A todos nos encantan las historias de galeones hundidos con sus riquezas a bordo y tesoros perdidos, pero no es necesario irse al Caribe para encontrar algunas de ese tipo. Dentro de nuestras fronteras, en la ría de Vigo, encontramos uno de los episodios históricos que más rienda suelta ha dado al imaginario popular. Con el inicio de la guerra de sucesión española, la flota de Indias decidió refugiarse en esta ría gallega debido a la amenaza de los piratas ingleses. Sin embargo, la elección resultó desastrosa. El 23 de octubre de 1702 sufrió el ataque de la flota angloholandesa y se hundió, presumiblemente, con toda la plata y las mercancías —o gran parte— del comercio de Indias. Desde entonces, hasta 75 expediciones de rescate han intentado recuperar dichas riquezas, mientras la leyenda crecía gracias a la literatura o los intereses económicos. ¿Pero realmente tenemos un fabuloso tesoro hundido “al lado de casa”?

 

CONTEXTO HISTÓRICO

Nos encontramos en el inicio de la Guerra de Sucesión Española. La Flota de la Plata salió de Cádiz en 1699, pero en 1701 murió sin descendencia Carlos II y se produjo una guerra civil entre austracistas y borbónicos. Se desarrollaba la Carrera de Indias, con las grandes potencias disputándose las riquezas del Nuevo Mundo. La flota acumuló mercancías durante tres años sin poder volver debido a la amenaza de los piratas ingleses. Es por ello que se la consideró la más rica, llevando el nombre de la Flota de la Plata. Pero la necesidad de la Corona de recibir esos ingresos los obligaba a volver, así que los aliados franceses enviaron una escuadra para protegerla. Al llegar a las Azores se enteran de la situación política y de que el puerto de Cádiz es inviable debido al asedio de la armada angloholandesa. Se barajan varias opciones, pero finalmente, la idoneidad geográfica y el temor a una emboscada por parte de la escuadra inglesa en Finisterre, el lugar elegido para refugiarse es la ría de Vigo. El 21 de septiembre de 1702, la flota atraca tras el estrecho de Rande. Pero la armada angloholandesa, humillados por la derrota en el asedio de Cádiz, se entera de su posición y deciden arriesgarse por un botín acumulado de tres años.

 

LA BATALLA Y EL NACIMIENTO DE LA LEYENDA

El 23 de octubre, un número de barcos enemigos muy superior en cantidad y en armamento al de la Flota y sus aliados franceses entró por la ría y se desarrolló una batalla en un espacio insuficiente, que obligó en muchos casos a abordajes y peleas cuerpo a cuerpo. Las defensas de la ciudad se encontraban en estado ruinoso y no hubo tiempo de reconstruirlas de forma efectiva. Viendo la causa perdida, los franceses ordenaron incendiar sus navíos antes de que cayeran en manos enemigas. La Flota de la Plata no tenía ninguna oportunidad contra la armada angloholandesa.

 

Plano de la batalla-Museo de Pontevedra

Los primeros intentos de rescate del tesoro se llevaron a cabo inmediatamente después por parte de ingleses y holandeses, buceando a pulmón. Cuando se retiraron, fueron los españoles y franceses los que intentaron recuperar las mercancías restantes y lo que quedara en buen estado de sus naves.

 

LAS EXPEDICIONES DE RESCATE

A lo largo de los dos siglos siguientes se sucedieron hasta cuarenta y cinco expediciones de rescate, cada una de ellas aportando una tecnología superior a la anterior. En muchos casos se trataba de buscadores de tesoros tergiversando datos históricos para inflar la fortuna sumergida y convencer a posibles socios inversores. Así, por las aguas del estrecho de Rande desfilaron toda clase de artilugios, prometiendo extraer toneladas de plata. En un principio se consiguieron rescatar objetos de valor, pero las expediciones cada vez encontraban menos y destrozaban más los restos. Durante el propio siglo XVIII era más fácil acceder a los galeones, ya que el hundimiento era reciente y aún estaban a la vista. Además, las tecnologías de la época no requerían de una gran inversión. Pero conforme pasaba el tiempo, los galeones se enterraban más en el lodo, así como los restos se degradaban por la propia acción del agua y de los métodos invasivos. Las misiones cada vez tenían más difícil encontrar algo en un amasijo de madera y barro. Desde mediados del siglo XIX, la misión cambió a intentar reflotar los pecios.

