Introducción al período arcaico (siglos VIII-VI a.C.)
Cuando nos aproximamos a la Grecia arcaica nos encontramos ante un panorama de ciudades ya organizadas y dominadoras de un territorio más o menos extenso. En estos siglos de arcaísmo se van a formar modelos políticos, culturales, sociales y religiosos que identificamos como nuestra idea de Grecia. La documentación es muy pobre, inscripciones en materiales consistentes y obras literarias compiladas durante el Helenismo y literatura posterior, pero de valor documental desigual. Es la época del crecimiento demográfico, se pasa de una sociedad “pre polis” afectada por la extensión agrícola del siglo VIII a.C. en detrimento del pastoreo a una sociedad urbana. Según Snodgrass (Snodgrass, 1981) se produce una revolución estructural debido al crecimiento demográfico y la urbanización, que unida a la pobreza de los suelos dieron origen a fenómenos ciudadanos y provocaron la colonización de nuevas tierras.
Así, la ciudad arcaica surgió de la unión de varios factores mediatizados por la escasez de recursos. Estos podríamos recogerlos en el fenómeno del sinecismo –el proceso por el cual un conjunto de comunidades antes dispersas se unifican en una estructura habitacional común–, organización militar hoplítica y la concentración de poder en una sede única con un templo común, a menudo extraurbano, murallas y un patrocinio heroico cuyo culto simboliza la unión cívico-militar.
El ejército ya era esencial en esta época tan temprana y las trasformaciones militares desempeñaron un papel decisivo. La falange hoplítica era un hecho consumado en el siglo VII a.C., y todos sus elementos estaban ya configurados: la lanza de acometida, el yelmo, el coselete liso, las cnémides –grebas–, el escudo redondo de asa doble, y la falange compacta, marchando al ritmo del auleta, que guiaba los ejércitos al combate.
La participación en el poder político no tenía reglas definidas, tan sólo una base: el poder heredado o adquirido paulatinamente y que transcurría a lo largo de tres pilares: magistraturas, consejo y asamblea, la trilogía que formaba la ciudad.
Una buena innovación fue la creación de la figura del arconte como una forma de reducir el poder regio, en beneficio de la aristocracia. El Consejo estaba compuesto por aristócratas, incluyendo a los jefes de las grandes familias, con función de consejo y control, y por fin la Asamblea, la que ejercía la soberanía ciudadana, de composición problemática por falta de fuentes, ya que no sabemos si podían participar los ciudadanos que, por renta, no podían ser hoplitas. Por último encontramos la moneda como un hecho tardío proveniente de la ciudad de Lidia a finales del siglo VII, y aunque los grandes valores se tasaban en bueyes, caballos y mujeres por norma general, la moneda se popularizó en Egina, Corinto y Atenas sobre todo.
Características generales del ritual funerario en época arcaica.
El mundo arcaico es el reflejo de una conexión romántica con un mundo pasado de héroes y mitos. La vinculación con los rituales funerarios la encontramos recogida en fuentes como los poemas de Homero y los escritos de Hesíodo. No olvidemos que esta época supone el momento de la plasmación en un soporte físico de las largas sagas orales, por lo que toda familia noble que se preciara tenía un héroe en su herencia familiar. Influenciados por la tradición heroica o no, la cremación primaria es un hecho, famosa como decíamos por las creencias acerca los funerales de los antiguos héroes.
Sociológicamente, se aprecia una notable disminución del número de tumbas a lo largo del período arcaico, algo que chirría frente a la notable explosión demográfica de la que hemos hablado al principio, y es que se aprecia una diferenciación social rígida: la exclusión del rito funerario de menores de diez años y adultos, cuya condición social no era elevada (MORRIS, 1987).
Las fuentes arqueológicas más conocidas provienen del cementerio cerámico ateniense dispuesto en torno a la vía de las Panatenaicas. Se debe tener en cuenta que el entierro de los muertos era un deber sagrado ya que si el muerto no tenía los funerales correspondientes, su alma se quedaba vagando en el mundo para siempre. Es por esto que los griegos eran muy cuidadosos con la preparación correcta del cadáver para el más allá.
¿Qué se hacía cuando alguien moría? Podemos destacar algunos términos previos al ritual como tal:
La noticia: El conocimiento de la muerte se dramatiza en un hecho esencial, el ensuciarse, el mancharse el cuerpo como arrebato de dolor y ausencia, como la primera muestra de conocimiento de tan grave suceso, que a su vez está acompañado de sufridos sollozos y profundos suspiros.
