Los relatos sobre la creación del mundo forman la base de gran parte de la mitología antigua, una fuente muy importante para el conocimiento de las sociedades de la Antigüedad. Así pues, ni somos los primeros, ni seremos los últimos seres humanos en hacernos a nosotros mismos la pregunta ¿de dónde venimos? Para responder a esto, en época arcaica acudieron al relato mítico. Dentro de este género encontramos el relato de Pandora, la primera mujer humana descrita por Hesíodo en sus obras Teogonía y Trabajos y Días (s.VII a.C.).
Las fuentes
Hesíodo, autor del siglo VII a.C. Fue el primero en poner por escrito de manera ordenada la mitología griega, de forma más completa que otros autores arcaicos. Suele compararse con Homero por su relativa proximidad cronológica (s.VIII a.C.), pero aunque comparten algunas características como la lengua en la que escriben, el carácter de sus relatos es diferente: Homero escribe épica heroica, siempre desarrollada en un ambiente bélico destacando valores como el honor, mientras que Hesíodo se centra en valores moralizantes que hacen referencia al nacimiento contemporáneo de la polis.
Se ha debatido sobre la aparente misoginia del autor como un elemento más de la sociedad del momento, o como una característica propia de Hesíodo. Tuvo influencia en algunos autores como Semónides –El yambo de las mujeres (s. VII a.C.)– y en Focílides (siglo VI a.C). Ambos comparan a las mujeres con todo tipo de animales, estableciendo diversas categorías, de entre las cuales tan sólo una se considera virtuosa: la abeja, por su laboriosidad y por su reproducción asexual.
Sin embargo, en el periodo arcaico hubo actitudes variadas hacia a mujer. El propio Homero, aunque la sitúa en su épica en una posición inferior a la del hombre, la valora como esposa y madre. Su dominio se reduce al hogar y a los trabajos domésticos sin que sus opiniones se tomen muy en cuenta, pero es considerada símbolo de prestigio y una persona a la que sus familiares deben amar. Por otro lado, las poetas, fueron las más benevolentes con la mujer. Entre ellas destaca Safo, que contó con un grupo de seguidores estudiantes y escribió principalmente poesía amorosa.
Misoginia o no, lo que está claro es que los relatos de época arcaica establecen unos roles y símbolos para la mujer, enfrentados a los representados por los hombres, estableciendo una dualidad que quedará fijada en el desarrollo de la sociedad griega de época clásica y post-clásica: el mundo doméstico frente a la guerra y la política, la fuerza de la naturaleza frente a la cultura y la civilización, la luz frente a la noche, o la falta de moderación frente al raciocinio.
Pandora
La figura de Pandora aparece en el contexto del mito de Prometeo. Tras el robo del fuego por parte de éste, Zeus ordena a Hefesto que fabrique un ser a partir de un bloque de arcilla mojada. Debe ser una criatura humana femenina a semejanza de una parthénos –virgen– como Atenea, encargada de vestirla, enseñarle a tejer, y acicalarla.
Hermes es quien se encarga de darle una voz con la que está capacitada para contar mentiras. De este modo, se presenta como un mal necesario con una apariencia atractiva (“καλóν, κακóν”). La creación de la mujer simboliza el punto de inflexión en el que los hombres comienzan a conocer el nacimiento y la muerte, acabando definitivamente con la edad de oro –Hesíodo describe esta etapa en otro de sus relatos: se trata de un pasado remoto en el que dioses y hombres vivían en las mismas condiciones, sin conocer la muerte, ni el sufrimiento, ni tener que preocuparse por hallar alimento–. La mujer se convierte en un elemento necesario para procrear, pues sin ella no es posible tener descendencia.
En Trabajos y Días, Hesíodo establece para ella la siguiente etimología: Pan (Παν) – todo; Dora (δῶρα, plural de δῶρον) – regalo, que se traduce bien como “donadora de todos los presentes” o como “recipiente de todos los bienes”, relacionándose así con la fertilidad de la tierra y, de nuevo, con la necesidad del trabajo del hombre para obtener alimento.
