El ser humano siempre ha modificado su entorno y ha abusado de él en su propio beneficio, ¿pero hasta qué punto es esto peligroso? En nuestra obcecación por conseguir el desarrollo tecnológico en pos de un mal llamado progreso hemos jugado a ser Dios de manera bastante habitual.

Con el desarrollo de la energía nuclear probablemente se traspasó una frontera para la que el ser humano aún no estaba preparado; el número de víctimas consecuencia de ello habla por sí mismo. Desde las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki se fue consciente a nivel mundial del peligro de la radiación, pero de lo que nadie quiso darse cuenta fue de que el peligro no estaba limitado al uso militar.

Probablemente nos encontremos en Chernóbil con uno de los mayores errores de la Humanidad. Aúna la despreocupación por la seguridad en un asunto potencialmente peligroso, la incompetencia no sólo de los trabajadores sino de los mismos altos cargos, así como una terrible irresponsabilidad en las acciones de auxilio y sellado posteriores al accidente en las que miles de voluntarios se enfrentaron a la radiación sin las medidas de seguridad adecuadas.

Chernóbil fue, desde este punto de vista, el elemento que concienció a la población mundial del verdadero peligro del uso indiscriminado de la energía nuclear. Las nubes radiactivas no entienden de fronteras, y desde entonces comenzó a haber una preocupación global sobre el terrible daño que podía ocasionar un pequeño accidente en cualquier central nuclear del planeta.

 

LA CENTRAL NUCLEAR

La conocida como central nuclear de Chernóbil, cuyo nombre oficial es Central eléctrica nuclear memorial Vladímir Ilich Lenin, se encuentra en realidad a 18 km al Noroeste de la ciudad de Chernóbil (Ucrania) y a tan sólo 16 km de la frontera con la actual Bielorrusia.

La construcción de la central comenzó en 1970. Para 1977 ya estaba montado el primer reactor RBMK-1000, capaz de producir 1000 megavatios (MW) de energía, al que le siguieron un segundo reactor (1978), un tercero (1981) y un cuarto (1983). En el momento del accidente estaban en construcción dos reactores más.

Este tipo de reactor está compuesto por un enorme cilindro de grafito de 1700 toneladas, dentro del cuál se encuentran 1600 tubos metálicos que alojan 190 toneladas de dióxido de uranio en forma de barras cilíndricas. Por estos tubos circula agua pura a alta presión que, al calentarse, proporciona vapor a la turbina. Entre estos conductos de combustible se encuentran 180 tubos, denominados barras de control, compuestos por acero y boro y que ayudan a controlar la reacción en cadena dentro del núcleo del reactor.

Esquema de funcionamiento de una central nuclear
Esquema de funcionamiento de una central nuclear

 

Aunque para esas fechas ya existían unos requisitos de seguridad para las centrales nucleares, es evidente que la central de Chernóbil no cumplía con ellos. Una de las carencias más graves era la inexistencia de un edificio de contención.

Como antesala al gran accidente ocurrido en 1986 por el que sería conocida mundialmente esta central, ya en 1982 se produjo una fusión parcial de la base en el reactor 1 de la planta. El reactor fue reparado y puesto nuevamente en servicio al cabo de unos meses, aunque debido a la política secreta de la Unión Soviética el grado del accidente no fue hecho público hasta años más tarde.

 

EL ACCIDENTE DE 1986

Durante la madrugada del sábado 26 de abril de 1986, el equipo que operaba en la central se propuso realizar una prueba de seguridad en el reactor 4 (que tenía como objetivo calcular la cantidad de energía producida por las turbinas al girar por su propia inercia tras la detención del reactor). Para realizar este experimento los técnicos decidieron no detener la reacción en cadena que se produce dentro del reactor para evitar un fenómeno conocido como envenenamiento por xenón.

Reactor 4 de Chernóbil antes del accidente
Reactor 4 de Chernóbil antes del accidente

Para bajar la potencia del reactor los operadores insertaron las barras de control, decayendo la potencia hasta los 30 MW. A un nivel tan bajo los sistemas automáticos pueden accionarse y detener el reactor, por lo que los operadores desconectaron el sistema de regulación de la potencia y el sistema de emergencia refrigerante del núcleo así como otros diversos sistemas de protección.

Como a 30 MW comienza a producirse el envenenamiento por xenón, aumentaron la potencia del reactor subiendo las barras de control. Pero con el reactor a punto de apagarse, los operadores empezaron a retirar manualmente las barras de control, cometiendo un error. Y es que de las 170 barras de acero al boro que contiene el núcleo, las reglas de seguridad exigían que hubiera siempre un mínimo de 30 bajadas. En esta ocasión los operadores dejaron solamente 8.

