Hoy viajamos hasta la época joseon (chosŏn 조선, 1392-1910) de la historia de Corea (한국) a bordo de un curioso navío de aspecto, cuanto menos, aterrador.
Nos situamos para ello en una fecha concreta, 1591, de la mano de dos grandes personajes históricos para sus respectivos países.
Por un lado tenemos a Toyotomi Hideyoshi (豊臣秀吉, 2 de febrero de 1537 – 18 de septiembre de 1598), daimyō[1]del periodo Sengoku[2] (戦国時代), convertido en “gran ministro” y célebre por conseguir la unificación de Japón, por el legado cultural que dejó tras de sí, por las reformas políticas que pacificaron el país y sentaron las bases del famoso shogunato Tokugawa (徳川幕府) y por su sueño de hacerse con China como primer paso para conquistar Asia.
Por el otro encontramos al leal almirante y general de la Marina de Choseon, I Sun Sin (이순신, 28 de abril de 1545 – 16 de diciembre de 1598), quien a pesar de las intrigas y traiciones de las que fue objeto, jugó un papel decisivo en la defensa de Corea frente a la invasión nipona durante lo que se denominó la guerra Imjin (설마리 전투, 1592-1598).
A grandes rasgos, podría decirse que, en su camino a la conquista china, Hideyoshi pidió asistencia y el libre paso de sus tropas a través de la península coreana. Sin embargo, Corea solo pudo rechazar esta petición: era un país vasallo de la dinastía Ming. La respuesta de Hideyoshi se tradujo en una invasión al país de la mañana en calma para convertirlo en base de suministros.
El almirante coreano afrontó la guerra con los únicos apoyos de su propia estrategia militar –campañas de desgaste de las fuerzas de ocupación- y un heterogéneo ejército de liberación compuesto por soldados, civiles y monjes budistas que combatieron con una total escasez de medios ante un adversario siempre muy superior en número y recursos.
Una guerra salvaje y cruda donde los soldados de ambos ejércitos amputaron partes del cuerpo del enemigo a modo de méritos para conseguir promociones o cartas de felicitación por parte de sus superiores. Los japoneses decapitaron y los coreanos cortaron narices. Dio igual si eran enemigos o compatriotas, soldados o civiles, si habían muerto en batalla o aprovechaban los cadáveres que encontraron en la costa o alta mar. No hubo distinción.
En 1591, a la espera del conflicto con Japón, I Sun Sin reformó y preparó la armada, desarrollando navíos como el Panokseon (판옥선) –buque ancho y cubierto por tablas- o el Hieobseon –embarcación estrecha frecuentemente usada por la Marina de Choseon-.
Fue en este momento cuando se introdujo el barco tortuga –Kobukseon o Geobukseon (거북선)– una galera revestida por una armadura redondeada a modo de techo y formada por planchas de madera recubiertas con púas de hierro para proteger a marineros y remeros de proyectiles y abordajes.
La embarcación estaba dotada de carabinas y artillería de gran calibre con una carga de once cañones por banda, dos en la popa y uno en proa. Por si fuera poco, el barco estaba decorado con una cabeza de dragón por cuya boca abierta liberaban un humo a modo de niebla para ocultar la posición del navío de sus enemigos. Otros dicen que se trataba de un vapor tóxico que actuaría de igual manera al actual gas mostaza.
I Sun Sin no fue su creador sino que añadió modificaciones a los prototipos que habían surgido en el siglo XV.
El barco tortuga fue completado y botado al mar el 27 de marzo de 1592.
Tuvo una eslora de entre 30 y 35 metros, una manga de entre 9 y 12 metros, una tripulación de hasta 70 remeros y 50 soldados y su propulsión se realizaba gracias a dos velas y aproximadamente 20 remos.
Sea como fuere, gracias a su diseño se convirtieron en armas efectivas y poco vulnerables ante los barcos japoneses.
Si hacemos caso a las fuentes surcoreanas, los barcos tortuga podrían ser considerados como los primeros acorazados de la historia. Sin embargo, otros anteriores se disputan el puesto, como por ejemplo el Finis Bellis o Fin de la guerre, una nave rebelde holandesa empleada durante el asedio de Amberes (1585) contra las fuerzas españolas imperiales.
I Sun Sin murió en batalla el 18 de septiembre de 1598 cuando las tropas japonesas se retiraban dejando atrás su sueño de invadir Corea.
Tras alcanzarle una bala de arcabuz y viéndose morir, ordenó que cubrieran su cuerpo con el fin de no desmoralizar a su tropa. A bordo se encontraban su hijo mayor, I Hoe y su sobrino I Wan, quien se encargó de esconder el cuerpo de su tío y vestir su armadura para no desanimar a los soldados.
Los logros bélicos, sin precedentes en la historia naval, le valieron a I Sun Sin para conseguir el sobrenombre de Chungmu Kong –Señor de la Lealtad y las Armas- y situaron su figura en un lugar de privilegio dentro de la iconografía coreana.
[1] “Gran hombre”. Soberano feudal de gran importancia en el Japón de los siglos X a XIX
[2] 1467 a 1615
BIBLIOGRAFÍA
Kim, Hoon. El canto de la espada. Traducción del coreano de Hye-Sun Ko y Francisco Carranza Romero. Madrid: Trotta, Pliegos de Oriente, 2005.
Nahm, Andrew C. Introduction to Korean history and culture. Seoul: Hollym.
Turnbull, S. Fighting ships of the Far East (2): Japan and Korea. Oxford: Osprey Publishing, 2003.
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Godino Cueto, Irene. «I Sun Sin y el barco tortuga coreano. ¿Primer acorazado de la historia?» en: Cápsulas históricas. (13 de octubre de 2015) Historia 2.0 [Blog] Recuperado de: http://historiadospuntocero.com/i-sun-sin-y-el-barco-tortuga-coreano-primer-buque-acorazado-de-la-historia/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]
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