pena de muerte si desobedecía la sentencia.
Sucede que, de nuevo, para cuando ésto ocurre, Lope ya se había enamorado nuevamente, esta vez de Isabel de Urbina, hija del pintor del rey.
No se sabe si al salir de la cárcel se marchó directamente a Valencia donde elegiría pasar sus dos años de destierro del Reino o si antes de irse se quedó unos meses en Madrid. En cualquier caso, casi recién salido del proceso, Lope volvió a tener problemas con la justicia, esta vez por el rapto -consentido- de Isabel (Belisa). Es posible que la acusación retirara los cargos gracias a un acuerdo con Lope en el que se le exigía que se casara con la dama. Este matrimonio se produjo el 10 de mayo de 1588 por poderes ya que el escritor no podía entrar en Madrid y se encontraba cumpliendo la pena de destierro.
Es probable que su alistamiento en la Armada Invencible (La Grande y Felicísima Armada de Felipe II) movilizada para la «Jornada de Inglaterra«, fuese otra condición impuesta por los parientes de Isabel, deseosos como estaban de perder de vista a un yerno tan impresentable.
El 29 de mayo, 19 días después de su primer matrimonio, reanudó por lo tanto su carrera militar, esta vez en el galeón³ San Juan de la escuadra castellana. Y aquí nos encontramos en pleno capítulo de la serie de televisión.
La Armada tuvo que hacer escala en La Coruña el 21 de junio. El galeón San Juan, navío almirante, en el que según se desprende en sus obras iba él, tuvo que combatir el 31 de julio y el 2 y el 4 de agosto. Arribó luego en un puerto irlandés, chocó en el viaje de regreso con un barco español y llegó finalmente a La Coruña. Lope de Vega asegura que a bordo escribió «La hermosura de Angélica«.
Pero de nuevo, se ha puesto en duda su participación en el combate naval y este sucedo deja perplejos a los biógrafos del Fénix porque entraña serias contradicciones entre los datos que se poseen sobre la vida del autor -especialmente de lo que afirman Lope y sus amigos- y los vagos documentos históricos, no oficiales, que se conservan al respecto. Es más, con sólo atender a las obras del dramaturgo, también se encuentran inconsistencias que hacen dudar de su aventura naval. Parece que, efectivamente, embarcó en Lisboa y que quizá desembarcara en La Coruña, en la primera escala, por razones de salud. También pudo ser que fuese en algún otro velero que tuvo escasa o ninguna intervención en la batalla. En cualquier caso, lo importante es que hay autores que cuestionan su presencia en la mal llamada Armada Invencible.
En diciembre de 1588 volvió tras la derrota y se dirigió a Valencia. Allí vivió con su mujer, tuvo una hija, Antonia (1589-1594) y se dedicó a una intensa labor literaria. Se sabe que en Valencia tuvo amantes, pues fruto de ello tuvo como hijo a Fernando Pellicer (Fray Vicente).
Sin embargo, su vida no sería más tranquila a partir de entonces.
En diciembre de 1595 cumplió sus años de destierro de la Corte y regresó a Madrid abandonando su servicio como secretario -nunca se realizó su nombramiento como tal- para el Duque de Alba que había comenzado en 1591.
Para el Duque de Sessa (Luis Fernández de Córdoba, Conde de Cabra) despachaba borradores de billetes, cartas y memoriales de lo más diverso, pero sobre todo, las pretensiones y lances amorosos de su señor. Era Lope quien redactaba las cartas de amor, pero no solo escribía versos adaptados a cada amada y a sus circunstancias sino que cedía al Duque los que él mismo había dedicado a sus propios romances.
El año anterior, 1594, nacería Teodora (1594-1596) e Isabel de Urbina fallecería en el parto.
Aunque para 1596 conoce a Micaela Luján (actriz, Celia o Camila Lucinda), ese mismo año es procesado por amancebamiento con Antonia Trillo de Armenta, también actriz y viuda.
En 1598 se casaba por segunda vez con Juana de Guardo, hija de un adinerado abastecedor de carne y pescado de la Corte. Al parecer se trataba de una mujer vulgar y todos pensaban que se habia casado por interés – Juana tuvo una dote de 22.382 reales de plata doble-. Con ella tuvo cuatro hijos: Jacinta, Juana, Cárlos Félix (muy querido para él) y Feliciana.
No debía profesarle demasiado amor cuando estando casado con Juana, iba y venía a toledo donde tenía a sus antiguas amantes.
Una de estas amantes fue, como se mencionó antes, Micaela Luján, que estaba casada con otro actor ausente en Perú. Vivió con Micaela en Sevilla, Granada, Toledo y Madrid y de los nueve hijos que concibió, cinco al menos, fueron de Lope: Ángela, Mariana, Félix, Marcela y Lope Félix.