Uso de las barras de control para aumentar o disminuir la temperatura en el núcleo del reactor. Fuente: www.technologystudent.com

Con los sistemas de emergencia desconectados el reactor experimentó una subida de potencia extremadamente rápida. Cuando los operadores se dieron cuenta quisieron  bajar de nuevo las barras de control a través del SCRAM (o apagado de emergencia), pero éstas no respondieron ya que debido al calor habían quedado deformadas; por tanto recurrieron a desconectarlas para permitirlas caer por efecto de la gravedad. Se oyeron fuertes ruidos y a continuación se produjo una explosión causada por la formación de una nube de hidrógeno dentro del núcleo, haciendo volar el techo de 100 toneladas del reactor y provocando un incendio en la planta, así como una gigantesca emisión de productos de fisión a la atmósfera.

Así quedó el reactor 4 tras la explosión

Las llamas afectaban a varios pisos del reactor 4 y se acercaban peligrosamente al reactor 3, por lo que los operadores pusieron los tres primeros reactores en refrigeración de emergencia. La rápida reacción de los bomberos militares asignados a la central evitó que el fuego se extendiera por el resto de las instalaciones. La misma mañana del sábado varios helicópteros del ejército empezaron a arrojar una mezcla de arena, arcilla, plomo, dolomita y boro sobre el núcleo para intentar paliar las emisiones. Uno de estos helicópteros, por cierto, chocó contra una grúa y tanto el aparato como sus tripulantes acabaron cayendo al reactor, donde aún se encuentran sus restos.

Secuencia del accidente del helicóptero

 

Tras un primer intento fallido de implantar un sistema de refrigeración bajo el núcleo, se optó por la construcción de una estructura denominada sarcófago que envolvería al reactor, aislándolo. Pero antes de eso se necesitaba enfriar el núcleo y limpiar lo que quedaba del techo del reactor para permitir construir encima. Los primeros intentos de limpieza se hicieron mediante el uso de robots, pero la radiación era tan alta que la mayoría quedaban inservibles tras unos minutos. Finalmente se optó por la única solución restante: mandar a gente a terminar el trabajo que los robots no habían sido capaces de hacer. Estos héroes anónimos, muchos de ellos sin ser realmente conscientes del peligro que corrían, se conocen como liquidadores. Si bien muchos de ellos era militares, la mayoría del cuerpo de liquidadores estaba formado por voluntarios civiles. Ataviados con máscaras, botas de goma y unas planchas de plomo que apenas cubrían la espalda y la parte posterior de la cabeza, aproximadamente 600.000 personas sacrificaron para siempre su salud para poder evitar un desastre aún mayor.

Equipo de liquidadores realizando tareas de limpieza y desescombro.

 

¿Y qué pasó con las poblaciones cercanas? Las autoridades soviéticas —totalmente conscientes de la gravedad del accidente— decidieron al día siguiente poner en marcha los primeros planes de evacuación. Se comenzó por evacuar la ciudad de Prípiat (que había sido fundada en 1970 para dar alojamiento a los trabajadores de la central y a sus familias) y a toda la gente en un radio de 10 km alrededor de la central. Esta primera evacuación no concluyó hasta pasadas 36 horas del accidente. La evacuación de la propia ciudad de Chernóbil (y de toda población en un radio de 36 km) no se llevaría a cabo hasta pasados 6 días de la catástrofe. En total se calcula, entre la evacuación inmediata y las posteriores relocalizaciones, una cantidad aproximada de 336.000 personas que debieron abandonar sus hogares, provocando la aparición de extensas áreas deshabitadas.

 

EFECTOS

El accidente nuclear de Chernóbil fue catalogado de intensidad 7, el valor más alto. Se calcula que liberó el equivalente a entre 30 y 40 veces más residuos que las bombas de Nagasaki e Hiroshima juntas.

Curiosamente, en Europa occidental las primeras noticias sobre la catástrofe llegaron procedentes de Escandinavia, y no de Kiev ni de Moscú, y es que la Unión Soviética calló sobre el incidente hasta pasados 20 días del mismo. Tras la detección de la radiación en Suecia y la difusión de esta situación, los suecos, durante tres horas y media, estuvieron convencidos de que se había producido un accidente en la central nuclear sueca de Forsmark, no muy alejada de Estocolmo. Los investigadores suecos, después de determinar que no había escapes en la central, dedujeron que la radiactividad debía provenir de la zona fronteriza entre Ucrania y Bielorrusia, dados los vientos dominantes en aquellos días. Mediciones similares se fueron sucediendo en Finlandia y Alemania, lo que permitió al resto del mundo conocer en parte el alcance del desastre.

