ANTES DE LA MAGIA: EL CAMINO HACIA LA ERUDICIÓN Y SU INTERÉS POR EL ESCAPISMO

Sus primeros años no fueron como Harry Houdini, sino como Erik Weisz. Nació en Budapest el 24 de marzo de 1874, pero se crió desde los cuatro años en Appleton, Wisconsin, donde su padre fue trasladado para ejercer de rabino. Empezó a trabajar desde niño en pequeñas tareas como limpiar zapatos y vender periódicos para ayudar económicamente a su familia. Fue en esa etapa donde vio actuar por primera vez a un mago —el Dr. Lynn— y se sintió atraído por el espectáculo. Trabajó después en un circo, primero como trapecista y luego haciendo trucos. Tras eso, su familia se trasladó a Nueva York y Erik aprovechaba sus ratos libres para entrenar físicamente y estudiar magia. Su nombre artístico procede de su fascinación por Jean Eugène Robert-Houdin, el ilusionista francés que fue padre de la magia moderna, tras leer su biografía en 1890.

A lo largo de su vida, Houdini estudió a fondo a sus predecesores y sus trucos y se hizo con una importante biblioteca especializada sobre magia que, donó a la Biblioteca del Congreso de Washington a su muerte. En sus inicios practicaba juegos de cartas, pero se fijó entonces en los que serían sus futuros enemigos: los espiritistas. Éstos se hacían atar durante algunas sesiones para no ser acusados de fraude, y sospechaba que se liberaban en secreto para poder poner en práctica la escenografía, lo que le hizo desarrollar la idea del escapismo como atracción principal del truco.

Hizo también incursiones en otros ámbitos, como el cine, la aviación o una colaboración en un relato de H.P. Lovecraft llamado Bajo las pirámides, en el que aparece él mismo.

 

SUS TRUCOS MÁS FAMOSOS

El bidón de leche: Fue un truco de su invención mostrado por primera vez en San Luis en 1908. En él, se introducía en un bidón estrecho y lleno de agua. Pedía al público que contuviera la respiración a la vez que él mientras escapaba, y tras eso se cerraba la cortina. La realidad es que no tardaba demasiado, pero esperaba un tiempo antes de volver a salir a escena para darle más dramatismo mientras la orquesta tocaba creando el clímax. A veces, incluso se sentaba a leer el periódico. El secreto era un revestimiento sin fondo oculto en el interior, que Houdini empujaba hacia arriba sin más complicación.

La metamorfosis: En este escape, Houdini se ataba e introducía dentro de un saco, y a la vez dentro de un baúl. Éste se ataba también y se aseguraba con candados. Entonces su ayudante, que solía ser Beatrice Rahner —más adelante conocida como Bess Houdini, su mujer—, se subía encima, levantaba una cortina y cuando ésta bajaba, ambos se habían intercambiado. Houdini aparecía liberado sobre el baúl y, tras abrir todos los cerrojos, la ayudante se encontraba en el interior.

La cámara de tortura china: Tardó cinco años en desarrollar este truco, pero se convirtió en uno de los más famosos. Posiblemente todos lo hayamos visto homenajeado o parodiado en infinidad de series y películas. Se trataba de ser sumergido bocabajo, colgado de los pies, en un gran tanque de agua. Con la teatralidad que le caracterizaba, el espectáculo se llevaba a cabo con dos personas a cada lado del acuario enarbolando sendas hachas para romperlo en caso de que hubiera problemas. Lo último que veía el público antes de que una cortina cubriera el tanque era su cara de pánico simulando ahogarse.

Houdini y la elefanta

Ocultando el elefante: Houdini quiso ir más allá de los conejos y las palomas que utilizaban otros magos para sus trucos. Por eso, este se llevó a cabo en el Hipódromo de Nueva York con una elefanta de cinco toneladas —de nombre Jennie—. Ésta se desvaneció ante la vista del público cuando el ilusionista le disparaba con una pistola. Nadie ha sabido nunca cómo realizó este truco, y el secreto murió con él. El único testimonio es una fotografía previa a la desaparición del animal.

Liberarse de todo tipo de ataduras: Este fue su gran distintivo y el que le otorgó el apodo de “el rey de las esposas”. Houdini se especializó en fugas atado con cadenas, cuerdas, esposas o camisas de fuerza y en distintas condiciones. Él mismo ofrecía a diversos expertos o fabricantes que intentaran probar en él sus materiales, pero consiguió escapar en todos los casos. Tenía una predilección especial por los números relacionados con el agua. Se conoce un incidente en su niñez en el que estuvo a punto de morir ahogado, por lo que resultaba llamativa su atracción hacia números en los que existía el peligro de ahogarse. Por supuesto, existen múltiples hipótesis al respecto, como la de superar el trauma o la fascinación por la muerte.

El truco, en este caso, era doble. Por un lado, un entrenamiento físico de alto nivel, superando incluso al de deportistas y atletas profesionales. Su excelente estado físico y la práctica continua de sus números eran su mayor ventaja. Pero también el hecho de aprender a ocultar llaves o ganzúas en sitios donde no podrían encontrarlos en caso de ser examinado, es decir, en los orificios de su cuerpo. El ejemplo menos escatológico sería el de tragarse las llaves y regurgitarlas luego, para lo cual se requiere también mucha práctica.

Conforme envejecía, su cuerpo ya no respondía de la misma forma, así que tuvo que dejar de lado algunos trucos y promocionar otros. En sus últimos tiempos de proezas se dedicó en varias ciudades a escapar colgado de una cuerda en una grúa, bocabajo y con una camisa de fuerza, pese a que eso también resultara extenuante y tuviera que acabar dejándolo.

