Este mes, Arqueología & Historia nos trae un interesante segundo número relacionado con la vida cotidiana y los bajos fondos de las ciudades del imperio romano. Somos herederos no sólo de sus conocimientos tecnológicos sino también de sus costumbres y de su forma de vida. Si no nos creéis, seguid leyendo e identificaréis muchos elementos que nos rodean incluso hoy en día.
– “La inseguridad en la Antigua Roma: crimen, violencia y disturbios”, por Hélène Ménard (Aroa Velasco)
La inseguridad en las calles de Roma y el control policial de los crímenes son objeto de estudio por parte de Hélène Ménard, profesora en Historia Romana en la Universidad Paul Valéry-Montpellier y especializada en el orden público en Roma.
Esta inseguridad se debe a la criminalidad más o menos organizada, sobre todo centrada en algunos barrios romanos, como el de la Suburra y en los alrededores, y que gracias al mapa a doble página que incluye el artículo, podemos ver dónde se concentraba y su difusión.
Debido a esto, el poder imperial debía hacerlo frente para seguridad de sus propios ciudadanos, y es por ello por lo que Augusto organizó cierto control policial.
– “Callejeros. La circulación y la vida a pie de calle en la capital”, por Ray Laurence (Carmen Herranz)
A través de autores como el satírico Juvenal, Suetonio o Marcial, Ray Laurence nos trae una visión cercana de la gran Urbs. Desde el bullicioso centro portuario, con los precarios y ruinosos insulae en donde se aglomeraban las familias, hasta las tabernae que estrechaban aún más calles. Los autores nos dan de esta parte de la ciudad una visión marcada por la suciedad y los problemas a pesar de las legislaciones sobre limpieza y sobre el cuerpo de seguridad que existían.
Frente a esta bulliciosa zona se alzaban las siete colinas, área en donde se situaban jardines y templos por los que la gente pudiente paseaba.
Se plantea en este artículo un contraste que no difiere mucho de las ciudades mediterráneas: pisos en donde viven familias apiñadas, el tráfico constante, las obras o el bullicio que se forma debido a éstos, accidentes o derivado de la venta ambulante. Es algo que no ha cambiado en 2.000 años.
– “Control policial, represión y seguridad privada en la ciudad de Roma”, por Benjamin Kelly (Aroa Velasco)
El artículo escrito por Benjamin Kelly, licenciado por la Universidad de Sydney, doctor por la Universidad de Oxford y actualmente profesor asociado en el Departamento de Historia de la Universidad de York (Toronto) es uno de los más interesantes de este 2º número de Arqueología & Historia Desperta Ferro.
Kelly nos va a hablar de las distintas fuerzas policiales existentes en época republicana y durante el principado, además de sus funciones (que no son del todo claras) y los castigos que se infligían.
Durante la época republicana tenemos dos fuerzas policiales que juntos eran muy poco numerosos: los tresviri capitales, entre cuyas funciones están la de supervisar la prisión de la ciudad y patrullar las calles (sobre todo en cuanto a prevención de incendios); y los aediles, encargados de controlar los espectáculos y reprimir ciertos comportamientos.
Por su parte, durante en Principado, contamos con muchos más efectivos divididos en varios grupos: las fuerzas militares con los pretorianos y las cohortes urbanas, y las fuerzas paramilitares, con los vigiles. Respecto a sus funciones, debemos consultar las fuentes clásicas que nos hablan de tareas policiales de distinto tipo, siendo sobre todo tareas de patrullamiento, como nos muestra la fantástica ilustración que acompaña al artículo sobre unos vigiles que han hallado a una bruja realizando sacrilegios.
Por otro lado, lo más conocido respecto a este tema son los castigos que se realizaban a los malhechores, y que dependían de su condición social. El primer destino que recibían eran las prisiones, que servían para los que estaban pendientes de juicio y/o castigo; y a continuación tenía lugar el castigo, que tenía una intención disuasoria.