Durante este periodo volvió a trabajar como secretario personal de quien sería el futuro Conde de Lemos -gran mecenas literario y protector de Cervantes- y se dividió también entre dos hogares -el de su esposa y el de su amante Micaela con la que mantuvo una relación de quince años- y un número indeterminado de amantes, muchas de ellas actrices como Jerónima de Burgos (La señora Gerarda en sus obras).
En contra de lo que se pueda pensar, el monstruo de la naturaleza, hizo gala de una firmeza de voluntad poco común y trabajó mucho, prodigando una obra torrencial, para sostener a sus hijos.
En 1609 ingresó en la «Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento» en el Real Oratorio de Caballero de Gracia a la que pertenecían casi todos los escritores relevantes de Madrid. Esto sucedió por una inclinación cada vez más acuciante hacia al sacerdocio, pero ¿por qué de repente decidió cambiar su estilo de vida a uno alejado de los devaneos amorosos? Parece ser que para Lope de Vega fueron fehas de una profunda crisis existencial, impulsada probablemente por la muerte de parientes próximos.
Juana de Guardo sufría frecuentes enfermedades y en 1612 su hijo Carlos Félix murió de fiebres. El 13 de agosto del año siguiente, fallecía también Juana, quien sería su última esposa, al dar a luz a Feliciana. Tantas desgracias afectaron emocionalmente a Lope, quien en 1614 decidió al fin ser ordenado sacerdote.
En contra de lo que pueda parecer, el sacerdocio no templó su sangre y de esta época, de 1615 en concreto, se conoce a otra de sus amantes Lucía Salcedo (actriz, «La loca» en sus obras).
Pero de quien se enamoró por última vez en sus últimos años de vida, fue de Marta Nevares (Amarilis o Marcia Leonarda), nacida en 1591 y casada, lo que podría haberse considerado un sacrilegio.
De ella tuvo una hija, Antonia Clara, nacida en 1617, fecha en la que también encerraría a su otro hijo, Lope Félix, en un asilo por su comportamiento.
En 1619 murió el marido de Marta y aunque en el año 1627 ingresó en la Orden de Malta, Lope cuidaría de ella en su casa durante todo ese tiempo. La causa, una ceguera y ataques de locura. Ella acabaría muriendo en 1632, con 41 años.
A pesar de su éxito literario y de los honores que recibió del rey y del Papa, sus últimos años fueron infelices.
En 1625 se prohibió imprimir comedias en los reinos de Castilla y las suyas ya no gozaban del antiguo éxito. Se debía ello a la aparición en la escena literaria de nuevos poetas y comediógrafos que reclamaban el puesto en los gustos de la Corte.
El hijo que había encerrado en un asilo, salió del mismo y quizá siguiendo las aventuras de su padre acabó muriendo en un naufragio en Venezuela cuando intentaba pescar perlas.
Su hija, Antonia Clara, la única que en sus últimos años acompañaba a su padre en casa, huyó del hogar con 17 años, seducida por Cristobal Tenorio, Caballero de la Orden de Santiago, un protegido del Conde-Duque de Olivares y ayuda de cámara del Rey.
El 27 de agosto de 1635, a las 17:45, Félix Lope de Vega y Carpio cerró los ojos por última vez, a los 73 años.
Como curiosidad:
Otros enlaces de interés:
Enlaces a páginas web que aportan información relevante sobre Lope de Vega
Proceso de Lope de Vega por libelos contra unos cómicos
BIBLIOGRAFÍA:
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¹ El Siglo de Oro de la Literatura española es el periodo de mayor esplendor cultural comprendido desde la publicación de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija en 1492, hasta la muerte de Calderón, en 1681, o lo que es lo mismo, abarca desde el reinado de los Reyes Católicos, al de Carlos II (siglos XVI y XVII). Se desarrolla toda la época clásica o de apogeo de la cultura española, esencialmente el Renacimiento del siglo XVI y el Barroco del XVII.
² Libelo. Escrito en el que se denigra o infama a alguien o algo. Libro pequeño.
³ Galeón. Galera pequeña y rápida que realizaba labores de exploración. Como evolución de la galera y para aprovechar su maniobrabilidad surge a mediados del S. XVI el galeón, que durante 150 años fue el buque de guerra por excelencia. A mediados del S. XVII, el galeón evolucionó hacia barcos más grandes, con menor ornamentación y mayor eficacia y potencia de fuego. El galeón está íntimamente vinculado a la Historia de España.
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Y el señor que volvía de Atapuerca.
Por Carmen Herrnaz.