 

PIONERO DE LA AUTOPROMOCIÓN Y EL COPYRIGHT

Cartel promocional de su espectáculo

En esta época, la rivalidad entre magos era feroz, por lo que buscaban alguna manera legal de impedir que sus trucos fueran copiados. Houdini vio como sus imitadores lo hacían con números como el del Bidón de Leche, y no solo los denunciaba judicialmente, sino que se presentaba en sus exhibiciones para desmantelar el truco y humillarlos. El primero que el mago registró oficialmente con copyright fue el de la Cámara de Tortura China.

Por otra parte, la fama que se labró fue en gran medida gracias a su propia autopromoción. Su método más habitual era presentarse ante el jefe de policía o los periodistas y anunciarles su reto. Entonces, los periódicos se hacían eco y corría la voz de forma que el espectáculo era un acontecimiento esperado y multitudinario. Y no solo eso, sino que cuando terminaba el truco con éxito, la prensa publicaba su hazaña y le generaba más publicidad.

 

LA CRUZADA PERSONAL CONTRA EL ESPIRITISMO

El fallecimiento de su madre, por la que sentía un apego especial, marcó un antes y un después en la vida y la carrera de Houdini. En aquellos momentos, el espiritismo estaba en auge. Tras la Gran Guerra, los muertos se contaban por millones y hubo quien vio oportunidad de negocio aprovechándose del dolor de muchas familias por la pérdida de sus seres queridos. Fue un incidente con una de estas médiums el que dio un giro a su carrera y la orientó a desenmascarar fraudes de este tipo. Ésta aseguraba haber recibido un mensaje “literal” de su madre. Dicho mensaje estaba en inglés, lo encabezaba una cruz y en él le llamaba Harry, cuando su madre solo hablaba una mezcla de yidis, húngaro y alemán, era judía y no usaba con su hijo su apodo artístico, sino Erik.

Este hecho lo indignó tanto que trató de desenmascarar a los espiritistas por todos los medios posibles. Publicó artículos al respecto en la revista Scientific American, declaró contra esta doctrina en el Congreso y se colaba en las sesiones que organizaban —a veces disfrazado— para sacar a la luz los fraudes. Incluso ofreció una recompensa a quien demostrara que tenía poderes reales, pero, por supuesto, nadie llegó a cobrarla.

Fue este asunto el que le enemistó con su amigo Sir Arthur Conan Doyle, autor del célebre personaje Sherlock Holmes. Éste creía en el mundo espiritual y se volcó especialmente en él tras la muerte de su hijo, a la vez que Houdini se radicalizaba hacia el extremo contrario. El propio mago le había contado personalmente algunos de sus trucos y, pese a eso, el escritor llegó a convencerse de que su amigo tenía poderes reales. Llegó un momento en que el enfrentamiento debido a sus posiciones opuestas fue inevitable.

Houdini (centro) con Arthur Conan Doyle (izquierda) y su familia

SU MUERTE Y EL ÚLTIMO INTENTO DE PROBAR A LOS ESPIRITISTAS

Houdini falleció de una peritonitis el 31 de octubre de 1926, con 52 años. Se ha achacado a un incidente que tuvo en los días previos, en el que unos estudiantes universitarios de Montreal quisieron retarle para comprobar su legendaria resistencia física. El mago aceptó, pero lo golpearon en el abdomen antes de que pudiera prepararse. Aguantó con entereza los golpes, pero éstos le produjeron una rotura del apéndice. Es posible que estuviera inflamado días antes de este suceso, pero sin duda precipitó el final del ilusionista. Houdini quiso trabajar hasta el final, aun con fiebre y dolor. Sin embargo, tras desmayarse dos veces durante una actuación, tuvo que ser trasladado a un hospital, donde aguantó varios días antes de rendirse, como le confesó a su hermano poco antes del desenlace. Fue enterrado en el cementerio de Mont Royal, en Montreal, Canadá.

Harry y Bess Houdini

A su entierro acudieron unas dos mil personas, y para algunos podía ser su último gran truco, ya que había dejado un último reto para los espiritistas: había acordado con su mujer un código de diez palabras, irónicamente sacadas de una carta de Arthur Conan Doyle, que tendría que darle como clave cualquier médium que asegurara haber contactado con él tras su muerte. Varios lo intentaron, y algunos incluso publicaron un falso testimonio de Bess Houdini en el que aseguraba que le habían revelado el código. Todo fueron fraudes. Bess mantuvo abierta esa posibilidad hasta una década después, cuando, tras una última sesión, apagó la vela que mantenía encendida junto a la fotografía de su esposo y dijo que: «diez años son suficientes para esperar a cualquier hombre.»

Desde entonces es tradición para magos e ilusionistas invocar al espíritu de Houdini cada 31 de octubre.

 


BIBLIOGRAFÍA

  • Doyle, Arthur Conan: Arthur Conan Doyle contra Houdini. La Felguera, Madrid, 2014.
  • Gomato, Sandro: Doyle vs. Houdini: Una cuestión de espíritus en Revista Cactus [Blog]. Recuperado en: http://revistacactus.com/doyle-vs-houdini-una-cuestion-de-espiritus/
  • SILVERMAN, KENNETH “Houdini: The Career of Ehrich Weiss” (1997)
  • http://www.microsiervos.com/archivo/mundoreal/biografia-harry-houdini.html

Si quieres utilizar este texto perteneciente a La Misma Historia, no olvides citarnos de la siguiente forma:

Elías Viana, Marta: Harry Houdini (18 de abril de 2016), en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/harry-houdini/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]

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Marta Elías

Barcelonesa residente en Vigo. Inició la licenciatura de Historia en la UB, que ahora continúa en la UNED tras unos años de parón. Es también escritora de novelas de ficción y co-fundadora y administradora de «Por la Grecia de Zeus».

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