Es casi imposible hablar de la India sin hacer referencia a los Mogoles. Gobernaron más de tres siglos, aunque son los seis primeros regentes los que han pasado a la historia, para bien o para mal, cada uno con su nombre propio. Son los llamados Grandes Mogoles, a los que conoceremos en detalle con una serie de artículos.
¿QUIÉNES ERAN LOS MOGOLES?
Originariamente se llamaba así a las tribus nómadas del norte y este de la región de Transoxiana, en el Asia central. La palabra “mogol” en realidad es una versión de las lenguas indoiranias de “mongol”. Esta zona había sido conquistada por las hordas de Gengis Kan y pertenecido a su imperio en los siglos XII y XIII, y era parte limítrofe del imperio de Tamerlán, de raza turca, en el XIV. Para Babur, primero de los llamados Grandes Mogoles, tenía un término peyorativo, ya que estos mogoles eran considerados salvajes y él se veía a sí mismo como turco. Sin embargo, tras su labor y la de sus descendientes —en especial de Akbar—, la palabra “mogol” cambió su significado por otro mucho más honorable: la de la dinastía turco-mongola que llevó a la India a su máximo esplendor.
LOS INICIOS DE BABUR
Nació en Andiján, en el fértil valle de Ferganá, el 16 de febrero de 1483[1]. Su padre, Omar Sheij, era el jeque de Ferganá y descendiente de Tamerlán. Su madre, Qutlugh Nigar Khanum, era hija del Kan de Mogolistán y descendiente directa del propio Gengis Kan. Sin embargo, el linaje de Tamerlán pesaba más en aquella zona aun controlada por los timúridas. Su propia lengua era el turco y tenía más de raza turca que de mongola.
Su padre era descrito como un hombre bajo, fornido y entrado en carnes, que podía recitar tan bien poesía como tumbar a un hombre de un puñetazo. Afable y de buen temperamento, pese a su abuso de la bebida, y del que destacaba sobre todo su afición a las palomas. Precisamente fue un accidente mientras las cuidaba lo que propició su muerte. Poseía un palomar en la muralla exterior de su fortaleza, y en él se encontraba cuando se derrumbó el precipicio sobre el que estaba construido. En ese momento, Babur tenía 11 años.
La situación política en la región era muy inestable en el momento en que Babur ascendió al trono de Ferganá. Su regalo de bienvenida fue un triple ataque por el norte, este y sur, de los que salió airoso más por la mala suerte de sus oponentes que por sus propios méritos.
LA LUCHA POR SAMARCANDA: PRIMERA CONQUISTA
Toda el área de Samarcanda estaba gobernada por descendientes de Tamerlán, por lo que Babur estaba emparentado con los demás jefes locales. Pero el premio gordo era la propia ciudad, la capital del antiguo imperio. Al poco de llegar Babur al poder, con unos 14 o 15 años, se produjo un vacío legal en Samarcanda que no quiso pasar por alto. Se dirigió allí, donde se encontró ya con otros dos primos luchando. Al parecer, uno de ellos solo quería sacar de la ciudad a una chica de la que estaba enamorado. Pero llegó el invierno y no consiguieron tomarla —aunque el otro primo sí logró sacar a su enamorada—, por lo que se vieron obligados a retirarse. Al año siguiente volvió y esta vez consiguió conquistarla.
Todos los conquistadores, o al menos los buenos, saben que lo más difícil no es crear un imperio, sino mantenerlo. El joven Babur se topó con este problema cuando se encontró una Samarcanda empobrecida. Sus partidarios, aquellos que le habían ayudado a tomarla, no recibieron la recompensa que esperaban y lo abandonaron. Mientras tanto, en sus posesiones del valle de Ferganá, los nobles locales colocaron en el poder a uno de sus hermanastros. De esta forma, Babur perdió todo.