En este capítulo se hace un guiño a Atapuerca, pero, ¿a qué período concreto iba este “pobre” funcionario resignado, disfrazado de cavernícola? Y digo cavernícola porque llevar una piel tapando lo púdico pero que no calienta nada no tiene sentido. Seguramente la ropa confeccionada fuera mucho más elaborada de lo que los creadores de disfraces se piensan, sólo hay que ver pueblos actuales como son el conjunto de Inuits o esquimales. ¡Y no hablemos del despeinado! Pero de eso ya escribiré otro día.
Este pobre funcionario,- ¡quién pudiera ir! como pensamos muchos de nosotros cuando vimos el capítulo- viaja a la Sierra de Atapuerca. En la actualidad, es un conjunto de yacimientos de diversos periodos. Este pequeño paraíso estuvo poblado por diferentes homínidos desde hace 1,2 millones de años hasta la Edad del Bronce (ca. 5000 BP).
No me extenderé ni entraré en detalles puesto que cada yacimiento, dentro del conjunto, tendrá su propio protagonismo en otras secciones de la web.
ÉRASE UNA VEZ UNA MONTAÑA MÁGICA…
Muchos conocéis la historia de su descubrimiento, sobre la construcción de la trinchera del ferrocarril que se realizó en el siglo XIX sin embargo, Cueva Mayor era conocida desde el siglo XVII. En 1868 se publicó una descripción detallada de la cueva.
A la par que se hacían estos estudios se producía la destrucción y la expoliación de los yacimientos. En 1910, Jesús Carballo descubre las pinturas del Portalón y, en 1962 los espeleólogos advierten de la existencia de fósiles en la trinchera. A partir de 1963 comienzan excavaciones en la Trinchera y Cueva Mayor.
En 1976 se descubren los restos de la Sima de los Huesos: tres mandíbulas que van a parar a manos del paleontólogo Emiliano Aguirre quien pide los permisos necesarios para realizar las pertinentes excavaciones en la Sima que comenzarán en 1978.
Desde 1900 hasta la actualidad, las excavaciones pasan a estar dirigidas por J.L Arsuaga, J.M Bermúdez de Castro y E. Carbonell.
CON MUCHOS TESOROS ESCONDIDOS…
¿Qué tiene esta zona para haber sido poblada desde hace tanto tiempo?
Esta zona está limitada por los ríos Arlanzón y Vena y la sierra de la Demanda. Es parte del corredor de la Bureba que conecta el valle del Ebro con la cuenca del Duero. Ello implica un paso de diferentes especies animales, incluida la nuestra, un acceso a materia prima para fabricar herramientas como son los cantos de cuarcita del río, dominación visual del territorio y cuevas en las que refugiarse.
Los yacimientos que se encuentran en la trinchera del ferrocarril son:
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Otros yacimientos fuera de la trinchera son:
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REFERENCIAS:
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Sobre el poema épico caballeresco Orlando Furioso, de Ludovico Ariosto.
Por Irene Godino
En el segundo capítulo también han nombrado el Orlando furioso de Ariosto.
El Orlando furioso es uno de los mejores poemas épicos caballerescos de su tiempo, escrito por el autor italiano Ludovico Ariosto (Reggio Emilia, 8 de septiembre de 1474 – Ferrara, 6 de julio de 1533) y publicado definitivamente en 1532. Está considerado como una obra maestra del Renacimiento y dejó una honda huella en la literatura española. Ludovico es también autor de obras como El nigromante o La alcahueta, entre otras.
Ariosto propuso a otros ingenios proseguir su obra en su canto XXX si conseguían hacerlo mejor, y Lope de Vega realizó una de las dos continuaciones más famosas que retoman los amores de Medoro y Angélica en «La hermosura de Angélica» (1602).
Según el propio Lope, escribió la continuación en los momentos que le dejaba libre la vida marinera cuando iba a borde el galeón San Juan de la mal llamada Armada Invencible (ya se ha visto anteriormente la duda que hay sobre este hecho).
Pero no solo el dramaturgo madrileño se aventuró a proseguir la obra de Ariosto. Luis Barahona de Soto también escribió la otra también afamada continuación en «Las lágrimas de Angélica» e incluso otra gran figura de la literatura española y mundial, Miguel de Cervantes, cita o imita a menudo al Orlando ariostesco en El Quijote, siendo fuente de inspiración para alguna de sus aventuras y para los poetas renacentistas en general.
Si os resulta extraño que los autores escribiesen continuaciones de las obras de otros, hay que tener en cuenta lo que señala Micó (1998): «La poesía épica del siglo XVI nace y se desarrolla bajo el signo de la reescritura. Cada texto establece con los anteriores una relación que no es la de la mera intertextualidad, formando una suerte de <<macrotexto>> siempre abierto cuyas partes, más que complementarse, aspiran a representar o asumir el conjunto de sus elementos constitutivos.«
Pero, ¿cuál es el argumento de este poema épico?