Las lamentaciones: Protagonizadas por la persona más allegada al difunto, pues esa persona es la única que puede tocar el cadáver mientras las mujeres se encargan de las labores del lamento –llorando como era obligación, de día y de noche, rodeando al cadáver–, esa persona es quien procede al lavado de las heridas con agua caliente, quien lo unge de aceite, le tapona las heridas en caso de haber muerto de forma violenta y lo amortaja con fina tela de lino –como hizo Aquiles con Patroclo en el mito–.
Los funerales propiamente dichos: Comenzaban con un desfile, un último adiós al compañero muerto por parte de los más allegados, rodeándolo tanto que ciertos autores han creído ver en estos movimientos un tipo de danza funeraria. A continuación daba comienzo el funeral, por el que los más allegados depositaban sus manos sobre el cuerpo del difunto. Esta oración fúnebre se dividía en dos partes: la memoria (mneme) siempre mortal y otra, la vida, siempre despreciada, indiferentemente designada como soma, psyche o bios en las fuentes. Difundida la muerte del difunto y honrado el cadáver daba comienzo el banquete en honor del finado para el que se creaba una gran pira junto a la que se disponía todo junto: cadáver, víctimas animales y humanas, objetos de ajuar, etc., delante de la cual desfilaba todo el grueso del ejército, en el caso de un militar, para dar su último adiós a ritmo de danza al compañero que se había ido. Finalmente el cadáver era depositado sobre la pira por sus más allegados sujetándole la cabeza para posteriormente ser ungido de grasa con el fin de prender mejor; aunque antes de prender fuego a la pira, se gritaba el nombre del difunto.
Hecho todo ello y en último lugar se celebraban los juegos fúnebres en su honor, unos juegos que, por supuesto, se celebrarían en honor a personajes de estatus muy elevado.
En la época arcaica estos rituales estaban en el imaginario común de los griegos, que seguramente hicieron modificaciones aunque obviamente ignoraban que no era el ritual de los héroes, pues en el mundo micénico, que es ese mundo imaginado y heroico, se inhumaba a los muertos. La adaptación arcaica, pragmática, utilizó la cremación con una variante a las fuentes que conocía e hizo de ella un rito primario.
Aspectos del mundo funerario. Ritos predeposicionales, deposicionales y postdeposicionales.
El mundo funerario en época arcaica, y en general en la Grecia antigua, se consideraba como un mundo casi exclusivamente familiar. La muerte, tanto antes como ahora, es un elemento que dura en el tiempo, un hecho ceremonial, nadie muere solo si puede evitarse, el moribundo fallece rodeado de sus familiares y amigos más cercanos. En el caso concreto que nos ocupa sucedía lo mismo, solo que podemos analizar el ritual funerario arcaico en tres partes bien diferenciadas.
Ritos predeposicionales.
Estos se corresponden con las etapas de la prothesis y de la ekphora. La primera consistía en exponer al difunto en un lecho elevado, durante un determinado tiempo que podía variar en función del fallecido. El objetivo era asegurarse de que el difunto estaba realmente muerto y durante este proceso el cadáver era velado, acompañado con cánticos y rituales acordes. Se lavaba y vestía al difunto, se cerraban sus ojos y la boca y su cabeza era adornada con una diadema de hojas de oro o vegetales. Era un ritual con un cierto carácter público, pues en el exterior de la casa se colocaba algún elemento ritual, principalmente agua, para señalizar la presencia de un difunto en el interior. La segunda parte, la ekphora, consistía en el traslado del cadáver al cementerio, bien sobre unas parihuelas llevadas a hombros por unos personajes concretos denominados necróforos, o bien sobre un carro de cuatro ruedas. Se realizaba durante la noche y seguía una clara estructuración sexual con los hombres delante, el fallecido en medio y las mujeres detrás. Este elemento era regulado continuamente por las autoridades para garantizar el orden en el rito funerario.
Ritos deposicionales.
Poco se conocen en detalle estos procesos, pero seguramente se trataría de la cremación del cadáver –tras la cremación, los resquicios de hoguera se apagaban con vino– y las cenizas serían enterradas con algún tipo de libación y el ajuar correspondiente al estatus social y sexo del difunto.
Ritos postdeposicionales.
