En conmemoración al Día de la Mujer[1], en Historia 2.0 hemos querido traeros un artículo dentro de lo que, historiográficamente, se llama Historia de Género en el que contaros algunas cosas sobre las mujeres. Sobre las mujeres egipcias y vikingas, concretamente. ¿Y por qué estas dos y no otras? Pues por el simple motivo de ser dos tipos de mujeres poco conocidos y porque, para alegría nuestra, entre nuestras filas contamos con dos especialistas en estos ámbitos; Aroa Velasco y Laia San José Beltrán.
¿Os apetece adentraros en este fascinante mundo? ¡Pues acompañadnos!
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Por Aroa Velasco.
Si queremos hablar sobre la mujer en el mundo egipcio debemos tener en cuenta que contamos con tres ámbitos diferenciados: el divino, la realeza, y la mujer egipcia (libre y sometida). No podemos olvidar tampoco las enormes diferencias que se podían producir de un periodo a otro y de una región a otra (estamos hablando de un periodo histórico de más de 3000 años, y un territorio geográfico bastante extenso).
Debido a sus diferencias temporales y regionales, y a la amplitud del tema solo me centraré, en esta ocasión, en la mujer egipcia libre y en sus características que más la definían.
Uno de los títulos más comunes cuando hablamos de mujeres libres es el de nbt pr, «señora de la casa», y es que el hogar era lo más querido para los egipcios, quienes lo identificaban con su amor familiar y la alegría de vivir. Y dicho hogar era el espacio dedicado a la mujer, cuya alegría motivaba la prosperidad del propio hogar. Es por ello por lo que se daban consejos como los que siguen:
No espíes a tu mujer en su casa si sabes que es virtuosa. no le digas «tal cosa ¿dónde está? ¡Traemela!» cuando está en su lugar. Que tu ojo observe mientras guardas silencio. Aprecia su valor. Cuando tu mano está unida a la suya es una alegria. Hay muchos que ignoran como un hombre hace que desaparezca el motivo de las peleas en su casa y tampoco sabe encontrar al autor. ¿Qué se prepara una pelea en la casa? ¡Que el corazón se fortaleza entonces enseguida!.
Si eres sabio, guarda tu casa, ama a tu mujer sin mezclas, aliméntala adecuadamente, vístela bien. Acaríciala y satisface sus deseos. No seas brutal, obtendrás más de ella con miramientos que con violencia.
Además, muchas mujeres (o jovencitas en busca de amor) querían ser las «señoras de la casa» de su amado:
¡Oh tú, el más bello de los hombres! Mi deseo es preocuparme de tus bienes, convirtiéndome en la señora de tu casa. ¡Que tu brazo descanse sobre mi brazo y que mi amor te sirva así.
Pero lo que más se conoce de la mujer egipcia es su libertad en comparación con otras mujeres de la antigüedad como la griega o la romana. Dicha idea nos la han trasmitido dos de los poetas griegos más famosos, Sófocles y Eurípides, quienes decían que los egipcios «permanecían sentados en un rincón de su hogar, mientras la mujer se encargaba de todos los asuntos de la casa».
Y aunque algo de cierto tenían los griegos, pues la igualdad entre hombres y mujeres en el Valle del Nilo estaba bien asentada, tampoco debemos caer en los tópicos y creer que la vida de la mujer egipcia era idílica. Por ejemplo, algunos oficios solo estaban reservados a un sexo, como los ámbitos administrativos, judicial o militar, reservado para los hombres, y las tareas de parturientas exclusivas de las mujeres.
Lo primero que llama la atención (insisto, si lo comparamos con otras culturas contemporáneas a la egipcia) es la falta de tutela paterna, siendo sus padres una mera protección, e incluso parece que la mujer egipcia fue relativamente libre a la hora de elegir a su futuro esposo.
La mujer egipcia se encontraba al mismo nivel que el hombre en cuanto a igualdad jurídica. Podía recibir herencias, gestionar su propio patrimonio sin necesidad de la supervisión de un varón de la familia, pedir el divorcio si lo consideraba necesario y testar a favor de sus hijos o de quien considerase.
A la mujer egipcia se le reconocen todas las prerrogativas de las que gozaba el hombre, y al igual que éste, es citada por su nombre (a partir del Reino Medio aparecerá precedido del título de nbt pr «señora de la casa», indicando que está casada). La mujer podía poseer bienes, realizar adquisiciones, contratos o comprometerse por escrito con total libertad.
La mujer no se encontraba ni bajo la autoridad del marido, ni bajo la de su hijo primogénito, pues tenemos referencias ya desde la III Dinastía de su libertad jurídica. Por eso una mujer egipcia tenía plena capacidad para adquirir bienes inmuebles como el hombre. Podía heredar de su esposo igual que sus hijos, pues a la muerte del marido, los bienes pasan a los familiares que le sobrevivan; a los hijos sin tener en cuenta su sexo, y si carece de descendencia, a la esposa.
