¿Qué os sugiere la música jazz? ¿Desenfreno? ¿Locura? Desde su nacimiento en las plantaciones sureñas de Estados Unidos a finales del siglo XIX, la música jazz ha sido perseguida por los gobiernos totalitarios y dictatoriales de Europa. En España, con la llegada del franquismo, la evolución de este estilo musical sufrió una parada en seco, sin embargo, fue el nazismo el que oprimió severamente estas interpretaciones musicales a lo largo del Tercer Reich. Hoy os acercamos a la persecución de este estilo musical tan de moda en las primeras décadas del siglo XX.

ENTARTETE MUSIK. MÚSICA DEGENERADA

El jazz zarpa de Estados Unidos como si de un soldado más se tratara. Alistado en las fuerzas del ejército, llegaría a Europa de la mano de los soldados afronorteamericanos que fueron a combatir en las trincheras de la I Guerra Mundial, una larga y dura travesía que terminaría con el asentamiento de varios artistas apasionados del jazz en diversas capitales europeas como París, Berlín o Varsovia. Sería el comienzo de unos “felices años veinte” donde cabarets, clubes y salones de baile disfrutarían de este especial ritmo musical. Su público era la élite intelectual europea, la clase media alta que consideraba al jazz como una expresión artística única y genuina, que ofrecía multitud de nuevas posibilidades en cuanto a música y a baile se refiere. Cantantes solistas como Benny Goodman, o las conocidas como Big Bands y su swing más comercial y pegadizo, conquistaban el corazón de los alemanes de la República de Weimar. Sin embargo, pronto empezarían a surgir las primeras voces discordantes. Esta alegría y “desenfreno” eran unos elementos que los más conservadores nacionalistas no estarían dispuestos a permitir.

La entrada en escena de Hitler y del nacionalsocialismo supuso una acentuación del problema. Todo lo que tuviese raíces extranjeras tenía que ser erradicado. Y la música no iba a ser menos. Dentro de la Cámara de Cultura, Reichskulturkammer, se creó un Consejo de Música del Reich, el Reichsmusikkammer, que como si de una investigación racial se tratara, velaría por la actividad artística alemana, fortaleciéndola y sobretodo purificándola de todo aquello que no perteneciera a la comunidad nacional. Además con la ayuda del Ministerio de Propaganda de Goebbels y el monopolio total de los medios de comunicación, especialmente con el control de la radio, se haría boicot a los productos culturales provenientes de las naciones enemigas y también al baile, pues constituía un peligroso y vergonzoso medio para la depravación sexual. Así se estableció una lista de obras judías y extranjeras que no se podrían representar ni tocar públicamente. Los músicos estaban totalmente limitados en sus repertorios; la música de judíos, extranjeros y el jazz quedaban prohibidos oficialmente. ¿La razón? Ser una música indeseable. De la misma manera los cantantes y músicos de origen judío fueron perseguidos y obligados a cancelar sus actuaciones. Algunos de ellos, movidos por el miedo y la desesperación económica consiguieron emigrar a otras ciudades europeas.

Música degenerada
Música degenerada. Folleto de Hans Severus Ziegler, 1939.

EL JAZZ TAMBIÉN FUE UN SUPERVIVIENTE

A pesar de todas las campañas de difamación dirigidas a menospreciar la música jazz, la encarcelación y el castigo a músicos “desobedientes”, no se puede decir que el Reich de Hitler consiguiera, o quisiera, erradicar el estilo musical. De hecho sería inapropiado. Lo más adecuado sería decir que la música jazz sufrió un severo corte en su evolución por las condiciones políticas, pero que consiguió sobrevivir gracias a pequeños resquicios de la política nazi. Todo dependía de la dinámica interna de la ideología y del desarrollo de la política exterior. Así, se llegaban a decretar medidas ambivalentes que oscilaban entre la exclusión y la prohibición por razones ideológicas y racistas, y la tolerancia y la adjudicación por cuestiones meramente económicas y de mercado. Unas medidas nada unificadas que permitieron la pervivencia del estilo durante los duros años de la represión nazi.

