En el corazón de Estados Unidos, en Dakota del Sur, se alzan las Black Hills (Colinas Negras). Esta formación montañosa ha sido el escenario de algunos episodios tan célebres como lamentables de la historia norteamericana. Los sioux y el Séptimo de Caballería combatieron por estas colinas en una guerra que, bajo otras formas, todavía continúa hoy.
Los nativos siempre eran un incómodo problema para los colonos en su expansión hacia el oeste, ya que matarlos era éticamente reprobable y no era fácil convencerlos para que asumieran la “civilización” y se convirtieran en granjeros. En cada nuevo territorio encontraron, como era de esperar, una gran oposición a menudo violenta.
La Guerra de Nube Roja había enfrentado a varias tribus que luchaban por el lugar que nos ocupa. Con el Tratado del fuerte Laramie (1868) se puso fin a las hostilidades y se delimitó el terreno. El pueblo Lakota —uno de los que conforman la tribu Sioux— quedaría oficialmente reconocido como el propietario de las Black Hills y sus tierras y terrenos de caza tanto en Dakota del Sur como en los estados vecinos de Wyoming y Montana. A su vez, ese territorio era sagrado para los nativos y se vetaba la entrada a los colonos.
El tendido del ferrocarril causaba constantes tensiones con los indios, pero aun así no hubo problemas mientras creían que solo había rocas y pinos en esa zona. Sin embargo, en 1874 se dieron dos factores: el Séptimo de Caballería investigó y confirmó los rumores sobre la presencia de vetas de oro en esas colinas; además, el año anterior se había producido una crisis financiera llamada el “Gran Pánico”. Las Black Hills se inundaron de buscadores de oro y el gobierno no hizo nada para impedirlo.
Estas continuas violaciones del Tratado del fuerte Laramie y de su suelo sagrado fueron demasiado para los Sioux; los distintos pueblos que los conformaban se unieron bajo la guía espiritual de Toro Sentado y la militar de Caballo Loco y se desató la Guerra de las Black Hills.
El conflicto tuvo su punto álgido con la batalla de Little Bighorn en 1876. Las fuerzas estadounidenses intentaban atrapar a los indios entre dos frentes, pero el general Custer, seguro de su victoria, atacó antes de tiempo. El resultado fue la masacre de todo su regimiento y la muerte del propio general. Esta derrota fue manipulada desde el primer momento hasta convertir a Custer en un noble y valeroso mártir y a los indios en salvajes malvados. El relato mitificado de la batalla incitó el odio de los colonos, que clamaban vengar esta supuesta injusticia. El proceso de sometimiento de los nativos norteamericanos se vio acelerado hasta completarse en los siguientes veinte años.
Los sioux fueron hostigados y recluidos en reservas cada vez más pequeñas. Toro Sentado consiguió resistir y huir a Canadá, pero Caballo Loco se rindió con sus hombres en 1877 y fue encerrado en Fort Robinson. A los pocos meses corrió el rumor infundado de que pensaba liderar una revuelta. Los centinelas lo mataron a bayonetazos argumentando que se había resistido violentamente al ir a detenerlo.
Avanzamos hasta principios del siglo XX, cuando el historiador estatal de Dakota del Sur, Doane Robinson, leyó acerca del Stone Mountain Park, en el estado de Georgia. Se trata de un enorme bajorrelieve tallado en el lateral de un inselberg[1] representando a tres líderes confederados. Robinson pensó que algo similar podría atraer turismo a Dakota del Sur y tuvo la idea de esculpir personajes representativos del Oeste americano en una formación de las Black Hills llamada “las agujas”. Contactó con el escultor Gutzon Borglum[2], que, aunque aceptó el trabajo, cambió el proyecto a su gusto. Rechazó la ubicación de Robinson por la mala calidad del granito, y en vez de los héroes del Oeste en los que pensaba el historiador —entre los que se incluía el jefe sioux Nube Roja—, decidió tallar a cuatro presidentes estadounidenses.
¿Por qué precisamente a esos en concreto?
El lugar elegido fue una montaña de granito llamada Monte Rushmore. La otra figura clave para llevar a cabo el proyecto fue el Senador Peter Norbeck, que consiguió reunir el dinero necesario y su aprobación en el Congreso. Su construcción se inició el 4 de octubre de 1927 y se dio por finalizada el 31 de octubre de 1941. En ese tiempo, Robinson fue marginado del proyecto hasta que acabó retirándose por propia voluntad. A diferencia del escultor Borglum, que murió meses antes, el historiador sí llegó a verlo terminado en vida.
Aunque lo de “terminado” es un decir. El proyecto original incluía una talla hasta la cintura, pero las limitaciones de tiempo y presupuesto hicieron que se redujera solo a las cabezas. La guinda que Borglum quería añadir fue una gran inscripción con los nueve acontecimientos más importantes de la historia norteamericana, pero en este caso fue la dureza del granito lo que impidió su realización. En su lugar, el escultor ideó una cámara secreta tras las cabezas en la cual se guardarían documentos clave como la Declaración de Independencia, la Constitución o la Carta de los Derechos de Estados Unidos; este sería el Salón de los Records —también llamado Salón de los Registros[3]—.
Los Sioux llamaban al Monte Rushmore “Los Seis Abuelos”[4], y formaba parte de una ruta de peregrinación del famoso líder espiritual Alce Negro. Este monumento era un agravio más de los muchos cometidos desde el Tratado del Fuerte Laramie.
En 1931, el jefe lakota Luther Oso Erguido escribió a Borglum sugiriendo que Caballo Loco sería mejor elección para estar representado junto a Washington y Lincoln, ya que era el verdadero héroe de los Sioux. Pero el escultor no respondió y el hermano de Luther, Henry Oso Erguido —miembro fundador de la Sociedad de los Indios Americanos en defensa de sus derechos— contactó con el escultor Korczak Ziolkowski.
Ziolkowski había trabajado como ayudante de Borglum en el Monte Rushmore, pero cuando llegó el momento de promocionar a asistente principal, Borglum eligió a su hijo Lincoln. Ziolkowski protestó por ello y fue despedido; la disputa acabó en una pelea a puñetazos entre Lincoln Borglum y Ziolkowski.
Henry Oso Erguido le escribió una carta con las siguientes palabras:
«Mis compañeros jefes y yo queremos que el hombre blanco sepa que el hombre rojo también tiene grandes héroes.»
A partir de ese momento se convertiría en el proyecto de su vida y de la de su familia. Ziolkowski comenzó a investigar, a reunirse con los jefes indios y a buscar la localización adecuada, ya que los Lakota insistían en que debía hacerse en las Black Hills. Antes de comenzar estalló la Segunda Guerra Mundial y se alistó, participando en el Desembarco de Normandía en 1944. Ya acabada la guerra, en 1947 se mudó a la zona y el lugar elegido para el Memorial fue la montaña Thunderhead, a 27 km del Monte Rushmore.
Los trabajos comenzaron al año siguiente, en 1948, pero la escultura continúa incompleta. Ziolkowski y el jefe Henry Oso Erguido rechazaron los fondos estatales y el proyecto se financia solo a partir de donaciones y de la entrada de los turistas.
Fue muy importante el papel de Ruth Ross, que llegó a la montaña junto a un grupo de voluntarios cuando comenzó la planificación. En 1950, Ziolkowski y ella se casaron y Ruth continuó con la labor cuando su marido murió en 1982. Fue idea suya completar primero la cara, pensando que de esta manera atraería más turistas y, con ello, más financiación. Y funcionó; se convirtió en uno de los lugares más visitados del estado. Pese a eso, la construcción sigue avanzando muy lentamente, hoy en día a cargo de los 10 hijos que tuvo la pareja.
Cuando se termine, está previsto que el Memorial mida 172 m de alto y 195 de largo. Solo la cara dobla el tamaño de las del Monte Rushmore, con 27 m frente a los 18 de los presidentes. Sin embargo, los propios lakota están divididos por esta construcción. Algunos la consideran un merecido reconocimiento, pero otros la contaminación del paisaje salvaje sagrado. Los propios descendientes de Caballo Loco creen que va en contra de todo lo que el líder indio representaba y no les gusta que se genere dinero a costa del nombre de su antepasado, incluso aunque éste redunde en su propio monumento.
[1] Los inselbergs son formaciones rocosas aisladas, que se levantan en medio de llanuras o mesetas. Uno de los casos más representativos es Ayers Rock, en Australia, aunque tenemos el ejemplo mucho más cercano de Montserrat, en Barcelona.
[2] Su primera opción había sido el escultor Lorado Taft, pero éste estaba enfermo en ese momento.
[3] Su visión fue cada vez más ambiciosa, pero el granito de esta zona era mucho más difícil de trabajar, y el inicio de la Segunda Guerra Mundial y la falta de fondos acabaron de darle el golpe de gracia al proyecto. Borglum murió sin poder terminarlo, y su hijo consiguió años después que se guardaran allí las copias de los objetos que su padre deseaba, pero en una caja sellada bajo una losa en vez de en nueve salas con las paredes talladas como soñaba su progenitor.
[4] Hay varias versiones sobre por qué el lugar elegido por Borglum acabó tomando el nombre del abogado Charles Rushmore. Una dice que fue una broma durante una visita por trabajo, en la que Rushmore preguntó el nombre de la montaña y el guía local le contestó que no tenía pero que le pondrían el suyo. Otra versión dice que viajaba cada año a cazar a esa zona y comentó en broma que había caminado tanto por ella que se había ganado el derecho a que la rebautizaran con su nombre y los lugareños comenzaron a hacerlo. Fuera como fuese, en 1930 se le reconoció oficialmente ese nombre.
Si quieres utilizar este texto perteneciente a La Misma Historia, no olvides citarnos de la siguiente forma:
Elías Viana, Marta: Monte Rushmore Vs. Memorial de Caballo Loco, la prolongación artística de la Guerra de las Black Hills (17 de abril de 2018), La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/rushmore-caballo-loco/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]
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