¿Alguna vez os habéis preguntado cómo eran los entresijos en una Corte del siglo XVI o XVII? ¿Qué tipos de intrigas o tejemanejes podía haber? ¡Pues estáis de suerte! En este artículo abordaremos de forma breve y concisa la vida de Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla de Los Ángeles y virrey de Nueva España, una personalidad inquieta para su tiempo y que supo aprovechar todos los medios a su alcance para lograr los fines que considerara oportunos hasta el punto de lograr convertirse en virrey de Nueva España pasando incluso por encima del que fuera marqués de Villena en el momento para lograrlo.

También incluiremos unos fragmentos textuales acerca de los enfrentamientos que tuvo incluso con Felipe IV para reivindicar la postura inamovible de la Iglesia española.

Imagen 1. Don Juan de Palafox y Mendoza. Fuente: Wikipedia.

JUVENTUD Y ETAPA AMERICANA.

Don Juan de Palafox nació en Fitero, Navarra, el 24 de Junio del año 1600. Su padre era Don Jaime de Palafox, futuro marqués de Ariza, y su madre una viuda aragonesa llamada Ana de Casanate y Espés. El pequeño Juan era el fruto bastardo de esta unión, pero en 1609 fue reconocido por su padre y tras recibir su primera tonsura marchó a estudiar en el Colegio de los Jesuitas en la ciudad de Tarazona. De allí pasó a las universidades de Salamanca, Huesca y Alcalá, rodeándose de nobles castellanos y aragoneses que conformaban verdaderas élites del poder.

Tras formarse gobernó los territorios de su padre en Ariza, y después fue captado por el Conde-Duque de Olivares en las cortes de Calatayud, ya que estaba deseoso de atraer a Madrid a nobles de la periferia, quizá por centralizar el poder y la monarquía. Esto le permitió formar parte del Consejo de Guerra de 1626 y del Consejo de Indias de 1629 bajo el auspicio de Felipe IV, que solía afirmar “Estas consultas son de Don Juan de Palafox”. En el mismo año de 1629 abrazó el sacerdocio como forma de vida a raíz de una repentina enfermedad de su hermana y fue nombrado tesorero de la catedral de Tarazona, de modo que gozó de buenas rentas eclesiásticas. Fue nombrado por el rey limosnero mayor y capellán de su hermana doña María, para que la acompañase en su viaje por Europa al encuentro del rey de Hungría para su matrimonio. Los catorce meses de viajes y su afán observador, le sirvieron para empaparse de culturas, lenguas, costumbres, cortes y demás cosas, además de registrarlo todo en un diario por orden del rey.

En 1639 por fin es designado por el rey para desempeñar cargos en Nueva España, siendo nombrado obispo de la puebla de los Ángeles. Permaneció en las Indias hasta 1649, instaurando y haciendo cumplir las directrices de la monarquía pero con algunos disgustos por parte de aquellos que se oponían. Aún en México se recuerda a Palafox como el constructor de la catedral, la biblioteca Palafoxiana, que nutrió con ejemplares de su inventario particular, como obispo pastor de almas y como defensor a ultranza de los indígenas. Tuvo especial interés en que se cumplieran las directrices del Concilio de Trento preocupándose personalmente por ello, así como los cultos marianos y a los santos en diócesis que él mismo instruía y visitaba a menudo. También criticó duramente a las órdenes religiosas presentes en Nueva España, pues no acataban los votos de pobreza y tampoco rehusaban a la adquisición de fama y renombre, valores que él creía necesarios para esas organizaciones, de modo que no dudó en alertar a Madrid del peligro que suponía para la Iglesia y los laicos este comportamiento.

Podemos decir que la etapa americana de Palafox se caracteriza por sus escritos religiosos, pastorales, hagiográficos, legislativos e históricos. Su labor como visitador en el virreinato fue muy fecunda, y su labor secular se centró en ser organizador, legislador y reformador estableciendo audiencias, tribunales y municipios, donde destacó por sus actuaciones públicas. Es destacable rescatar la frase que usaba para estas labores como: “Los reinos que se gobiernan por los remedios y no por las prevenciones van perdidos.” [1] También fue defensor a ultranza de los pobres, desfavorecidos y también de los indígenas y mandó a Felipe IV un largo memorial sobre las virtudes de éstos basándose en su cercano conocimiento de su situación.