La contaminación no se extendió de manera uniforme por las regiones adyacentes sino que las condiciones meteorológicas del momento hicieron que ésta se repartiese irregularmente, afectando a la mayor parte de Europa. La mayor perjudicada fue Bielorrusia, que recibió alrededor del 60% de la contaminación que cayó dentro de la antigua Unión Soviética. También el sur de Brianks, dentro de la Federación Rusa, así como el noroeste de Ucrania resultaron especialmente contaminados. Sin embargo, la mitad de las partículas volátiles se depositaron fuera de la Unión Soviética, en especial Finlandia y Suecia, con un 5% de su territorio afectado por niveles altos de contaminación. También más del 80% de Moldavia, la parte europea de Turquía, Eslovenia, Suiza, Austria y Eslovaquia resultaron contaminadas con niveles más bajos. El 44% de Alemania y el 34% de Reino Unido fueron afectados de forma similar.

Dentro de España, la zona afectada por la nube radiactiva —especialmente entre el 2 y el 6 de mayo— fue una franja de unos 100 kilómetros de anchura en el levante español, además de las islas Baleares. El impacto radiológico se consideró no significativo, ya que la acumulación estimada de radiactividad en las personas por todas las vías se encontraba muy por debajo de los límites anuales establecidos por la legislación española, y por tanto se consideró que la adopción de medidas preventivas era innecesaria.

 

ESTIMACIONES DE VÍCTIMAS

Debido a que las mayores consecuencias de un desastre nuclear no son inmediatas sino a muy largo plazo existe una gran controversia sobre el número de personas afectadas por las dosis de radiación, por lo que los diferentes estudios sobre los efectos de Chernóbil en la salud han arrojado conclusiones muy diversas.

Sí que parece unánime la cifra de 31 muertes en las primeras semanas, todas ellas relacionadas con empleados de la central. De estas 31 víctimas una fue debida a la explosión, una segunda a una trombosis, otra por quemaduras y las 28 restantes debidas a los altos niveles de radiación a las que fueron expuestas. Un total de 499 personas fueron hospitalizadas, 237 de ellas expuestas de forma importante a las radiaciones (entre ellos los 28 fallecidos).

Respecto al resto de afectados indirectos, los informes más conservadores calculan cifras de entre 4.000 y 9.000 muertos desde entonces por algún tipo de cáncer directamente relacionado con la exposición a la radiación, cifras que podrían alcanzar los cientos de miles e incluso millones si hablamos de afectados. A esto hay que añadir el aumento en el número de abortos y de malformaciones en los fetos, así como el posterior desarrollo de leucemia en muchos niños que estaban por entonces en el vientre de su madre.

Los efectos psicológicos fueron también importantes, significativamente el estrés de la población achacado al desconocimiento de los efectos de la radiactividad y al terremoto en el sistema social y los modos de vida tradicionales como consecuencia del accidente. De hecho muchas personas mayores, unas 1600, se negaron a ser evacuadas del territorio afectado en el momento del accidente, amparándose en el valor ancestral de la zona. En 1999, dentro de las 454 aldeas evacuadas pertenecientes a la zona de Bielorrusia próxima a Chernóbil, seguían viviendo 183 personas, sin electricidad, teléfonos ni tiendas, en una economía de subsistencia. Poco a poco el número de personas evacuadas que han vuelto a la zona restringida ha ido en aumento e incluso se ha registrado algún nacimiento, evidentemente transgrediendo las normas de seguridad (y en contra de lo que dicta el sentido común).

 

FAUNA Y FLORA

Como no podía ser de otra manera, el desastre también tuvo consecuencias sobre el medio ambiente. Algunas inmediatas, como por ejemplo un área de 4 km2 de pinos situada en las cercanías del reactor que murieron a causa de la radiación, adquiriendo previamente un color entre marrón y bermejo, motivo por el cuál desde entonces se conoce a la zona como «Bosque Rojo» debido a esa coloración.

El «Bosque Rojo». En la parte superior de la fotografía se puede apreciar la cercanía de este respecto a la central de Chernóbil.