Supone una continuación de otro poema caballeresco sin acabar del poeta Matteo Maria Boiardo, Orlando enamorado, y trata del amor que este personaje le profesa a Angélica dentro del contexto de las leyendas de Carlomagno y de la guerra de los caballeros cristianos contra los sarracenos.
Pero bajo esta trama épica, fabulosa y legendaria, la obra ofrece una consciente y aguda descripción de la civilización del renacimiento italiano y todos los motivos poéticos, las aspiraciones literarias, los ideales humanos y las situaciones históricas de esa época se sintetizan en ella. Además, el poema, del que Maquiavelo dijo que era «hermoso en todo y en muchos lugares admirable«, consiguió otorgarle a un género originariamente pobre y popular la medida y la calidad lírica de las obras clásicas.
Si queréis leer la obra de Ludovico Ariosto, a través del Proyecto Gutenberg podéis acceder a su lectura en varios formatos: http://www.gutenberg.org/ebooks/615?msg=welcome_stranger
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BIBLIOGRAFÍA:
Biografías y Vidas. Ludovico Ariosto [en línea]: <http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/ariosto.htm> [Consulta: 2 marzo 2015)
MICÓ, José María. Épica y reescritura en Lope de Vega [en línea] Seminari d’edició de Textos. Universitat Pompeu Fabra, Barcelona. Criticón, 74, 1998, pp. 93-108. <http://cvc.cervantes.es/literatu…/criticon/…/074/074_095.pdf> [Consulta: 2 marzo 2015]
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¿Y quién es ese Marqués de la Ensaimada del que nos habla la secretaria Angustias?
Pues de la ensaimada nada, de la Ensenada y, aunque su figura es compleja y podría abarcar párrafos y más párrafos, vamos a resumir brevemente quién fue y qué hizo.
De nombre Zenón de Somodevilla y Bengoechea (sí, sabemos que es más fácil de la ensaimada) el Marqués de la Ensenada fue un estadista y político ilustrado español que vivió entre los años 1707 y 1781, siendo un importante miembro del gobierno español que desempeñó cargos como el de Secretario de Hacienda, de Guerra y Marina o de Indias. Asimismo, fue Superintendente General de Rentas, Lugarteniente General del Almirantazgo, Secretario de Estado y Notario de los Reinos de España. Y, para terminar, Caballero del Toisón de Oro y de la Orden de Malta. Todo ello durante los reinados de los reyes borbones Felipe V, Fernando VI y Carlos III.
Hombre de la Ilustración, su legado quedó plasmado en lo que se conocen como las Reformas de Ensenada:
Uno de los hitos que se le atribuyen es haber devuelto a la monarquía española el esplendor que tantos años de guerras inacabables habían ensombrecido:
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«Las monarquías bien gobernadas cuidan con preferencia a todo del Real Erario y de que todos los vasallos no sean pobres.»
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«Porque rica, la Monarquía respetada de todos será, y pobre, de todos será despreciada.»
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BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS:
CONTEXTO La guerra civil catalana se enmarca en un periodo de guerras civiles también en…
Recesvinto murió el 1 de septiembre del año 672 en la localidad de Gérticos. Allí…
Las Juventudes Hitlerianas (en alemán Hitlerjugend, o simplemente HJ) se formaron en julio de 1926…
El Bazar de la Caridad era un mercado benéfico que se celebraba anualmente en París.…
Acostumbramos a visualizar al hoplita griego como un guerrero cubierto de bronce de los pies…
En la antigua Grecia vivió el pintor más importante de toda la antigüedad: Apeles (nacido…
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Hola buenas tardes, quería saber si usted puede resolver una duda que tengo y es acerca de unos dijes que tuvieron carlos III, Felipe II y felipe XIV en sus collares. Parece ser un cerdo colgado pero no estoy segura, de ser así quisiera saber si se trata de una muestra en contra delos judeoconversos ya que en el siglo XVII el término marrano se utilizó de forma extensiva y peyorativa para designar a todos los judeoconversos y a sus descendientes. Entonces que creencias o a que religión pertenecían los reyes españoles?
Aquí el link de una foto para que pueda ver en detalle a lo que me refiero.
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Hola,
¿te refieres al Toisón de Oro? En ese caso, no es un cerdo sino un carnero y puedes leer someramente sobre ello en Wikipedia, donde está bien explicado (http://es.wikipedia.org/wiki/Orden_del_Tois%C3%B3n_de_Oro). En cuanto a cuestiones judeoconversas, te remito al Análisis Histórico del cuarto capítulo de la serie, donde se trata un poco sobre ello.
Un saludo.
Os ha faltado una referencia a la persona de Gil Pérez
Os ha faltado una referencia a la persona de Gil Pérez