Imagen 2: Catedral de Puebla, México. Fuente: paraviajar.com

DE VUELTA EN LA PENÍNSULA.

En 1649 fue llamado por el rey para regresar a la Corte. Cuando se entrevistó con este en Madrid le entregó la llave de oro de la catedral que se había fundado bajo su episcopado y tras la entrevista, el rey se mostró sorprendido ante la franqueza del clérigo, llegando a afirmar: “Hame hablado don Juan de Palafox cual no me ha hablado hombre en mi vida”. [2] Tras esto sus relaciones con el monarca siguieron existiendo y así lo demuestra la asistencia a varios eventos de la monarquía como el bautizo de la infanta María Margarita de Austria en 1651 u otra entrevista con Felipe IV en 1653 para solicitarle éste a don Juan que pugnara por la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción.

Permaneció entonces ejercitando labores piadosas en un puesto del Consejo de Aragón y pasó los últimos años de su vida como obispo de la diócesis de Burgo de Osma. En este entonces aún visitaba con frecuencia a los feligreses preocupándose así por las gentes sencillas como hiciera ya en México y comentó varios escritos de Santa Teresa.

En el ocaso de su vida se alejó de las altas preocupaciones de la Corte y se dedicó a una vida ministerial más tranquila, aunque fue protagonista de sobresaltos como la petición al rey para seguir manteniendo la Inmunidad Eclesiástica, enviando un extenso memorial al mismo. El rey reaccionó enviando al corregidor de Soria, instando a don Juan a tranquilizarse o se tomarían las medidas oportunas. Finalmente falleció el 1 de Octubre de 1659, tras haber llevado a cabo una vida recta y con evidentes muestras de santidad, aparte de haber sido un gran gobernante como virrey de Nueva España.

POSTURA POLÍTICA.

Cabe destacar que a pesar de haber tenido un mentor como el conde-duque, el obispo siempre fue protagonista de los fueros, tal y como reflejó su biógrafo: “(…) El mayor rey, dijo, fue Don Jaime el Conquistador. Entonces su Majestad le dijo: ¿Pues el rey don Fernando el Católico no fue gran rey? Sí, señor; (respondió el niño), mas nos hizo gran agravio en hacer cabeza a Castilla. Riólo su Majestad mucho y todos los señores que estaban allí.” [3]

A pesar de su postura, su estancia en Madrid moderó su ideología política, quizá consciente de la necesidad de mantener a España como un solo ente unificado, aunque bien es cierto que con el tiempo criticó el modo de gobierno basado en el valimiento por la corrupción que tal puesto llegaba a generar, pero siempre se mostró cauto y delicado con el conde-duque a pesar de que había caído en desgracia.

Su visión sobre la monarquía fue crítica y sincera, la describía como un cuerpo enfermo rodeado de enemigos, a la cual le hacía falta una buena administración, cosa que echó en falta en la persona del conde-duque, tal y como explica en las siguientes líneas: “Como siente el buen médico que ama al enfermo que otro yerre la curación, siente el buen ministro que por los malos dictámenes de gobierno se pierda la causa pública.” [4] Como decíamos, esta serie de declaraciones siempre las diría con cuidado y delicadeza, sin perturbar ni difamar sobre la figura de su mentor.

Imagen 3. Portada de la catedral del Burgo de Osma. Fuente: agrega.educacion.es

POSTURA RELIGIOSA Y DE MECENAZGO.

En cuanto a su papel de obispo, tal y como hemos observado, siempre se dedicó con gran cuidado y dedicación a sus labores, escribiendo con pedagogía, ejerciendo como un verdadero mecenas de las artes y la música y entregándose al más necesitado. Su preocupación por los indígenas también fue sobresaliente y muestra de su interés por el episcopado y por el necesitado es que para regresar a España desde México tuvo que pedir dinero prestado, ya que todas sus posibles riquezas y rentas así como el espacio de sus palacios episcopales, lo dedicaba enteramente al necesitado.

