El béisbol (baseball) surgió en EEUU en algún momento impreciso de la primera mitad del s. XIX, pero lo cierto es que su auge comenzó a partir de 1850 convirtiéndose rápidamente en el pasatiempo nacional. Ya en los 1850’ y 1860’s empezaron a crearse los primeros clubes semi-profesionales y, finalmente, el 2 de febrero de 1876 se formaría la National League, la más antigua de las Ligas Mayores, que continúa activa hoy día y con salud de hierro.
¡Pero las chicas también jugaban al béisbol! De hecho, unos meses antes, el 11 de septiembre de 1875, se produjo el primer partido profesional entre mujeres —pues los espectadores pagaron entrada y las jugadoras cobraron— en Springfield, Illinois. Se enfrentaron las Blondes (rubias) y las Brunettes (morenas).
Para la gente —como pasa habitualmente cuando las mujeres practican un nuevo deporte— al principio estas actividades tenían más de espectáculo que de deporte en sí. Y como ejemplo podemos citar a Lizzie Arlington (1877-1919), la primera mujer en jugar profesionalmente para un equipo masculino. Arlington había jugado para las Young Ladies Baseball Club of New York (1894) y las New York Stars (1895) llamando la atención del promotor teatral William J. Connor, quien le consiguió un contrato con un equipo de las ligas menores masculinas. Comenzó en el equipo reserva de los Philadelphia Nationals, pero el 5 de julio de 1898 debutó en los Reading Coal Heavers lanzando contra los Allentown Peanuts. El prolegómeno del partido tuvo algo de circense, pues Lizzie entró al estadio en una carroza tirada por dos caballos blancos. Su pelo a la última moda y, por supuesto, un uniforme con falda por la rodilla.
No sería hasta la última entrada cuando Lizzie saldría a jugar. El resultado era un amplio 5-0 a favor de Reading por lo que parecía la ocasión perfecta, ya que era difícilmente remontable. Sin embargo dos hits de los bateadores y una base por bolas a otro permitieron que los Peanuts llenasen las bases. Era un momento complicado para Lizzie, pero consiguió reponerse y eliminar a los siguientes tres bateadores para dar por finiquitado el partido. Sin embargo la carrera profesional de Lizzie Arlington no duraría mucho más; la prensa deportiva de la época (en concreto Eagle) dijo de ella que podría defenderse entre los amateurs, pero le faltaba control y velocidad lanzando la bola. Por supuesto no pudieron a resistirse a incluir la dichosa coletilla: “pero no está mal para ser mujer”.
Otra que “no estaba mal para ser mujer” fue Jackie Mitchell (1913-1987), quien jugó para los Chattanooga Lookouts, también como pitcher. Además de ser la segunda mujer en jugar profesionalmente para un equipo masculino, Jackie saltó a la fama cuando el 1 de abril de 1931 —durante un partido amistoso contra los mismísimos New York Yankees— eliminó consecutivamente a dos de los jugadores más famosos de la historia del béisbol: Babe Ruth y Lou Gehrig.
A pesar de esas dos excepciones, el verdadero impulso para el béisbol femenino tuvo lugar durante la II Guerra Mundial. Con la mitad del país (jugadores de béisbol incluidos) yéndose a combatir, Philip K. Wrigley —un adinerado fabricante de chicles, y dueño de los Chicago Cubs— tuvo la idea de crear una liga femenina en 1943 que reemplazase a las ligas mayores (National y American League) masculinas hasta el final de la guerra.
La All-American Girls Professional Baseball League contaba en su primera temporada con cuatro equipos formados íntegramente por mujeres: Kenosha Comets, Racine Belles, Rockford Peaches y las South Bend Blue Sox. Durante los años siguientes se sumarían nuevos equipos. La liga, que en principio estaba pensada para durar hasta la vuelta de los hombres al terminar la guerra, tuvo tanto éxito que se alargó hasta 1954 y contó con un total de 15 equipos distintos durante sus 12 temporadas de existencia.
El equipo más laureado (con 4 campeonatos ganados) fueron las Rockford Peaches, equipo que a muchos sonará por la película Ellas dan el golpe (A League of their own, 1992) inspirada libremente en esta época. Una de las escenas más recordadas es cuando las chicas cantan juntas el himno de la liga, una canción compuesta entonces por las jugadoras reales Pepper Paire y Nalda Bird que se sigue cantando hoy día en las reuniones de veteranas. Su estribillo decía así:
We are the members of the All-American League
We come from cities near and far
We’ve got Canadians, Irishmen and Swedes,
We’re all for one, we’re one for all
We’re all Americans!!
Si quieres utilizar este texto perteneciente a La Misma Historia, no olvides citarnos de la siguiente forma:
Cuesta Hernández, Alfonso: «Ellas dieron el golpe»: comienzos del béisbol femenino (10 de marzo de 2018) en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/ellas-dieron-el-golpe/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]
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