– “La voz del pueblo. Clases bajas y violencia políticamente motivada en las calles de Roma”, por Gregory Aldrete (Aroa Velasco)
El artículo de Gregory S. Aldrete, Frankenthal Professor de Historia y Estudios Humanísticos en la Universidad de Wisconsin-Green Bay comienza contando una reyerta entre dos políticos del siglo I a. C: Tito Anio Milón y el famoso Publio Clodio Pulcro.
Este tipo de reyertas violentas entre políticos eran muy comunes en las calles de Roma, y más si se acercaban comicios. Y es que los políticos se rodeaban de bandas armadas, conformadas por la clientela, esclavos, libertos, gladiadores, etc., dispuestos a ejercer la violencia por su protector, siendo la banda de Clodio la más conocida.
Tanto es así que llegaron a formarse los llamados collegia, asociaciones de gente del común dispuestos a la violencia por cualquier precio.
Por otro lado tenemos la violencia ejercida por el pueblo, sobre todo por parte de las clases más bajas, ya que el sistema siempre favorecía a los más ricos. Y tenemos constancia de numerosas manifestaciones con sus eslóganes, que muchas de ellas acababan en vandalismo.
Un ejemplo de esta violencia la podemos ver en la ilustración que acompaña al artículo, en donde la gente se vuelve violenta en el puerto de Ostia por alcanzar la escasa comida que llegaba.
– “Infames y famosos. La seducción del mundo del espectáculo en Roma”, por David Vivó (Carmen Herranz)
En este artículo, D. Vivó i Codina expone el contraste entre la moral conservadora romana, dignitas; aunque esto es aparentemente en numerosas ocasiones, sólo hay que leer a Suetonio para ver que hubo emperadores que no seguían el estilo de vida que imponía la dignitas; aunque si es cierto que hubo emperadores que agravaron las sanciones como Augusto o Tiberio, entre otros.
En contraste a esta dignitas se encuentran las actividades calificadas de infames: las carreras en el circo, los combates en el anfiteatro y las obras teatrales. El propio conservadurismo hacía atrayente este tipo de espectáculos, incluso el propio Calígula era asiduo del equipo verde en las carreras del circo. Lugar en donde, a diferencia de otros espectáculos, los distintos sexos podían mezclarse-según Ovidio en su Ars Amandi, un buen lugar para buscar escarceos amorosos. Y eso es una de las cosas que más temían los patriarcas romanos, la mezcla de sangre debido a relaciones con esclavos, gladiadores, aurigas o actores de teatro.
Algunos de estos, a pesar de dedicarse a actividades infames llegaron a sumar grandes beneficios y fama como el auriga lusitano Gaius Apuleius Diocles.
Estos son algunos datos extraídos del artículo, otros datos curiosos como el origen de los combates de gladiadores, o la versión femenina de éstos (las gladiatrices) o el “merchandising” derivado de estos espectáculos.
– “Camas de obra. El negocio del sexo en Pompeya”, por Joaquín Ruiz de Arbulo (Carmen Herranz)
Los anuncios de contactos actuales tienen sus orígenes en la antigüedad, tal y como se ve en las paredes e incluso tumbas de Pompeya. J. Ruiz de Arbulo nos acerca al mundo sórdido y a la vez cotidiano del mundo de la prostitución y qué mejor ejemplo que un momento congelado en el tiempo
El autor nos acerca a la prostitución tanto femenina como masculina, era una actividad infame y obviamente una de las más atrayentes para la puditicia romana. Las prostitutas eran mujeres libres que huían de la miseria, debían estar censadas y se las reconocía por su vestimenta y su cabello rojizo.
En Pompeya se pueden observar diversos modos de explotación sexual en función del lugar en donde ejercían su profesión que no sólo se reducía al exterior y entre las clases bajas. Los locales solían reducirse a pequeñas celdas con camas de obra. Son, famosos los frescos con escenas sexuales, tanto de lupanares como de las domus de Pompeya; en estos lupanares podemos encontrar nombres y frases de clientes-tanto satisfechos como insatisfechos-. Solían situarse en lugares estratégicos, cerca de negocios como las termas o los mesones. También aparecen anuncios en los que se puede ver el servicio y el precio.
