A principios de Octubre compartíamos con todos vosotros una cápsula histórica al respecto de un personaje muy peculiar y más o menos adulterado en la historiografía como era Umar ibn Hafsun. Esa cápsula versó sobre su trayectoria y sobre su biografía, pero era sólo el preludio de este artículo, en el que hablaremos un poco más sobre su entorno material, su «base de operaciones». Este lugar no es otro que el yacimiento arqueológico de Bobastro (Ardales, Málaga), y esperamos que os despierte tanto interés como nos ha despertado a nosotros investigar sobre Umar y su ciudad 🙂
Umar ibn Hafsun, su historia.
Tal y como pudimos comentar en la cápsula histórica al respecto de Umar ibn Hafsún, se presupone como cierto que Umar ibn Hafsun nació al oeste de la actual provincia de Málaga, concretamente en la Serranía de Ronda, durante el emirato independiente de Córdoba, en el seno de una familia de terratenientes de origen nobiliario godo. De este modo, Umar, era muladí de nacimiento –nombre que recibían los descendientes de los cristianos convertidos al islam–.
Parece que nuestro protagonista se convirtió en rebelde debido a un incidente que le ocurrió cuando descubrió que un pastor bereber le estaba robando el ganado a su abuelo. Umar se enfrentó a él, matándolo, y tras este asesinato hubo de escapar al norte de África, convirtiéndose en aprendiz de sastre hasta que, animado por otro muladí y teóricamente auspiciado por una profecía de un anciano, decidió volver aprovechando el creciente caos interno de al-Ándalus. Es entonces cuando asienta su cuartel general en las Mesas de Villaverde y da inicio a su fitna particular contra el poder cordobés en 878.
¿Por qué Bobastro? La organización del territorio.
Es un error entender Bobastro desde una perspectiva aislada, como si sólo de la famosa iglesia rupestre y de la alcazaba se tratara. Todo el yacimiento arqueológico, que está englobado en las Mesas de Villaverde, al norte del valle del Guadalhorce, está subordinado en espacios jerarquizados según un orden de importancia. Así las cosas, podemos diferenciar tres áreas bien jerarquizadas: El recinto principal o alcazaba, junto al embalse de la Encantada, un segundo recinto caracterizado por los espacios sacros que se conocen y por un sistema de hábitat disperso de carácter rupestre y finalmente se encuentra toda la red de fortificaciones rurales que a modo de cinturón protegen los diversos accesos a la alcazaba principal. Fuera de ese perímetro del área de influencia de Bobastro se encontraría todo el territorio del que los sublevados obtendrían su sustento y donde pondrían en práctica la rapiña, como sucedió con en la cercana población de Ardales o en el Valle de Abdalajís. Parece que los de Bobastro también tuvieron un control directo por un breve espacio de tiempo de Álora, cuyo castillo fue mandado construir por Abderramán III precisamente para cercar a los sublevados.
Debía ser complicado residir en el ámbito de influencia de Bobastro. Salta a simple vista lo agreste de todo el terreno, con acusados desniveles por todas partes que obligarían a establecer el poblamiento en terrazas. Las numerosas cuevas acondicionadas para un uso residencial atestiguan que, por lo general, las casas contaban con dos plantas, siendo la primera la puramente residencial y la segunda un granero. Es frecuente encontrar canteras de bloques de arenisca al aire libre junto a las casas o dentro de las mismas, pues el mismo proceso de vaciado de las cuevas y de adaptación del entorno podía servir también para obtener materia prima necesaria para construcciones de mayor envergadura como el alcázar, el monasterio rupestre, fortificaciones o construcciones edificadas ex novo de cualquier otra índole. Parece también que esta extracción de bloques por los particulares de las viviendas era contemplada como un pago de impuestos en especie al señor por su protección; algo que no debe extrañarnos en el aparataje de una ideología orientada a la feudalización palpable del último período del reino visigodo que fue concebida con el plan de Umar.
La principal actividad económica de las gentes que habitaron estos montes se basaría en la ganadería, ya que el suelo rocoso no posee un horizonte cultivable, como tampoco lo permite la orografía. Además, la conservación de caminos ganaderos así lo atestiguan.
Hay una particularidad que debemos otorgar a este asentamiento y la razón de su creación. Bobastro surge sin aparente planificación urbanística, no surge como consecuencia de una confluencia de transacciones comerciales auspiciadas por el poder o surgidas por sí mismas. Tampoco responde a una evolución continuada de poblamiento, sino que Bobastro fue originada por la actividad depredatoria de Umar ibn Hafsún; Bobastro es el reflejo de su fundador al respecto de su nacimiento y organización urbanística, y los autores contemporáneos no dudarán en afirmar que “Bobastro se construye con los despojos de la sociedad islámica”[1], algo que nos da definitivamente la pista necesaria para entender que la madina surge por el deseo expreso del rebelde por antonomasia del emirato cordobés y no porque allí hubiera algo que evolucionó para dar lugar a este fenómeno o que facilitó su creación.
¿Quiénes habitaban en Bobastro?