Debido a la capacidad de adaptación de las especies parece que los animales más afectados por la radiación simplemente desaparecieron durante los años siguientes al desastre. Muchos de los animales que sobrevivieron dejaron de reproducirse. El resto, a pesar de haber sufrido también las consecuencias de la radiación, ha demostrado una gran capacidad de supervivencia. En la actualidad, y gracias a la ausencia del hombre, esas zonas se han convertido en una especie de reservas naturales donde incluso se ha documentado la existencia de especies que apenas abundaban en la zona y que a consecuencia de la ausencia de seres humanos han aflorado. En todo caso, aunque los animales contaminados se hayan adaptado al ecosistema y parezcan saludables siguen siendo peligrosos si los come un humano debido a su alto nivel de radioactividad.

 

SITUACIÓN DE LA CENTRAL TRAS EL ACCIDENTE

La enorme dependencia que tenía la Unión Soviética de la electricidad generada por la central de Chernóbil hizo que tras el accidente de 1986 se decidiese continuar produciendo electricidad con los reactores no accidentados. Tras la independencia de Ucrania se mantuvo la decisión de que la central continuase funcionando.

La enorme presión de la opinión pública así como las numerosas manifestaciones ecologistas en contra del uso de la energía nuclear y a favor del cierre de la central de Chernóbil favorecieron que en diciembre de 1995 se reuniesen los representantes de los paises miembros del G7 y de Ucrania firmando el llamado memorándum de Ottawa, mediante el que Ucrania expresaba la voluntad de cerrar la central a cambio de que el G7 y la Unión Europea le ayudasen a obtener otras fuentes de electricidad. Para ello se acordó la financiación de dos nuevos reactores nucleares en Khmelnitsky (K2) y Rivne (R4) y la construcción de un gasoducto y un oleoducto con origen en Turkmenistán y Kazajistán. Además, la Unión Europea se involucró financiera y técnicamente en su programa de seguridad nuclear para preparar la recuperación, el tratamiento y el almacenaje de residuos sólidos de la central nuclear y la reforma de su sector energético.

Por fin, el día 15 de diciembre de 2000 se producía el cierre definitivo de la central nuclear de Chernóbil al pararse el reactor 3 —único que quedaba en activo por entonces— en una ceremonia en la que el entonces presidente ucraniano Leonid Kuchma dio la orden directamente por teleconferencia.

¿Daba esto carpetazo al asunto? Ni mucho menos. Sufriremos los efectos del accidente de Chérnobil durante innumerables generaciones, pues la radiactividad no desaparece de un día para otro. De hecho, tan sólo 3 décadas después del accidente se ha necesitado la construcción de un nuevo sarcófago (concluido en 2016) debido al inevitable deterioro del anterior. Se calcula que el actual servirá durante unos 100 años antes de tener que construir una nueva estructura. En lo que respecta a la zona más afectada por la radiación, ésta no volverá a ser habitable durante al menos varios siglos… pero habrán de pasar por lo menos 24.000 años hasta que los elementos radiactivos restantes desaparezcan completamente.

 


BIBLIOGRAFÍA

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  • Agencia Reuter «El accidente de Chernobil liberó 30 veces más residuos que la bomba atómica» EL PAÍS 17/08/1986
  • Bonet, Pilar «Destituidos el director de la central y cuatro altos cargos de la Administración por el accidente de Chernobil» EL PAÍS 20/07/1986
  • Bonet, Pilar «Chernóbil fue producto del secreto y de la incompetencia» EL PAÍS 09/03/1989
  • Camiñas, Tasio «1600 ancianos conviven con la radiactividad en Chernóbil, trabajan la tierra y comen sus productos» EL PAÍS 15/08/1990
  • Cañas, Gabriela «La UE presta a Ucrania 111.150 millones de pesetas para dos nuevos reactores» EL PAÍS 14/12/2000
  • Caño, Antonio «300 secretos de los antiguos dirigentes de la URSS se desvelan al público en Washington», EL PAÍS 17/06/1992
  • Coumarianos, Philippe; Tosukanova, Ania «Un rayo de vida en Chernóbil. Una niña llamada María es el primer bebé que nace en la zona prohibida tras el desastre nuclear de 1986» EL PAÍS 08/10/1999
  • Editorial «Gorbachov y Chernobil» EL PAÍS 16/05/1986
  • Fernández, Rodrigo «183 personas viven aún en la zona más contaminada de Chernóbil» EL PAÍS 27/04/1999
  • López, Luis Matías «La presión internacional cierra hoy Chernóbil» EL PAÍS 15/12/2000
  • M. R. E. «Un informe de la OCDE dice que las consecuencias sanitarias están poco establecidas» EL PAÍS 26/02/1996

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Cuesta Hernández, Alfonso: El accidente de Chernóbil  (8 de febrero de 2018) en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/accidente-chernobil/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]

Alfonso Cuesta
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