En sus memorias, él se refiere a esa etapa como “aquellos tiempos sin trono”. Se instaló con unos pocos seguidores en Khujand y desde allí inició una lenta recuperación de Ferganá. Por esas fechas, con 16 años, se casó con su primera esposa; un matrimonio concertado por sus padres con una prima a la que no hizo demasiado caso. Sin embargo, en sus memorias reconoce haberse sentido atraído por un muchacho, aunque no llegó a tener relación de ningún tipo con él. Más adelante desaprobó la homosexualidad, pero en su diario no tuvo reparos en escribir sobre sus sentimientos y dudas porque quería que lo que quedara registrado fuera “la verdad”.
SEGUNDA CONQUISTA DE SAMARCANDA: BABUR CONTRA SHAIBANI KAN
Volviendo a los asuntos políticos, en febrero del año 1500 llegó a un acuerdo con su hermanastro Jahangir: unir fuerzas para tomar Samarcanda y repartirse Ferganá a medias. El momento era ideal, ya que la capital estaba ocupada por un intruso que no pertenecía a la dinastía timúrida: el uzbeko Shaibani Kan.
La incursión en la ciudad se produjo una noche de otoño de ese mismo año. Un grupo de hombres de Babur consiguió colocar escaleras en la muralla y trepar sin ser vistos. Una vez dentro, mataron a los guardas de la Puerta Turquesa y dejaron pasar a Babur y al resto de sus soldados. En total, alrededor de unos doscientos hombres tomaron la ciudad y tuvieron de inmediato el apoyo de sus habitantes, puesto que era un auténtico príncipe timúrida. Shaibani no estaba en Samarcanda en ese momento, sino acampado en un jardín fuera de las murallas. Para cuando se enteró del ataque, la ciudad ya estaba tomada y no pudo entrar. Lo que hizo fue esperar a la primavera y asediarla. Y la estrategia surtió efecto, puesto que el hambre llevó a los hombres de Babur a abandonarlo —incluso a los más próximos y en quienes más confiaba—. Finalmente no le quedó otro remedio que negociar. Entre lo acordado estaba la entrega de su hermana, Khanzada, como esposa para Shaibani. Babur, su madre y los pocos seguidores que le quedaban tuvieron que huir. En esas fechas rondaba los 18 años y ya había conquistado y perdido dos veces Samarcanda.
NUEVO OBJETIVO: KABUL
Babur fue en busca de sus tíos maternos, los mogoles, que le ofrecieron apoyo para intentar recuperar otra vez Ferganá. Sin embargo, esta vez no pudo contra el poder de Shaibani, que para 1504 ya dominaba completamente el valle. Cada vez estaba más acorralado, con menos seguidores y sin caballos, armaduras ni armas. Pero no dejaba de ser un carismático príncipe timúrida y fue recuperando apoyos poco a poco, en parte gracias a su reputación de hombre justo. Aun así, sabía que no podía vencer a Shaibani en esas condiciones y fijó su objetivo en Kabul. Era una tierra que también había formado parte del imperio de Tamerlán y la habían gobernado parientes de Babur hasta unos años atrás, en los que el trono había recaído en un niño pequeño y un gobernador procedente de Kandahar —no timúrida— había aprovechado para hacerse con el poder. Era la ocasión perfecta para reclamar el territorio, que además de la excusa de la legitimidad, también se encontraba a 500 kilómetros de Shaibani a través de difíciles pasos montañosos. Reunió tropas de camino y reclamó con tal vehemencia que el dirigente forastero volvió a Kandahar sin casi oponer resistencia.
Kabul se convirtió desde ese momento en su hogar y base de operaciones. Era un enclave comercial de importancia en la ruta de caravanas; en ella se hablaban al menos doce idiomas. Gozaba de buen clima y una agricultura próspera, pero aun así no era suficiente para abastecer a la gente de Babur. La ciudad se convirtió en refugio para todos aquellos parientes hostigados por Shaibani, que en ella pudieron tener paz y desarrollar algo que Babur, y los timúridas en general, consideraban muy importante: una vida cortesana culta. También pudo dedicarse a la jardinería, que sería una afición muy característica suya. Kabul se convirtió en la segunda corte timúrida en importancia, solo por detrás de la de Herat. Pero entonces, Herat cayó.