Si bien las fuentes son muy reacias a proporcionar información al respecto, parece que en torno a Umar se encontraban los ashab, los más allegados. Eran concretamente tres según las fuentes: Ya’ far b. Maqsim, ‘Abd Allah b. Asbag b. Nabn y Wadinas b. Attaf. Estos eran los tres dirigentes de la revuelta junto a Umar ibn Hafsún aunque también tendremos noticias de algún otro personaje dependiendo de las circunstancias, tal es el caso de Yahya b. Zakariyya’ b. Anatuluh, que abandonó a Umar cuando éste se convirtió al cristianismo y se pasó al emirato, aportando valiosa información al emir y siendo el artífice de la conquista para Córdoba de plazas que apoyaron al rebelde como Coín, Fuengirola, Estepona, Morón, El Nicio y Cerro Torrón. Esta “élite de malhechores”, según las fuentes, supondría un círculo muy restringido y seguramente no todos estarían en Bobastro, sino que seguramente algunos habitarían los husun defensivos establecidos en derredor de la alcazaba.
El grueso de la población es otra historia. Allí residieron los cristianos y muladíes que quisieron apoyar la causa del rebelde, y, en palabras de ibn al Jatib “apoderándose de la qal ‘a –el ámbito urbano– todos cuantos, cristianos y muladíes, vivían en torno a ella”.[2] Esta referencia explícita a cristianos y muladíes nos hace pensar que los cerros y el valle del Guadalhorce estarían poblados por elementos indígenas previos a la invasión musulmana como serían hispanogodos y bereberes, todos ellos anteriores al establecimiento de un poder central que se emanaba desde Córdoba. Población que se vería atraída por las oportunidades que ofrecía el botín así como por aquellos que preferían un control personal y más directo antes que al lejano emir. Como se puede comprobar, la dinámica poblacional de Bobastro difiere diametralmente de la dinámica islámica: en la primera la gente se aglutina en torno a un jefe y su séquito feudalizante, mientras que en la segunda la gente se aglutina en torno a la ciudad y a la protección del Estado.
El obispado de Bobastro.
Desde un punto de vista estrictamente formal, Bobastro se configura como un ente urbano al disponer de una alcazaba que controla su entorno más inmediato y que posee un territorio y una población que depende de ella. Bien es cierto que no hereda el modelo de civitas clásico ni el modelo de madina musulmán, pero en las mesas de Villaverde el hecho urbano es arqueológicamente constatable. Así pues, el proyecto político reaccionario de Umar lleva aparejado un hecho urbano, aunque más de forma nominal que real en cuanto a las funciones. Es aquí donde entra el proyecto ideológico de ibn Hafsún y su conversión al cristianismo, ya que la fundación de un obispado ex novo contribuye a alimentar la polémica surgida en el seno de la Iglesia hispana al respecto de una facción más colaboracionista encarnada en el obispo de Málaga, Hostegesis, y una facción más reacia a colaborar con el Estado, como es el caso de algunos eclesiásticos y personajes cordobeses.
La erección de un obispado atrajo las simpatías de eclesiásticos rurales y de aquellos otros miembros de la Iglesia que eran detractores de colaborar con el poder y la religión establecidos. La distinción entre sede episcopal y centro urbano había desaparecido tras la conquista islámica, pero no había desaparecido para los indígenas, que veían como algo absolutamente necesario la existencia de ambos elementos para que se desarrollara la vida pública urbana. Bobastro pues, ofrecía a cristianos y muladíes la certeza y la continuación de una ciudad de tradición típicamente visigoda en pleno emirato cordobés.
A pesar de que esta consecuencia era lógica respecto a la ideología de ibn Hafsún, no la entendieron como lógica todos sus partidarios musulmanes que se rebelaban únicamente contra la centralidad cordobesa pero no así contra la religión islámica, y muchos de los partidarios de Umar desertaron, entre ellos el ashab al que hacíamos mención anteriormente. Esta circunstancia, unida a la toma de la iniciativa por Abderramán III, propiciará una larga guerra de desgaste contra Umar y finalmente su caída encarnada en su hijo casi diez años después de la muerte del gran rebelde del emirato.
Especial agradecimiento a Lidia Berrocal y a Cristóbal Baeza, guías del yacimiento de Bobastro que facilitaron en todo lo posible mi visita y acceso a la información del yacimiento, pudiendo documentar información y carteles no expuestos al público al ser conocedores de mi intención de elaborar una cápsula y este artículo al respecto de este yacimiento arqueológico.
Bibliografía.
ACIÉN ALMANSA, M.P.: “Algunas consideraciones sobre los mozárabes de al-Andalus”, en Studia Historica. Historia Medieval, pp. 23-36, vol. 27, 2009.
MARTÍNEZ ENAMORADO, V.: “Bobastro (Ardales, Málaga): una madina para un »rebelde»”. En Qurtuba: Estudios andalusíes, pp. 123-147, vol. 2, 1997.
MARTÍNEZ ENAMORADO, V.: “Algunas consideraciones espaciales y toponímicas sobre Bobastro”. En Al-qantara: Revista de estudios árabes, pp. 59-78, vol. 17, fasc. 1, 1997.
MARTÍNEZ ENAMORADO, V.: “Sobre las ‘cuidadas iglesias’ de Ibn Hafsun. Estudio de la basílica hallada en la ciudad de Bobastro (Ardales, Málaga)”, en Madrider Mitteilungen, pp. 507-531, vol. 45, 2004.
[1] MARTÍNEZ ENAMORADO, V.: “Bobastro (Ardales, Málaga): una madina para un »rebelde»”. En Qurtuba: Estudios andalusíes, p. 131, vol. 2, 1997.
[2] MARTÍNEZ ENAMORADO, V.: ad supra, p. 129.
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Municio Castro, Miguel Ángel: El hogar de un rebelde. Bobastro (Málaga) (21 de octubre de 2015) Historia 2.0 [Blog] Recuperado de: http://historiadospuntocero.com/el-hogar-de-un-rebelde-bobastro-malaga/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a la entrada]
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