No todas las mujeres egipcias eran iguales en la jerarquía social, pues dependían de la posición social de los padres, o de la de su esposo. Pero si que es cierto que a lo largo de la Historia del Antiguo Egipto la mujer tiene un papel social muy preciso, con una independencia moral y financiera, siendo poseedoras de los mismos derechos ante la ley que los hombres, cosa que no ocurría en otras sociedades de la misma época.
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Éste es un tema fascinante ya que nos ayuda a comprender mejor una sociedad compleja que, no mucho menos, tiene nada que ver con ese mito y tópico de los vikingos como una sociedad bárbara y salvaje.
La mujer casada, la esposa del bónði (el hombre libre, la clase media de la sociedad vikinga) era la húsfreyja. Esta mujer mostraba su estatus privilegiado mediante ciertos elementos del vestuario que contenían un alto valor tanto funcional como práctico; por ejemplo, el manojo de llaves que colgaba de su cinturón o de los broches de sus vestidos, que no eran si no las llaves de los arcones, cofres, armarios o baúles de la casa, donde se guardaban las pertenencias importantes. Cuantas más llaves, más arcones y, por ende, más riqueza.
La húsfreyja era la señora, la dueña y la máxima autoridad de la casa; era la que mantenía el control y la organización de las propiedades sin necesidad del beneplácito o la aprobación del marido. Era la jefa en el interior de la casa, lo que los vikingos llamaban innan húss, y que, simbólicamente, significaba que era la señora “pasada la viga del umbral” o innan stokks, un elemento que delimitaba jurídicamente el territorio doméstico frente al territorio público. Más allá de la viga, esto es, fuera de la casa o útan stokks, el dominio era del hombre, sin embargo, la mujer también se convertía en la dueña de toda la granja en ausencia del marido o husbóndi, esto es, cuando éste se encontraba fuera por estar comerciando o de incursión. En estos casos se ayudaba de los esclavos y del resto del personal de la granja para poder organizarlo todo.
¿Cuáles eran estas tareas femeninas? Las mujeres se encargaban del aprovisionamiento de la granja, de la organización de los alimentos y su conservación tanto de los del día a día como del almacenamiento para los meses de invierno. Las mujeres eran las que cocinaban para la comunidad y los hombres, por lo general, eran los que llevaban la comida a casa, aunque las mujeres también participaban en ello, generalmente practicando algún tipo de pesca menor en ríos o en la costa y recolectando frutos secos y hierbas ya que, según parece, la medicina – si podemos llamarla así – era cosa de las mujeres también, así como la magia, llamada seiðr, también era cosa femenina. Las mujeres atendían a los pobres y a los miserables y, en sus ratos libres – o no tan libres – tejían y bordaban en el telar ya que eran ellas las que se encargan de la fabricación de casi toda la ropa de la familia y de la casa; desde los pantalones hasta los tapices que colgarían de las paredes. Las mujeres más modestas realizarían estas tareas en pequeños grupos comunitarios y, si tenían, ayudadas por esclavas. Aquellas más pudientes, como las mujeres de grandes jarls (la clase de los nobles) o reyes no habrían desempeñado estos papeles más que de forma simbólica, esto es, simplemente supervisando, recayendo la tarea física en sus mujeres de compañía y esclavas.
Y no sólo a nivel económico u organizativo la mujer era importante, sino que la sociedad vikinga tenía grandes consideraciones morales para con ella; era el alma de la sociedad, mientras que el marido era el brazo, ella era la autoridad moral de la familia y el marido la fuerza. La mujer vikinga era la guardiana de las tradiciones familiares y sociales, la que de forma oral inculcaba a sus hijos los valores sociales y morales, la que les enseñaba religión y la que les transmitía las leyendas y la historia de los vikingos y sus antepasados. A los chicos les enseñaban las artes de la guerra o las tareas masculinas de la granja los padres o parientes masculinos, cierto es, no obstante, los importantísimos conceptos de honor y valor los aprendían también de las madres, especialmente durante los primeros años de vida. Ellas inculcaban la teoría que debían aprender para el día de mañana ser de facto vikingos y vikingas. Por supuesto, y aunque sea una obviedad, las niñas aprendían absolutamente todo de sus madres. Y no sólo se encargaban de los propios hijos, sino que criaban y educaban a aquellos huérfanos o a aquellos que estaban en régimen de intercambio o acogida procedentes de otras familias, algo muy común entre los clanes vikingos.