LA TERCERA CONQUISTA DE SAMARCANDA
Shaibani conquistó Herat en 1507, lo que lo dejaba a él como único gobernante timúrida y, de alguna manera, jefe de dichos clanes. Se otorgó a sí mismo el título de “pachá”. Todo apuntaba a que, tarde o temprano, Shaibani llegaría hasta Kabul, pero antes se granjeó un poderoso enemigo: el Shah Ismail de Persia, fundador de la dinastía safávida. Al parecer, el motivo fue un ofensivo intercambio de regalos. Shaibani le regaló a Ismail un cuenco de mendigo y éste le respondió con una rueca. Como resulta, entraron en guerra. En 1510, Shaibani cayó en una trampa y fue acorralado. Lo desmembraron y enviaron las partes de su cuerpo a distintos rincones del imperio para que fueran exhibidas. El cráneo se lo quedó el Shah para hacerse una copa engarzada en oro que, al parecer, se deleitaba en utilizar.
El Shah Ismail mandó entonces un “regalo” diplomático a Babur; le devolvió a su hermana Khanzada, viuda de Shaibani. Las relaciones continuaron con la tentadora oferta del Shah de ayudarlo a recuperar, una vez más, Samarcanda.
¿Cuál era la trampa? Para empezar, le ayudaría a recuperarla en calidad de vasallo de Persia. Colocar allí a un heredero legítimo que pudiera controlar se lo ponía más fácil al Shah. Pero no solo eso. Ismail era chií e intolerante con los suníes, a los que Babur y los timúridas pertenecían. Tras la toma de Herat había asesinado en masa a los mullahs suníes que se habían negado a leer el servicio de la forma chií. Las condiciones eran que debía acuñar moneda y leer la khutba en nombre del Shah, además de que el propio Babur debía adoptar la vestimenta y costumbres chiíes. Babur, tolerante en materia religiosa, aceptó las condiciones.
Con la ayuda de Persia expulsó a los uzbekos y entró triunfal en Samarcanda en octubre de 1511, aclamado por el pueblo. No pareció importar en ese momento que en dicha entrada fuera vestido de chií. Sin embargo, más adelante sí que pesó ese cambio. A pesar de negarse a perseguir a los suníes, como quería Ismail, la población se le volvió en contra. Pero Babur consideraba que la amenaza uzbeka aún no estaba eliminada y que necesitaba a los persas para defender Samarcanda, por lo que mantuvo el acuerdo con el Shah aun a costa de perder el apoyo civil. Como resulta de esa elección, la ciudad duró ocho meses en sus manos antes de volver a ser tomada por los uzbekos. Babur huyó por tercera y última vez de Samarcanda y volvió a Kabul. No había sitio ya para él en Transoxiana.
LA CONQUISTA DEL INDOSTÁN
Tras renunciar definitivamente a ocupar el trono de Samarcanda, existía otro territorio que había pertenecido a la dinastía timúrida y que Babur se sentía con legitimidad para reclamar: la región del Punjab, en el Indostán. En tiempos de Tamerlán, en Delhi había quedado Khizer Khan como virrey, que fundó la dinastía sayida. Éstos habían gobernado en calidad de vasallos, pero en la época de Babur, al frente del sultanato de Delhi se encontraba Ibrahim, de la dinastía Lodi. Babur relata en sus memorias la petición de esas tierras, curiosa por lo amable y aparentemente ingenua: «Le mandé un azor y le pedí los países que desde antiguo habían dependido del turco»[2].
Pero Babur tampoco tenía prisa. Pasó los siguientes trece años en Kabul, dedicándose a la educación de sus hijos y a acumular poder. En lo referente a esto último, consiguió en algún momento antes de 1519 su primera partida de cañones y un artillero turco, Ustad Alí-quli. En 1514, el Shah Ismail murió precisamente a causa de la artillería turca y Babur decidió importar este armamento. Le fascinaba, y siempre que podía estaba presente en las pruebas y experimentos de Ustad para su mejora. Hay una anécdota referente a los cañones, y es que las tribus del norte de la India no los conocían y en un combate local se burlaron de esa arma que no tenía flechas y se pusieron delante para hacerle gestos obscenos. Suponemos que no saldrían muy bien parados.