Muchos testimonios señalan que en los campos de concentración se podía disfrutar de melodías de jazz o con arreglos de swing. De hecho en algunos como en el de Buchenwald se formó una banda denominada “Ritmo” que llegó a tener personal amateur y profesional proveniente de diferentes puntos de la geografía europea. Al no ser considerados sujetos muy peligrosos, conseguían ensayar secretamente en horas destinadas al trabajo oficial, y sus actuaciones conseguían de alguna manera levantar el ánimo de los prisioneros. A veces, entre el público se encontraban incluso miembros de las temidas SS. Es el caso del llamado Dr. Jazz, Dietrich Schulz-Köhn, descendiente de familia favorable al nazismo y alistado en el NSDAP desde 1938. Su ideología no le interfirió en su amor por el jazz y asumió muchos riesgos por mantener viva la llama del swing. Colaboró escribiendo boletines clandestinos y manteniendo contactos que entonces no eran más que considerados como indeseables. Viajó constantemente por Francia, Bélgica y Holanda con una parte de su colección de discos. Los mostraba e intercambiaba impresiones con aficionados y entendidos. Tras la guerra se dedicaría por completo al jazz, convirtiéndose en uno de los locutores de radio más afamados de la época.

El caso del campo del Theresienstadt, en la antigua Checoslovaquia, es especial. Era un campo de espectáculos que tenía a su disposición total libertad cultural, con una prominente vida musical. Actuaciones de música clásica, de jazz y cabarets formaban parte del día a día del campo de concentración. Allí surgió la conocida como los Guetto Swingers, cuyas actuaciones eran aclamadas por la mayoría de los allí confinados. La música ofrecida por estas bandas era rechazada por los prisioneros de más edad en el campo, pero los jóvenes asistían a sus actuaciones con increíble emoción. Así lo reafirman sus testimonios:

Se presentaba extraordinario jazz negro […] sin la objeción de las SS. Para nosotros, gente joven, la música del Café Vienés era aburrida pero el nuevo estilo de los Músicos del swing del gueto nos mantenía a flote a través de las actuaciones semanales frente al café.

Klaus Scheurenberg.

Incluso se llegó a rodar una película propagandística que mostraba el bienestar de los judíos bajo la tutela del Tercer Reich. Los Ghetto Swingers aparecen repetidas vecen en ella, pues el equipo de rodaje quedó impresionado con la calidad de la banda. La ilusión y el ansia de libertad cuidadosamente orquestada por los nazis cobró realidad en los músicos, que comenzaron a hacer planes de futuro. Tras el rodaje y tan pronto como se fue el equipo, el 28 de septiembre de 1944, los Ghetto Swingers fueron trasladados a Auschwitz, donde su estrella, Fritz Weiss fue gaseado nada más llegar.

REBELDES

Pero el swing no solo estaba presente en los campos de concentración, sino que como símbolo de rebeldía fue el estandarte de todos aquellos jóvenes que no comulgaban con los ideales de la comunidad nacional. El nacionalsocialismo intentó desde el primer momento mantener bajo control a la juventud, decretando la obligatoriedad de pertenecer a la Hitlerjugend (chicos) o a la Bund Deutscher Mädel (chicas), grupos a los cuales la mayoría de la población joven, ya sea por medio o por convicción, estaba vinculada. No obstante varios movimientos se desmarcaron de las Juventudes Hitlerianas, mostrándose hostiles contra sus actividades, y en definitiva, contra el régimen mismo. Es el caso de los Swingjugend, término despectivo con el que los nazis denominaban a los jóvenes encandilados por la música swing que provenían de familias acomodadas y de clase alta de Hamburgo, pero que prontamente se extendería por ciudades como Leipzig o Frankfurt. Sus gustos musicales, su forma de vestir, de maquillarse o de bailar, también su antimilitarismo y antirracismo, suponía un choque frontal con la moral que el nacionalsocialismo tenía pensado para ellos.

El estallido de la II Guerra Mundial y la detención de más de 500 jóvenes en el festival de Hamburgo de 1940 complicó aún más la vida de esta juventud, que comenzó a reunirse clandestinamente en pequeños grupos para no ser descubiertos. El swing pasó a un segundo plano en la vida oficial de los alemanes, pero en la clandestinidad sobrevivió como un símbolo cultural de la resistencia, sobretodo en algunas zonas de la Francia ocupada.

 


Para saber más:

  • Discos que el sello DECCA publicó como homenaje a todos los amantes del swing perseguidos por el nazismo:
  • Película Swing kids (1993) que narra la situación de la juventud discordante con el régimen y el choque cultural contra el régimen.

BIBLIOGRAFÍA

  • ZWERIN, M., Swing frente al nazi. El jazz como metáfora de la libertad, Es Pop Ediciones, 2016 [1985], Madrid [Londres], 282 págs.
  • http://holocaustmusic.ort.org/es/ [en línea], consultado el 19-02-2017.

 

 

 

Irene Rodríguez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *