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Obra del pintor neoclásico italiano Vincenzo Camuccini (1813). Representa a Ptolomeo II Filadelfo conversando con eruditos en la Biblioteca de Alejandría.

En Historia 2.0 os queremos hablar de libros, de bibliotecas, de archivos, de escribas, imprentas, scriptoriums, papiros, pergaminos, códices, incunables, princeps… y de toda su historia desde que el hombre creó la escritura hasta nuestros días, ya que el «documento», sonoro o escrito, es nuestro vehículo del conocimiento.

Mientras todo ésto llega, y para ir abriendo boca, os dejamos con un documental que nos mostrará el que es considerado como el primer centro de investigación del mundo, la primera biblioteca -más allá de un simple almacén de libros, rollos de pergamino o tablillas- y el que se cree que fue uno de los fenómenos intelectuales más importantes del hombre.

https://www.youtube.com/watch?v=hS-H7AI0Vow

Con una duración de 42 minutos, se repasa someramente la historia de la Biblioteca desde que Alejandro Magno (Μέγας Αλέξανδρος) decretara en 332 a.C. que Alejandría se convirtiese en el centro del saber de todo el mundo hasta entonces conocido. Continúa a lo largo de la dinastía Ptolemaica, desde que Ptolomeo I Sóter (Πτολεμαίος Σωτήρ) la ordenase levantar de acuerdo al sueño que Alejandro tuvo. Prosigue con su sucesor Ptolomeo II Filadelfo (Πτολεμαῖος Φιλάδελφος), quien la impulsó y amplió, hasta llegar a Cleopatra (Κλεοπάτρα Φιλοπάτωρ) de quien se dice que, como erudita que era, llegó a estudiar en ella e incluso a escribir textos que allí mismo se conservaron -aunque hoy no queden pruebas que lo atestigüen-.

Sobre la Biblioteca de Alejandría no se sabe prácticamente nada: no se conoce cómo era, dónde se encontraba exactamente, cuántos textos contenía ni cuáles eran éstos. Lo único que nos queda de aquella institución es la biblioteca-hija, llamada Serapeo -en honor a Serapis- y hoy en ruinas. Una estructura secundaria que se construyó cuando la Gran Biblioteca de Alejandría se quedó sin espacio -Marco Antonio llegó a ofrecer a Cleopatra miles de volúmenes procedentes de otra gran biblioteca, la de Pérgamo-.

Se sabe que era un lugar de encuentro para sabios y eruditos venidos de todo el mundo en el que podían conversar, leer, estudiar, trabajar, comer y dormir bajo el auspicio de la monarquía ptolemaica.

Se pretendía conservar todos los textos existentes en pos del conocimiento y para ello, se compraban bibliotecas enteras y se requisaban libros a los viajeros que llegaban a la ciudad egipcia.

El declive de la Biblioteca se produjo a lo largo de los siglos y éste quizá comenzase en el reinado de Ptolomeo IV, más dado a los lujos que al arte del aprendizaje.

La ciudad enfrentó un incendio cuando en el año 48 a.C Julio César prendió fuego a la flota alejandrina y las llamas se propagaron hasta el puerto, lugar donde parte de los investigadores sitúan la biblioteca que quedó destruída. Para otros, el desastre no fue tan grande y creen que solo se llegó a incendiar una porción de la colección de manuscritos.

Sea como fuere, Alejandría y su biblioteca no descansarían tranquilas hasta su definitivo final, puesto que en 400 d.C., el paganismo fue prescrito del imperio romano y el cristianismo se convirtió en la religión oficial. El emperador Teodosio ordenó la destrucción de todos los templos y monumentos no cristianos y los sabios fueron asesinados.

Otra suposición sobre su total destrucción se refiere al momento en que los conquistadores árabes llegaron a la tierra de los faraones. Quemaron y saquearon la ciudad y la leyenda cuenta que los gobernantes musulmanes ordenador que todos los libros de la Biblioteca de Alejandría se quemasen, ya que sus escritos contradecían la fé islámica.

Quizá todo junto contribuyó a su definitiva pérdida, pero de nuevo, es algo que solo puede suponerse.

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