El capitán Nemo recogiendo la plata de Rande-Ilustración de 2000 leguas de viaje submarino

Es a finales de este siglo cuando aumentan las proporciones del mito gracias a dos elementos. Por un lado, por la figura de Hippolyte Magen. Este banquero francés llevó a cabo una investigación histórica que plasmó en su libro Los galeones de Rande, con el fin de demostrar la exorbitante cantidad de riquezas que permanecían en el fondo de la ría. Para extraerlas usó toda clase de nuevas invenciones, y el hecho de finalizar los trabajos extrayendo un botín considerable —a pesar de que, oficialmente, solo declaró haber encontrado barro y madera— despertó un revitalizado interés por los tesoros de la Flota de la Plata. Por otro lado, pocos años más tarde, Julio Verne visitó Vigo de forma casual en dos ocasiones y retrató los tesoros de Rande como el lugar de aprovisionamiento de riquezas del Capitán Nemo en Veinte mil leguas de viaje submarino. Los restos de la batalla de Rande cruzan, de esta forma, la línea entre realidad y ficción.

Continúan las expediciones y a mediados del siglo XX aparecen dos hombres que llevan a cabo la búsqueda más extensa y minuciosa: John Potter y Robert Sténuit. Fue la misión de rescate más mediática y que contó con grandes innovaciones técnicas. Como anécdota, Sténuit fue casi más conocido por sus juergas nocturnas que por los avances en su trabajo. Es entonces cuando resuenan con más fuerza dos nombres: El Monmouth, un barco inglés, y el Santo Cristo de Maracaibo, uno español. El primero había intentado remolcar al segundo para llevarlo a Inglaterra, con la mala suerte que no llegó prácticamente ni a salir de la ría. Centraron su búsqueda en este galeón en particular, del que se decía que era el más rico, pero no tuvieron éxito. Sin embargo, como otros antes, dejaron por escrito sus experiencias; Potter en Los tesoros de la bahía de Vigo y Sténuit en Tesoros y galeones hundidos. Otros han venido detrás en busca del ya célebre Santo Cristo de Maracaibo, con inversiones millonarias que no han dado ningún resultado.

¿Pero en qué se basaban todas estas misiones de rescate para afirmar que la plata del Nuevo Mundo se encontraba aún en los galeones hundidos? Simple y llanamente porque los ingleses apenas sacaron nada, y los propios españoles que colaboraron en las tareas de descarga rapiñaron lo que pudieron.

 

LA CAÍDA DEL MITO

Gracias al magnífico trabajo de investigación del arqueólogo Ramón Patiño, con la colaboración de Yago Abilleira, sabemos que existe abundante documentación que prueba, en palabras del propio Patiño, que «en Rande no hay nada de valor desde 1800»[1]. El tesoro auténtico que permanece a día de hoy es el de valor histórico, pero lamentablemente es el menos apreciado. En ese mes que transcurrió desde que la flota atracó en la ría hasta que llegó la armada franco-holandesa, tuvieron tiempo de descargar el grueso de lo que transportaban. La mayoría de lo que quedó en los barcos fue la carga de los comerciantes particulares que, irónicamente, muchos eran ingleses a través de testaferros españoles. Pero, según los datos oficiales, los ingleses solo consiguieron alrededor de 2 toneladas de plata, mientras que la Corona Española ingresó algo más de 377. Básicamente, con la Flota de la Plata se financió la Guerra de Sucesión.

En Los tesoros de Rande, Ramón Patiño expone el resultado del estudio de documentos oficiales de la época de diferente índole, relacionados con la flota y los sucesos de la batalla y posteriores. También narra cada una de las diferentes expediciones de rescate, e incluso listados de los navíos participantes de cada bando. Libro recomendadísimo para cualquiera interesado en el tema.

A día de hoy queda bastante claro que el mito de los tesoros de Rande es solo eso: un mito acrecentado por la literatura y la búsqueda de financiación. Aun así, es inevitable imaginarse al Capitán Nemo recogiendo plata en el fondo de la ría —pero mejor no invirtamos nuestros ahorros en ello—.

Monumento a los galeones de Rande en Vigo. Foto de Marta Elías.

 


NOTAS

[1] http://www.farodevigo.es/gran-vigo/2014/10/24/rande-hay-1800/1118224.html


BIBLIOGRAFÍA

  • PATIÑO GÓMEZ, Ramón: Los tesoros de Rande. Vigo, RP Edicións, 2014.

Si quieres utilizar este texto perteneciente a La Misma Historia, no olvides citarnos de la siguiente forma:

Elías Viana, Marta: El tesoro de Rande (15 de octubre de 2015), en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/tesoro-rande/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]

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Marta Elías

Barcelonesa residente en Vigo. Inició la licenciatura de Historia en la UB, que ahora continúa en la UNED tras unos años de parón. Es también escritora de novelas de ficción y co-fundadora y administradora de «Por la Grecia de Zeus».

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