Normalmente duraban mucho más tiempo que los anteriores, se habla de hasta treinta días y se dividían en tres momentos: los depósitos de ofrendas que consistían en una zanja donde se quemaban alimentos y diversos objetos para el difunto, el perideipnon o banquete fúnebre en la tumba, donde los familiares comían y entregaban ofrendas al difunto que se presuponía presente y finalmente el triakostia, realizado treinta días después del enterramiento y que consistía en echar la basura barrida de la casa sobre la tumba, quizá con un carácter purificador. Un período más o menos de mes y medio de duelo y ritos funerarios tras el que se volvía al ritmo de vida normal para la familia.
La arquitectura funeraria.
Los enterramientos tanto en fosa como en pozo se cubrieron por túmulos, cuadrangulares o circulares y no existía una orientación determinada para los cadáveres. Hacia el 600 a.C. se comenzaron a sustituir estos túmulos por tumbas rectangulares o las citadas tumbas edificadas. Las paredes de las fosas, generalmente individuales, comenzaron por presentar unas paredes enlucidas con cal evolucionando a un recubrimiento de mampostería, más acusado en las zonas como las fachadas que eran más visibles.
Asistimos también a una progresiva monumentalización de la señalización de los túmulos. Las ánforas y cráteras fueron paulatinamente sustituidas por estelas decoradas, con algunas excepciones donde aparecían esculturas humanas como el caso del kouros del Cerámico. Estos monumentos que reflejan una figura humana hacían gala del poder adquisitivo de las clases acomodadas. La composición general de la estela tanto en el arcaico antiguo como en el medio se reduce a una pilastra alta, colocada sobre una base rectangular, coronada por un capitel al que remata una esfinge. La más completa se encuentra en el Metropolitan Museum de Nueva York y mide casi cuatro metros de altura.
Cómo fue el «Kerameikos» de Atenas en época arcaica.
El cementerio Cerámico de la ciudad de Atenas, es uno de los cementerios del Ática mejor conocidos, pues de los demás poco se sabe. Así, se han datado en él enterramientos desde época geométrica hasta época helenística, presentando diversos modelos y “modas” de enterramiento dependiendo de la época. Así, en el período arcaico que nos ocupa, la visión que tendríamos del Cerámico sería de un espacio repleto de túmulos, prácticamente siguiendo el patrón de “a cada cual más grande”, trayéndose para su construcción incluso tierra de fuera. Así, Solón (638-558 a.C), en el año 600 a.C. intentó poner veto a tamañas construcciones funerarias así como a la duración del rito funerario, pero será realmente Clístenes (570-507 a.C.) el que logre implantar algo al respecto. Poco a poco y de todas maneras, se pasó de enterramientos en túmulo a las denominadas “tumbas edificadas” regresando al modelo de estela del período geométrico como representación de la tumba. Estelas con guerreros de perfil como los kouroi de los santuarios, presencia de esfinges o estelas adornadas con palmetas estaban destinadas a llamar la atención del visitante notificándole la presencia de un miembro de la aristocracia allí enterrado.
Bibliografía.
ESPEJO MURIEL, C.: “Nuevas aportaciones al ritual funerario griego” en La religión en el mundo griego (De la Antigüedad a la Grecia Moderna), pp. 37-43, 1997.
GÓMEZ SEGURA, E.: «Tumbas y epitafios: el cementerio del Cerámico en Atenas», en Imágenes de la muerte: estudios sobre arte, arqueología y religión. Coord: Domingo Sola, pp. 75‐94, 2005.
QUESADA SANZ, F.: «Muerte y ritual funerario en la Grecia Antigua: una introducción a los aspectos arqueológicos», en Arqueología de la muerte: metodología y perspectivas actuales. Coord: Desiderio Vaquerizo Gil, pp. 39-114, 1991.
Richter M.A., G.: El arte griego: una revisión de las artes visuales de la antigua Grecia, Barcelona, 1959.
Snodgrass, A.: Archaic Greece: The Age of Experiment. Dent (London), 1980, Columbia University Press.
Imagen de cabecera: Conjunto de estelas funerarias. Kerameikos, Atenas. http://goo.gl/onwVlP
Imagen 1: https://goo.gl/Gm4EWV
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Municio Castro, Miguel Ángel: Ritos funerarios en la Grecia Arcaica (Siglos VIII-VI a.C.) (21 de diciembre de 2015) Historia 2.0 [Blog] Recuperado de: http://historiadospuntocero.com/ritos-funerarios-en-la-grecia-arcaica-siglos-viii-vi-a-c/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a la entrada]
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