Ariosto propuso a otros ingenios proseguir su obra en su canto XXX si conseguían hacerlo mejor, y Lope de Vega realizó una de las dos continuaciones más famosas que retoman los amores de Medoro y Angélica en «La hermosura de Angélica» (1602).
Según el propio Lope, escribió la continuación en los momentos que le dejaba libre la vida marinera cuando iba a borde el galeón San Juan de la mal llamada Armada Invencible (ya se ha visto anteriormente la duda que hay sobre este hecho).
Pero no solo el dramaturgo madrileño se aventuró a proseguir la obra de Ariosto. Luis Barahona de Soto también escribió la otra también afamada continuación en «Las lágrimas de Angélica» e incluso otra gran figura de la literatura española y mundial, Miguel de Cervantes, cita o imita a menudo al Orlando ariostesco en El Quijote, siendo fuente de inspiración para alguna de sus aventuras y para los poetas renacentistas en general.
Si os resulta extraño que los autores escribiesen continuaciones de las obras de otros, hay que tener en cuenta lo que señala Micó (1998): «La poesía épica del siglo XVI nace y se desarrolla bajo el signo de la reescritura. Cada texto establece con los anteriores una relación que no es la de la mera intertextualidad, formando una suerte de <<macrotexto>> siempre abierto cuyas partes, más que complementarse, aspiran a representar o asumir el conjunto de sus elementos constitutivos.«
Pero, ¿cuál es el argumento de este poema épico?
Supone una continuación de otro poema caballeresco sin acabar del poeta Matteo Maria Boiardo, Orlando enamorado, y trata del amor que este personaje le profesa a Angélica dentro del contexto de las leyendas de Carlomagno y de la guerra de los caballeros cristianos contra los sarracenos.
Pero bajo esta trama épica, fabulosa y legendaria, la obra ofrece una consciente y aguda descripción de la civilización del renacimiento italiano y todos los motivos poéticos, las aspiraciones literarias, los ideales humanos y las situaciones históricas de esa época se sintetizan en ella. Además, el poema, del que Maquiavelo dijo que era «hermoso en todo y en muchos lugares admirable«, consiguió otorgarle a un género originariamente pobre y popular la medida y la calidad lírica de las obras clásicas.
Si queréis leer la obra de Ludovico Ariosto, a través del Proyecto Gutenberg podéis acceder a su lectura en varios formatos: http://www.gutenberg.org/ebooks/615?msg=welcome_stranger
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