Hoy en día asociamos esa imagen del maquillaje de calavera colorida al Día de Muertos celebrado en México, equivalente al Halloween anglosajón o nuestro Samaín en el noroeste. Fiestas con raíces antiguas, adaptadas y fusionadas con las costumbres cristianas. Pero, aunque hoy relacionemos automáticamente a La Catrina con esa festividad, la realidad es que ha pasado de manifestación artística y crítica a icono de su país en solo un siglo.
Las calaveras caracterizadas con elementos de clase alta solían acompañar a diversos textos populares entre mediados del siglo XIX y principios del XX, durante las presidencias de Benito Juárez, Sebastián Lerdo Tejada y Porfirio Díaz. Estos escritos satíricos provenían de la clase media y criticaban tanto a la aristocracia como la situación del país.
La “calavera garbancera”, ataviada con un gran sombrero, fue creada en 1910 por José Guadalupe Posada en un grabado en metal como crítica a los indígenas humildes —“garbanceros”— que renegaban de sus orígenes e intentaban asemejarse a los europeos y aparentar un nivel de vida superior al que podían permitirse. En declaraciones del propio Posada:
«La muerte es democrática, ya que, a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera.»
Eran varios los caricaturistas que utilizaban las calaveras a modo de crítica social, pero la Calavera Garbancera de Posada fue la que se hizo más popular. Hoy podemos ver el grabado original en el Museo Posada de Aguascalientes.
En 1947, Diego Rivera pintó por encargo un mural para decorar el Salón Versalles del Hotel del Prado, en Ciudad de México. El tema propuesto era la Alameda Central, por la proximidad del hotel a este parque. Así nació “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, en el que se representaban alrededor de ciento cincuenta personajes relevantes distribuidos en tres secciones que componen la Historia de México. La figura central del mural es la Calavera Garbancera, del brazo de su creador José Guadalupe Posada, y dando la otra mano al propio autor Diego Rivera, representado como un niño.
Por primera vez, el esqueleto completo se muestra vestido con la ropa característica de la aristocracia en la época de su creación. El pintor fue el primero en referirse a ella como “catrina”, que significa “adinerada, elegante y presumida”.
El mural se trasladó en 1960 al vestíbulo del hotel, y eso fue lo que lo salvó de su destrucción en el terremoto de 1985. El salón en el que se alojaba originalmente quedó completamente derruido. Hoy es la pieza principal del Museo Mural Diego Rivera, en Ciudad de México.
Aunque el tema central sea la figura de La Catrina, por su actual simbolismo y asociación al Día de Muertos haremos una breve descripción de la fiesta.
Los mayas la celebraban entre finales de octubre y principios de noviembre. En estas fechas se creía que los difuntos venían a visitar a sus parientes. Se los llamaba con campanas y se les abría un camino desde su lugar de reposo hasta su casa. Allí les esperaba una mesa iluminada con velas, flores y comida. Las festividades en honor a los muertos eran presididas por Mictecacíhualt, la diosa de la muerte y reina junto a su esposo Mictlantecuhtli de Mictlán, el último nivel del inframundo.
Con la llegada del cristianismo, la fiesta se encaja en la celebración de “Todos los Santos” creando una mezcla cultural con rasgos propios de ambas que da lugar al “Día de Muertos”. En los hogares se prepara un altar con diversos elementos en honor a los difuntos: retratos, flores, velas, cruces, adornos artesanos y ofrendas en forma de objetos, bebida y comida. Entre ésta última es tradición el pan de muerto, de origen cristiano en representación de la Eucaristía, usualmente adornado con formas de huesos. También son tradicionales las calaveras de dulce ―o “de alfeñique”―, hechas de azúcar de caña y con el nombre del difunto escrito en la frente.
Otro elemento relevante son las “calaveras literarias”, composiciones poéticas en verso a modo de epitafio que se escriben en vísperas del Día de Muertos como burla a la muerte. Lo habitual es que se dediquen a gente viva y, con frecuencia, a políticos y funcionarios corruptos presentándolos de forma satírica como a muertos. Estos poemas se censuraron en la etapa colonial por considerarse irrespetuosos, pero renacieron a partir de 1849 en el periódico “El Socialista”. La Calavera Garbancera de Posada acompañaba originalmente a una de estas calaveras literarias satíricas, que podéis leer aquí.
En la actualidad, el Día de Muertos se celebra el 1 y 2 de noviembre, o desde el 31 de octubre según la región, y a la festividad se han ido incorporando diversos elementos con el tiempo. El que nos ocupa, La Catrina, se ha convertido en los últimos tiempos en un símbolo de México y de la relación de sus habitantes con la muerte, asociándola con la diosa de la muerte Mictecacíhualt. La podemos encontrar en artesanías de todo tipo, maquillaje, tatuajes y disfraces, tanto en las versiones que hemos comentado como en las interpretaciones de otros artistas conocidos.
Como podemos ver, el sencillo personaje de la Calavera Garbancera ha arraigado profundamente en su forma de Catrina y cada vez es más popular fuera de sus fronteras como caracterización de Halloween. Ahora es ella, como enlace entre tradiciones antiguas y modernas, la que preside la festividad.
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Elías Viana, Marta: La Catrina (1 de noviembre de 2016), en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/catrina/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]
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Hay varios errores en su publicacion, la fecha de la calavera Garbancera en 1910 es incorrecta, fue publicada en 1913 es decir post mortem y se cree que la creo durante el 1912.
No hay evidencia de que Pasada haya dicho la frase "La muerte es democratica... "