Su patrocinio estaba orientado sobre todo a la construcción de espacios sagrados, tal lo demuestra su empuje final en el siglo XVII a la construcción de la catedral de Puebla de Los Ángeles, pero posteriores descubrimientos en el estudio del archivo localizado en Burgo de Osma, han puesto aún más de manifiesto en el cuidado que ponía por esta serie de construcciones sacras. Su interés por la pintura fue muy relevante sobre todo en su viaje a Europa, ya que en Nápoles coincidió con Velázquez que retrató a la hermana de Felipe IV y futura reina de Hungría. También escuchó finas partituras musicales en este viaje y promovió la pintura de obras y lienzos en su tierra natal, sobre todo de sus antepasados, simulando el etilo de los cuadros que se presentaban en el Buen Retiro.

Las obras litúrgicas llevadas a cabo por él muestran un cuidado exquisito y claramente basado en el canon y en las directrices de la Contrarreforma católica. Para la vida material de Juan de Palafox se puede citar perfectamente el concepto de magnificencia aristotélica, ya que su vida estuvo marcada por una gran austeridad por su ideal sacerdotal, pero el solar de Ariza, donde se encontraba la residencia de su padre, estuvo adornado por la magnificencia así como su catedral y otras construcciones en su diócesis poblana. Critica duramente a los protestantes que echan por tierra la grandiosidad católica para exaltar a Dios, ya que según el obispo, todo es poco para exaltar a Dios y a sus santos. Estas palabras dan fe de ello: “Cuán errados van los herejes que censuran el culto exterior de Dios y los imperfectos cristianos que les parece superfluo el gasto de la grandeza, ostentación, autoridad y majestad de las catedrales, pues este ungüento, autoridad y grandeza que parece derramado, es logrado y bien empleado como el que se aplica al primero y principal intento de la Iglesia que es ejercitar las alabanzas divinas, no solamente interior, sino exteriormente (…).” [5]

También se preocupó mucho de la música sacra en su mayoría y contó con la presencia de Juan Gutiérrez de Padilla, fama musical en el virreinato, en la catedral novohispana. Reglamentó el coro cardenalicio y dictó normativas para reglamentar el culto, especialmente eucarístico. En sus futuras visitas parroquiales anotaría el cuidado exquisito de muchas de ellas en mantener dichas directrices.

Se sabe que don Juan fue un escritor prolífico, aunque está pendiente de realizarse un estudio exhaustivo de su composición literaria. Debemos destacar al profesor Zugasti que sintetiza la obra de nuestro personaje en tres grandes grupos: un primer grupo situado en los márgenes de la literalidad, un segundo grupo que tiene como fin la catequesis y la didáctica y un tercer grupo que tiene como fin imitar y ampliar otros textos ajenos. [6]

La mayor creación y la más frugal es su bloque didáctico, moralizador y ejemplarizante. En este grupo se encuadran sus cartas pastorales como las Excelencias de San Pedro, los ejercicios Devotos, la Luz de vivos y escarmiento a los muertos. Un gran número de escritos componen comentarios, glosas, y ampliación de textos de otros autores que normalmente rehace y reescribe, como el Varón de los Deseos.

Imagen 4. Felipe IV a caballo. Velázquez. Fuente: Wikipedia.

ENFRENTAMIENTO CON FELIPE IV.

Ya en Osma, el mayor problema de Palafox a nivel político fue el enfrentamiento que tuvo con el monarca, derivado del cobro de impuestos al estamento clerical en base al “impuesto de los millones” proveniente de un breve del Papa para poder cobrar a la Iglesia, un breve que la monarquía española siguió aplicando de forma continuada y fue Palafox, reuniendo también las voces de otros dignatarios eclesiásticos quien alzó la voz y redactó un memorial para el rey, “Memorial al rey por la inmunidad eclesiástica”, escrito en Osma el 29 de Agosto de 1656.

La respuesta de Felipe no se hizo esperar y mandó al corregidor de Soria don Alonso Núñez que leyese la carta al obispo, que no tardó en recogerse como sátira en verso, de tal forma que así quedó: “(…) Si vuestro orgullo más mundo socorriera, vuestro orgullo más mundo revolviera. Si este aviso no basta para corregiros sobran medios para reprimiros. (…).” [7] 

El olvido de las obras de Palafox ha sido un hecho escandaloso que afortunadamente hoy se intenta paliar con estudios tanto españoles como mexicanos sobre la producción del autor. La memoria que tenemos de don Juan viene dada principalmente por su proceso de beatificación, además de las sátiras que se dirigieron hacia él por parte de los jesuitas del siglo XVIII español sobre todo, siendo presentado ante los gobernantes de la España de Carlos III como el perfecto paladín anti jesuita. Él era consciente de todo esto y lo dejó por escrito, tal y como se refleja en estas líneas: “Si las sátiras que se han escrito contra mí desde que comencé a defender la dignidad episcopal y las materias del servicio de Dios y del Rey se hubiesen de juntar, no cabrían en el Salón de Palacio (…).” [8] No sólo fueron públicas las críticas que se hicieron al Obispo en vida, sino que también fueron numerosas las hechas a su muerte.