Pero, volviendo a Babur, había otra cosa que necesitaba antes de marchar hacia el Indostán, y era proteger Kabul por el oeste. Para eso debía conquistar la fortaleza de Kandahar. Le llevó tres veranos de asedio, pero finalmente lo consiguió en 1522.
En ese tiempo realizó hasta cuatro incursiones preliminares en la India, pero la inestabilidad política en el sultanato de Delhi, en el que varias facciones se habían levantado contra el sultán Ibrahim, propició la ofensiva final.
LA QUINTA INVASIÓN: LA BATALLA DE PANIPAT
Inició su campaña con 120.000 hombres en octubre de 1525. Junto a él marchaba su hijo mayor y futuro sucesor, Humayun, de diecisiete años. La primera escaramuza se produjo en febrero del año siguiente contra una avanzadilla de Ibrahim, ya en el interior del Punjab. En este combate, Babur mandó al ala derecha de su ejército, con Humayun al mando, y el príncipe consiguió una aplastante victoria en la que capturó a unos cien prisioneros y varios elefantes.
A mediados de abril se produjo el choque definitivo entre los dos ejércitos en Panipat, a 80km. de Delhi. Babur disponía de veinticinco mil hombres e Ibrahim de cien mil, además de un millar de elefantes. El timúrida contaba con una buena caballería, la artillería y la lealtad y motivación de su ejército, pero era muy consciente de su inferioridad numérica. Fue el primero en llegar a la llanura y se situó de forma que el pueblo de Panipat le cubría el flanco derecho. Así no solo le servía de barrera, sino que además podía abastecer a sus hombres. Por el flanco izquierdo cavaron trincheras camufladas con ramas y tierra y pusieron obstáculos entre éstas y su ejército, como troncos de árboles. Para la vanguardia consiguió reunir setecientos carros y formó con ellos una barricada, uniéndolos con cuerdas de cuero crudo. Detrás se situaría la artillería; los cañones y mosqueteros de Ustad Alí-quli.
Por la parte de Ibrahim no existía ninguna innovación. Su superioridad se debía en gran medida a mercenarios, y su posición en batalla consistía en un muro frontal de elefantes con armadura, detrás de los cuales iba la vanguardia y el grueso del ejército, con él mismo dirigiendo en la posición central.
Ambos ejércitos se mantuvieron en sus posiciones, a seis kilómetros el uno del otro, durante ocho días antes de que Ibrahim tomara la iniciativa y atacara el 21 de abril de 1526. Para cuando llegaron frente a las líneas de Babur, ya no pudieron dar marcha atrás y cayeron en la trampa. La mosquetería del timúrida acribilló a la caballería de Ibrahim, mientras su propia caballería asaeteaba a las tropas del sultán por los flancos. Gran parte de sus hombres huyeron, y alrededor de quince mil murieron. El propio Ibrahim perdió la vida en esta batalla y Babur ordenó que lo enterraran en el mismo lugar en el que cayó como un gesto de respeto. Pero para celebrar su victoria, como ya hemos destacado acerca de su carácter, en vez de un monumento ordenó construir un jardín.
Babur marchó sobre Delhi, pero antes mandó a Humayun a Agra, que había sido capital de los Lodi —dinastía que terminaba con Ibrahim— a buscar su tesoro. Este es uno de los primeros episodios históricos en los que aparece el famoso diamante Koh-i-noor, que la familia del rajá de Gwalior regaló a Humayun y éste a su padre y, tras muchas idas y venidas, terminó siendo propiedad de la reina Victoria.