Esto y otros datos como la figura del proxeneta en el mundo romano, se pueden leer en este interesante artículo.
– “Vivir en los bajos fondos de la Urbs. Mitos y realidades”, por Cyril Courrier y Jean-Pierre Guilhembet (Aroa Velasco)
La visión de la vida en las ciudades que nos han legado las fuentes escritas antiguas es muy negativa, según Cyril Courrier, profesor de Historia Romana en la Universidad de Aix-Marseille, y Jean-Pierre Guilhembet, profesor de Historia Romana en la Université Paris-Diderot, autores del presente artículo.
Esta visión tan negativa procede de autores como Catulo, Petronio o Plauto, pero ¿esto es así?
Claro está que Roma debía ser una ciudad densamente poblada, con mucha pobreza en sus calles; además, como ciudad, debía de tener malos olores, ausencia de higiene, violencia, y el alojamiento consistía en cuchitriles de baja calidad y de precios abusivos, sobre los que encima se especula (la burbuja inmobiliaria no la hemos inventado nosotros). Podemos ver la vida cotidiana de una de estas viviendas gracias a la ilustración que acompaña el artículo, en donde podemos ver los diferentes usos de la vivienda.
Sin embargo, si nos vamos a los restos arqueológicos (escasos por la constante ocupación) vemos que la realidad no era tan terrible, ya que se nos han conservado incluso las viviendas, con lo cual no debería ser de tan mala calidad.
Pero entonces ¿cuáles eran los bajos fondos de Roma? Para encontrarlos tenemos que irnos a la periferia, y estudiar la etimología de las palabras referentes a ciudad que tenemos. Y no debemos olvidar los barrios estigmatizados, como el de la Suburra, que no era tan bajo fondo como siempre se ha creido.
– Introducción al nº3 «El tesoro de la Mercedes»: De tesoros hundidos a documentos históricos, por Xavier Nieto (Irene Godino)
En octubre llegará la tercera entrega de Arqueología e Historia, dedicada esta vez al tesoro de las Mercedes, los tesoros sumergidos y la arqueología náutica.
En él, su autor rompe una lanza a favor de la arqueología subacuática señalando las malas prácticas de las empresas cazatesoros que han asolado el patrimonio histórico sumergido en pos del propio beneficio económico. Si bien la arqueología, entendida como investigación histórica y científica, entiende el navío hundido como documento histórico imprescindible que refleja el tiempo y la sociedad en que existió y como un bien público a conservar y restaurar -aún sin los suficientes medios económicos para realizar su labor ni la debida repercusión mediática-, las empresas encargadas del expolio lo conciben como un objeto susceptible de valor económico y bursátil, tratando a tal efecto las piezas extraídas y olvidando datos en el fondo del mar que serían de vital importancia.
Sin duda, Xavier trata de disolver ese halo romántico del que estaban rodeados estos modernos cazadores de tesoros, detallando el modus operandi de este tipo de empresas y desmintiendo mitos sobre la arqueología subacuática y el expolio sufrido en estos yacimientos.
Sin embargo, en las últimas décadas han surgido leyes proteccionistas –de las que se habla en el texto- que han ido acotando la permisividad de estas empresas y su campo de actuación a nivel internacional. Ilustra ésto último con el proceso judicial que enfrentó al Estado español con la empresa Odissey por el expolio de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes y que culminó tras varios años con el regreso a España de su cargamento.
El artículo se complementa, como es habitual, con una bibliografía que puede ampliarse a través de la web de Arqueología e Historia, fotografías y un mapa central del patrimonio español sumergido en nuestras costas en los que se ha trabajado en los últimos años.
Hoy en día el cazatesoros viste de traje y se mueve perfectamente por los despachos oficiales, los centros financieros y las bolsas de las principales ciudades.
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