Además, la mujer también defendía activamente el honor de su clan, ya que si bien no podía emprender o exigir acciones judiciales en el Thing o asamblea de gobierno, sí podía instar a su marido, padre o familiares masculinos a hacerlo. Ligado a ello, las mujeres no gozaban del derecho de llevar armas, como sí lo hacían los hombres libres; no obstante, bien es cierto que en una época tan dura como la Era Vikinga y en una sociedad en la que las mujeres pasaban muchos veranos solas en las granjas o acompañadas de niños, ancianos y esclavos cuando los hombres se iban de expedición de saqueo o comercio, todos y todas sin excepción sabían defenderse con las armas; una cosa es que de forma habitual no pudiesen llevarlas encima, y otra muy distinta que no las supiesen utilizar y que no dudasen en hacerlo cuando fuese necesario para protegerse a ellas mismas o a los suyos. Conceptos como el honor, el coraje, la fuerza y la independencia eran cualidades altamente valoradas tanto en hombres como en mujeres en la sociedad escandinava durante la Era Vikinga
Al contrario que en muchas sociedades coetáneas, las mujeres no eran consideradas un mero o un simple objeto de placer, no eran vistas como simples paridoras cuyo único cometido era el de ser perpetuadoras de la especie, si no que éstas estaban enormemente respetadas por sus semejantes masculinos en parte, precisamente, porque eran las madres de los futuros vikingos y vikingas. Incluso en términos puramente sexuales, las mujeres gozaban de respeto y libertad. La mujer en la sociedad vikinga era la que daba la condición social de los hijos, esto es, de madre esclava, hijos esclavos, y de madre libre, hijos libres, no siendo determinante la condición social del padre más que en algunos casos puntuales. Además, la categoría social y el estatus de un hombre podía basarse en la categoría de la futura esposa y por ello conseguir riquezas, a base de comercio o de expedición, para concertar un buen matrimonio era tan importante. Los matrimonios sólo se producían entre familias o clanes de similar condición económica, si uno quería casarse con la hija de un jarl o un rey, debía aportar una suma de dinero al contrato matrimonial equivalente a la que aportaría la esposa.
El cuerpo de las mujeres no era un bien masculino y, de hecho, la violación de una mujer libre era uno de los pocos motivos en los que los vikingos y su asamblea de gobierno contemplaban la pena de muerte. Más allá aún, las crónicas árabes andalusíes que hacen referencia a los vikingos nos hablan de una moral sexual mucho más laxa de la que podríamos pensar, influidos por la moralidad cristiana, pero no sólo para los hombres, de los que sabemos tenían concubinas e, incluso, más de una esposa en ocasiones, sino también para las mujeres quienes, como sabemos, podían pedir el divorcio no sólo si el marido era impotente y – por ende – no podía darles hijos (algo sumamente importante para la sociedad escandinava) sino también si el marido no las satisfacía sexualmente. Y es que el divorcio era algo común en la Era Vikinga, pudiendo solicitarlo tanto el marido como la mujer, por muchos y muy distintos motivos. Y no sólo eso, cuando se producía un divorcio, la mujer podía reclamar de vuelta la dote que había aportado al contrato matrimonial.
Este texto está extraído del artículo del blog The Valkyrie’s Vigil: “El papel de la mujer en la sociedad vikingo-escandinava”. Podéis pinchar en el enlace para leerlo completo.
Por otro lado, mucho se ha hablado de las mujeres vikingas guerreras, por lo que si queréis leer sobre ello con calma y detenimiento, desde una perspectiva histórica y saber qué de cierto hay en si las mujeres vikingas eran también guerreras, o no, podéis hacerlo pinchando aquí: “La mitad de los guerreros vikingos no eran mujeres, y otras formas de tergiversar la historia.”
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[1] El Día Internacional de la Mujer Trabajadora también llamado Día Internacional de la Mujer, conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Se celebra el día 8 de marzo. Es fiesta nacional en algunos países. La primera celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora tuvo lugar el 19 de marzo 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, y su conmemoración se ha venido extendiendo, desde entonces, a numerosos países. En 1977, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, para leer más, pinchad aquí.
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«8 de marzo;… día de la mujer egipcia y vikinga». (8 de marzo de 2015) Historia 2.0. [Blog] Recuperado de: http://historiadospuntocero.com/8-de-marzo-el-dia-de-la-mujer-egipcia-y-vikinga-2/ [Consulta: fecha en la que hayas accedido a esta entrada]
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Velasco, Aroa. «La mujer en el Antiguo Egipto» en: 8 de marzo;… día de la mujer egipcia y vikinga. (8 de marzo de 2015) Historia 2.0. [Blog] Recuperado de: http://historiadospuntocero.com/8-de-marzo-el-dia-de-la-mujer-egipcia-y-vikinga-2/ [Consulta: fecha en la que hayas accedido a esta entrada]
San José Beltrán, Laia. «La mujer en sociedad vikinga» en: 8 de marzo;… día de la mujer egipcia y vikinga. (8 de marzo de 2015) Historia 2.0. [Blog] Recuperado de: http://historiadospuntocero.com/8-de-marzo-el-dia-de-la-mujer-egipcia-y-vikinga-2/ [Consulta: fecha en la que hayas accedido a esta entrada]
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Muy interesante, seguro que el próximo ocho de marzo volveré para echarle otro vistazo y reflexionar sobre lo que ha significado ser mujer en distintas épocas y culturas.
En la imagen de la mujer egipcia "cazando patos", por cierto, creo que no sólo cazaba, sino que también recogía nenúfares, y muchos. Tienen pinta de ser Nymphaea caerulea, el nenúfar azul del Nilo.