Para los extranjeros, los concursos de novias eran una curiosa costumbre moscovita, heredada a su vez de los kanes mongoles.
La idea era escoger candidata entre la baja nobleza y evitar así disputas entre las facciones de boyardos, ya que eso podía darle demasiado poder a un clan o hundir a otro. Ivan el Terrible fue el primer zar en utilizar este recurso para buscar esposa al ser coronado, con solo 16 años.
La primera fase era una criba de candidatas. Podían presentarse un gran número de ellas; para el concurso de novias de Iván el Terrible fueron alrededor de quinientas antes de pasar a la segunda fase.
Ésta es la “revista”, y a las que llegaban a ella se las sometía a un riguroso examen tanto del Director de Secretaría de la Gran Corte como de los médicos reales. Se buscaba en especial que fueran sanas y fecundas, por lo que se comprobaban los antecedentes personales y familiares.
A las descartadas de la revista se las enviaba de vuelta a su casa con regalos y solo seis candidatas pasaban a la final, en la que era el propio zar el que elegía a su futura esposa entregándole su pañuelo y un anillo de oro.
La “afortunada” y el padre se cambiaban el nombre para que quedara claro su nuevo parentesco con la realeza y la novia debía trasladarse al Palacio de los Térem con su madre para ser adiestrada.
Pero su educación como futura zarina no era el único motivo por el que se las encerraba. También había que protegerlas porque, como era de esperar, el concurso no estaba exento de trampas. Toda familia poderosa aspiraba a encumbrar a una pariente, aunque su parentesco fuera muy muy lejano. Como la elección final dependía exclusivamente del zar, necesitaban asegurar que una o más de sus candidatas pasaran a la final. Y si cuando llegara el momento la elegida no era conveniente, siempre podían apartarla de alguna otra forma.
En el caso de María Khlopova, la elegida de Miguel I, tenía en la corte varios opositores poderosos, incluida su propia suegra. Un día vomitó y se desmayó delante de todos, y aunque su tío la excusó diciendo que había comido demasiado, se la acusó de estar escondiendo alguna enfermedad. Mientras los médicos la examinaban, sus enemigos le siguieron suministrando medicamentos que le hacían tener vómitos y convulsiones. Por supuesto, ya no se casó con el zar.
Lo más habitual en estos casos era que los concursos se convirtieran en meras tapaderas y el zar, influenciado por sus propios familiares o cortesanos cercanos, eligiera a una candidata concreta ya premeditada.
Si quieres utilizar este texto perteneciente a La Misma Historia, no olvides citarnos de la siguiente forma:
Elías Viana, Marta: Los Concursos de Novias de los zares (6 de noviembre de 2017), en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/concursos-novias-zares/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]
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