En estas circunstancias, Pandora es presentada ante Epimeteo como regalo por parte de los dioses, vestida de novia y preparada para las nupcias. Desoyendo los consejos de su hermano Prometeo, Epimeteo acepta sin miramientos el presente. Pandora no llega sola, sino que viene acompañada de un recipiente que contiene todos los males del mundo. La curiosidad de la mujer hace que éstos se extiendan sobre los hombres, quedando dentro tan sólo la Esperanza. Otras versiones del mito, como la de Babrio (s. I d.C.) defienden que el recipiente es entregado como regalo de bodas, conteniendo todos los bienes del mundo, que se escapan al mundo dioses al abrirlo, evitando que los humanos puedan disfrutarlos desde entonces. En ambas interpretaciones el hombre sale mal parado por culpa de Pandora y de su irrefrenable curiosidad. Es decir, Zeus envía a Pandora con ese recipiente consciente de que en algún momento lo abrirá, y será el propio Dios quien decida cuando cerrarlo.
El recipiente y la Esperanza que queda relegada implican controversia. Durante mucho tiempo ha existido la idea de que el objeto que portaba Pandora era una caja o una jarra, como se puede ver en muchas de las representaciones posteriores del personaje.
Esto es debido a una mala interpretación atribuida a Erasmo de Rotterdam. En realidad, el objeto del que hablamos es una tinaja si tomamos el texto de Hesíodo; πíθος o dolium en latín, un gran recipiente utilizado para conservar principalmente vino y aceite.
Si esa tinaja contenía todos los males del mundo, es una incongruencia que entre ellos se encontrara la Esperanza, considerada, en principio, como algo positivo. En este sentido tendría más lógica la versión que mantiene que la tinaja contenía sólo bienes, de manera que si el recipiente se abre, estos se escapan, desapareciendo del alcance de los hombres. En la primera versión, la apertura de la tinaja implica precisamente lo contrario: enfrentarse a los males que ahora están liberados. La función del contenedor cambia en cada una de las perspectivas: para los bienes, actúa como recipiente conservador, mientras que para los males actúa como prisión. Algunos autores defienden la reelaboración de un mito tradicional, siendo la Esperanza un elemento añadido por Hesíodo.
En definitiva, la interpretación de la figura de Pandora es compleja: en primer lugar, tiene una faceta de diosa-madre relacionada con la fertilidad, a modo de Gea o Rea humana; en segundo lugar es la primera madre humana y ciudadana, iniciadora del génos gynaikon (γένος γιναικων), sin la que no es posible la concepción de hijos; y en tercer lugar es la poseedora de todos los bienes del mundo, que le van a ser arrebatados, por su culpa, a toda la humanidad. Representa, en síntesis, una concepción de la condición humana y del desarrollo de la vida en la que no puede haber bien sin mal, en la que el género femenino simboliza la parte negativa pero necesaria.
Bibliografía
Fuentes:
HOMERO, Odisea, López Eire, A. [ed.], Madrid, Espasa Calpe S. A., 2007.
HESÍODO, Obras, Fernández Delgado, J. A. [ed.], Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2014.
Monografías y artículos:
GARCÍA GUAL, C., La Mitología: interpretaciones del pensamiento mítico, Barcelona, Montesinos D.L., 1987.
MIRALLES SOLÁ, C., “Hesíodo sobre los orígenes del hombre y el sentido de Trabajos y días”, Boletín del instituto de estudios helénicos¸ Vol. 9, 1, pp. 3-36, 1975.
MOSSÉ, C., La mujer en la Grecia clásica. Madrid, Nerea.
POMEROY, S.B., Diosas, rameras, esposas y esclavas: mujeres en la antigüedad clásica. Madrid, Akal, 1987.
SCHMITT, J., Eve et Pandora: la création de la femme, Paris, Gallimard, 2001.
SUÁREZ DE LA TORRE, E., Antología de la lírica griega arcaica, Madrid, Cátedra, 2002.
Enlaces:
Rossetti Archive: http://www.rossettiarchive.org/
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