Su beatificación se inició en Osma en 1666 y posteriormente enviada a Roma en 1690. Desde 1689 hasta 1694 se recibieron más de 185 cartas postuladoras de obispos y otras autoridades, todos atestiguando la santidad y buen hacer del Obispo, no obstante en 1694 el General de los jesuitas paralizó los trámites, alegando que Palafox había informado al Papa negativamente sobre su orden.

En 1726 Benedicto XIII firmó por fin la introducción de la Causa y se iniciaron los trámites. Algunos años más tarde se dio entrada a la fase conclusiva de la causa del Venerable (1760-1767). El caso quedó en el aire, ya hasta mediados del siglo XIX, cuando se pidió al Papa Pío IX que continuara con la causa, finalmente el 27 de Marzo de 2010, Benedicto XVI firmó la beatificación del Obispo, que sería beatificado el 5 de Junio de 2011.

BIBLIOGRAFÍA.

Libros.

SÁNCHEZ CASTAÑER, F.: Don Juan de Palafox Virrey de Nueva España. Fundación universitaria española, Madrid, 1988.FERNÁNDEZ GARCÍA, R.: Iconografía de don Juan de Palafox, imágenes para un hombre de estado y de iglesia. Pamplona: Gobierno de Navarra, Departamento de Presidencia, Justicia e Interior, 2002.

BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, G.: Jaque mate al obispo virrey siglo y medio de sátiras y libelos contra Don Juan de Palafox y Mendoza. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1991.

Páginas Web.

http://www.palafox.arquidiocesisdepuebla.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=16:nueva-fecha-de-beatificacion-de-don-juan-de-palafox-y-mendoza&catid=11:eventos-entorno-a-palafox&Itemid=9

Citas textuales.

[1] PALAFOX Y MENDOZA, J: Diversos Dictámenes Espirituales, Morales y Políticos. En Obras Completas. Vol. X. Madrid, 1762, pág. 13.

[2]Ap.  ARTEAGA Y FALGUERA, C.: “La personalidad humana de don Juan de Palafox y Mendoza a través de sus relaciones familiares.” El Venerable obispo Juan de Palafox y Mendoza. Burgo de Osma, 1976, pág. 419.

[3] Ap. ARGAIZ, G.: Vida de don Juan de Palafox. Introducción, transcripción y notas por Ricardo FERNÁNDEZ GARCÍA. Pamplona, 2000, págs. 85-86.

[4] JOVER ZAMORA, J.M.: “Sobre los conceptos de monarquía y nación en el pensamiento político español del siglo XVII”. Cuadernos de Historia de España (1950), pág. 137.

[5] PALAFOX Y MENDOZA, J.: Excelencias de San Pedro. En Obras Completas. Vol. II-1. Madrid, 1762, pág. 409.

[6] ZUGASTI ZUGASTI, M.: “Don Juan de Palafox y Mendoza: el escritor y el poeta”. El Virrey Palafox. Catálogo de la Exposición. Madrid, 2000, págs. 97-123.

[7] Maravillosa visión que tuvo el hermano Alonso, composición satírica del P. José Antonio Butrón. BRAH. Sec. Jes. Leg. 42.

[8] Archivo de Carmelitas Descalzos de Corella. A-IV-1. Carta del Obispo Palafox a don Antonio de Ulloa en 14 de Julio de 1659.

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Municio Castro, Miguel Ángel: Don Juan de Palafox y Mendoza. Hombre de Estado y de Iglesia en el reinado de Felipe IV (2-09-15) Historia 2.0 (Blog). Tomado de: http://historiadospuntocero.com/don-juan-de-palafox-y-mendoza-hombre-de-estado-y-de-iglesia-en-el-reinado-de-felipe-iv/ (Añadir fecha de consulta).

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