Pedro I fue «el Grande» por las muchas cualidades que lo convertían en un gobernante nato, pero ser estudioso nunca fue una de ellas. De su tutor, Nikita Zótov, solo aprendió de artillería y a beber. Y ambas cosas fueron grandes aficiones que desarrolló con la excentricidad que le caracterizaba.
Mientras era un adolescente y gobernaba a la par que su hermano Iván V —discapacitado físico y mental— formó su propio regimiento de recreo con unas 300 personas, que aunque empezó como un “juego”, acabó siendo un ejército propio con el que hacer frente a las intrigas de su medio hermana mayor. En esos regimientos se instruyó junto a extranjeros y criados, entre los que encontró su pandilla de juergas: la Alegre Compañía.
La madre de Pedro quería buscarle una seria y recatada esposa rusa que lo alejara de las frecuentes fiestas con bebida y chicas occidentales. Pero la pobre esposa elegida —mediante un concurso amañado y en un infeliz matrimonio que terminó con Pedro obligándola a tomar el hábito— no solo no consiguió apartarlo de la Alegre Compañía, sino que ésta evolucionó en el Sínodo de Borrachos, que aunaba las aficiones ya mencionadas de Pedro y otras como el cambio de rol; el zar disfrutaba cambiando su papel de gobernante por otros más humildes como juego.
Este Sínodo era ya algo estructurado, con personajes y normas propias. Eran unas bacanales a las que asistían hasta 300 personas, entre ellas parte del gobierno, y que incluían hasta circo con rarezas y, por supuesto, chicas dispuestas. El “jefe” —designado por Pedro mismo— de estas reuniones era su viejo tutor, Nikita Zótov, a quien nombró Príncipe-Papa. Debía presidir un cónclave con doce cardenales borrachos. Su uniforme para ello era una tiara de hojalata y un caftán hecho de naipes. Su “trono”, un barril de cerveza. Otras veces solo llevaba puesta una mitra en la cabeza.
En el Sínodo, todos tenían un mote. Pero no uno cualquiera, sino uno obsceno que a menudo incluía el del miembro viril. Por ejemplo, “Archidiácono Tocatelapolla”. Y así en una jerarquía donde los de grado inferior portaban salchichas en almohadones.
Algunas de las reglas:
Quien las rompía, debía beberse una copa de aguardiente de tamaño desmedido.
Para las festividades también tenían su ritual: en Navidad salían a cantar villancicos en una procesión de trineos por Moscú, y en Cuaresma, Zótov dirigía una cabalgata subido a una carroza tirada por cerdos, cabras y osos, mientras el resto le seguían sobre asnos o bueyes.
Varios de sus ministros murieron alcoholizados, pero Pedro tenía un aguante increíble para el alcohol y se levantaba temprano al día siguiente de estas juergas como si no hubiera pasado nada. Encontró la horma de su zapato con su última mujer, Catalina, a la que hizo emperatriz. Además de tener la misma capacidad para beber que él, participaba con ellos en el Sínodo vestida de amazona. Estas reuniones eran el centro de su vida social y duraron hasta su muerte.
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Elías Viana, Marta: El Sínodo de Borrachos de Pedro I el Grande (11 de noviembre de 2017), en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/sinodo-borrachos-pedro-grande/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]
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