Umar ibn Hafsún (854-917), oriundo de la serranía rondeña, fue con diferencia aquel que logró el mayor desgaste en todos los sentidos de la frágil hegemonía Omeya. Supo canalizar el descontento acumulado de la población bereber y muladí, sometida a cargas fiscales más onerosas que a los pobladores puramente árabes, y fue capaz de mantener contra las cuerdas al Emirato durante casi 40 años. Este muladí puso por vez primera toda la zona montañosa de las Mesas de Villaverde –donde se encuentra Bobastro– en primera plana política durante cuatro décadas. A pesar de que al principio su movimiento era de rebeldía, su fin último era instaurar, cuanto menos, un poder independiente al emirato cordobés –así lo atestigua el que dos emisarios del califato chií de Túnez lo visitaran en el mismo Bobastro y le entregasen vestiduras lujosas de gobernante, además de planificar con él cómo sería el nuevo rito musulmán chií en al-Andalus–. La respuesta omeya quedó plasmada en su tibieza, incapaz de gobernar un territorio que se le iba de las manos, hasta la llegada de Abderramán III, que puso punto y final a las aventuras de este aspirante a “rey” muladí.
Umar nació en 854 en Ronda, posiblemente en las estribaciones del Castillo de Antar, cerca de Parauta. Era descendiente de nobles hispanogodos que, como otros tantos, abrazaron el Islam en pro de mantener su estatus y su influencia. Tras ser el protagonista de un asesinato de un pastor rondeño que al parecer estaba robando las cabezas de ganado a su abuelo, ibn Hafsún decide marcharse a Argelia, donde trabajó de sastre por un período corto de tiempo.
Parece que auspiciado por la profecía de un anciano que le auguró un reinado “en la colina de Bobastro”, en el año 880 vuelve a Ronda y comienza a aglutinar en torno a sí a algunos amigos y familiares cercanos, además de todo un séquito de muladíes y bereberes que se sentían desplazados de la nueva sociedad andalusí. Acompañado de este variopinto séquito, el muladí escogió un lugar escarpado y de difícil acceso para crear lo que iba a ser su base de operaciones y corazón de la rebelión: Bobastro, situada en el municipio de Ardales, en las mesas de Villaverde, tesis corroborada por varios muestreos y prospecciones arqueológicas.
Umar se aseguró enseguida, mediante un discurso atractivo y el saqueo, la fidelidad de todas las poblaciones aledañas, véase Ardales, Teba, el Valle de Abdalajís… en estas poblaciones estableció fortalezas rurales de escasa robustez o husun para controlar y vigilar el territorio. A pesar de esta regionalidad más inmediata, Umar extendió su influencia mediante pactos por una extensión amplísima de territorio, una extensión controlada que, de Oeste a Este, llegaba desde Cádiz hasta Murcia y que hacia el Norte se encontraba casi a las puertas de Córdoba.
Será un error histórico pero lógico, el que lleve a Umar a su declive, tanto el suyo como el de su causa. En un momento dado y para diferenciarse aún más del poder central, el muladí se convirtió al cristianismo para así lograr los apoyos y una legitimidad que fuese reconocida por la monarquía asturiana. A pesar de sus promesas, la ayuda asturiana nunca llegó, y los partidarios de Umar comenzaron a abandonarlo por esta razón fundamental. A pesar de todo, Umar instauró un obispado metropolitano en Bobastro y mandó erigir la famosa iglesia rupestre que hoy es la joya de la corona del yacimiento, siguiendo ese esquema visigodo tan arraigado de “ciudad capital-obispo-metrópolis eclesiástica”. Este error junto al ascenso al poder de Abderramán III, capaz de controlar las riendas de un Estado en desintegración política desbocada, propiciarán que la revuelta tenga fecha de muerte.
Cuando Umar falleció a los 72 años acosado por la vejez y la enfermedad, la empresa continuará con sus hijos durante más de diez años, exactamente hasta el año 928 en el que su hijo Hafs acabó por entregarse. Bobastro cayó definitivamente y fue arrasada hasta los cimientos. El califa, para humillar la memoria del rebelde, desenterró su cuerpo para decapitarlo y llevó su cabeza a Córdoba, donde la expuso junto a una cabeza de cerdo. A parte de esto mandó edificar una nueva alcazaba en el lugar donde estuvo la del rebelde, para reafirmar aún más su dominio sobre aquellas tierras. La población rebelada fue dispersada entre los núcleos cercanos y no tan cercanos ubicados en el llano, pero tenemos noticias de que los montes fueron despoblados en mayor o menor medida con afán preventivo de nuevas insurrecciones.
Especial agradecimiento a Lidia Berrocal y a Cristóbal Baeza, guías del yacimiento de Bobastro que facilitaron en todo lo posible mi visita y acceso a la información del yacimiento, pudiendo documentar información y carteles no expuestos al público al ser conocedores de mi intención de elaborar esta cápsula y un artículo que será publicado próximamente en Historia 2.0 acerca de este lugar.
Bibliografía.
ACIÉN ALMANSA, M.P.: “Algunas consideraciones sobre los mozárabes de al-Andalus”, en Studia Historica. Historia Medieval, pp. 23-36, vol. 27, 2009.
MARTÍNEZ ENAMORADO, V.: “Bobastro (Ardales, Málaga): una madina para un »rebelde»”. En Qurtuba: Estudios andalusíes, pp. 123-147, vol. 2, 1997.
MARTÍNEZ ENAMORADO, V.: “Algunas consideraciones espaciales y toponímicas sobre Bobastro”. En Al-qantara: Revista de estudios árabes, pp. 59-78, vol. 17, fasc. 1, 1997.
MARTÍNEZ ENAMORADO, V.: “Sobre las ‘cuidadas iglesias’ de Ibn Hafsun. Estudio de la basílica hallada en la ciudad de Bobastro (Ardales, Málaga)”, en Madrider Mitteilungen, pp. 507-531, vol. 45, 2004.
Raúl: Umar ibn Hafsún ibn Chafs, artículo en Araboislámica [Blog]. Recuperado de: http://araboislamica.blogspot.com.es/2010/06/umar-ibn-hafsun-ibn-chafs.html (Consulta: 6-10-15).
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Municio Castro, Miguel Ángel: Umar ibn Hafsún. El jaque de Córdoba (6 de octubre de 2015) Historia 2.0 [Blog] Recuperado de: http://historiadospuntocero.com/umar-ibn-hafsun-el-jaque-de-cordoba/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a la entrada]
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