Paralelamente, Babur llegó a Delhi y lo celebró bebiendo araq y visitando la ciudad, como solía hacer. El viernes siguiente a su llegada se leyó la khutba en su nombre en la mezquita. Escucharla pacíficamente en nombre de un soberano se consideraba como una aceptación por parte del pueblo. Era el nacimiento del Imperio Mogol.
LA ETAPA EN EL INDOSTÁN
El peligro inmediato no había pasado. Aunque la dinastía Lodi estaba hundida, aún quedaban algunos miembros vengativos. La propia madre de Ibrahim, pese a haber aceptado la pensión que Babur le había ofrecido, más adelante sobornó a un cocinero para que lo envenenara. No tuvo éxito gracias a que Babur vomitó el veneno de inmediato, pero cayó enfermo durante meses a causa de este incidente.
Pero suponía una amenaza mayor la confederación Rajput a la que tuvo que enfrentarse. Aunados bajo el mando de rana Sanga, rajput de Chitor, pretendían enfrentarse a Ibrahim y tomar el control de Delhi, pero Babur se les había adelantado y, por lo tanto, era su nuevo adversario. Esta vez, a la inferioridad numérica se unía el agotamiento y el desgaste que sufrían los hombres de Babur. Pero éste sabía cómo enaltecer a sus tropas. Lo enfocó desde la perspectiva de que era la primera batalla contra infieles, ya que hasta entonces habían luchado entre musulmanes. En un gesto que luego fue imitado por sus sucesores, renunció al vino, vertiendo un cargamento valioso para enfatizarlo, y destrozó sus copas de oro y plata para repartir los pedazos entre los pobres.
La nueva batalla se produjo en Khanua, a 60km. al oeste de Agra, el 16 de marzo de 1527. Fue aún más sangrienta que la de Panipat y los hombres se enfrentaron cuerpo a cuerpo, pero al final venció Babur y se otorgó el título de Ghazni —“guerrero del islam”—. Con esta victoria se aseguró por fin el control del Indostán.
Para ampliar territorio utilizó la táctica de conceder tierras aun no conquistadas a nobles, con lo que les daba una buena motivación para que se entregaran a la tarea de reclamarlas. Babur se estableció en Agra, pero a sus hijos los mandó a las provincias más distantes.
ÚLTIMOS AÑOS Y MUERTE
En sus últimos años conquistó Chanderi y Gwalior. En ésta última quedó impresionado por su arquitectura en piedra labrada, pero escandalizado con las representaciones de ídolos desnudos, a los que destruyó los genitales y el rostro. Además de la expansión política, se dedicó sobretodo a crear jardines, tanto para paliar el calor como para evocar el que consideraba su hogar: Kabul. También trabajó en sus memorias y las terminó en 1530, poco antes de morir.
Desde que llegara a la India, puede que a causa del clima o de la propia edad, la salud de Babur se había resentido mucho y estaba enfermo con frecuencia. En 1529, Humayun utilizó la excusa de la mala salud de su padre para dejar la región que gobernaba, Badakhshan, y viajar a Agra a causa de los rumores que le habían llegado de que algunos consejeros cercanos conspiraban para colocar en el trono a su tío materno. Lo cierto es que el propio tío se quedó sin apoyos por su propia actitud soberbia antes de que se llevara a cabo ningún plan. Pero el caso fue Babur se enfadó mucho con su hijo por haber dejado desprotegida una zona delicada. Lo consideró prácticamente una deserción y lo mandó a otra región: Sambhal. Unos meses más tarde, quien cayó gravemente enfermo fue el propio Humayun. Su padre estaba desesperado con la situación y los sabios le sugirieron que tal vez podría salvar la vida al príncipe si entregaba a cambio su bien más preciado. Estos sabios se referían al famoso diamante que hemos mentado, el Koh-i-noor, pero Babur interpretó que aludían a su propia vida. Dio tres vueltas a la cama de Humayun, pregonando en alto su ofrenda a Dios, y ese mismo día la salud del príncipe mejoró, pero Babur cayó enfermo. La relación entre estos dos hechos proviene del relato de su hija, pero solo creen en ello los más supersticiosos. Los historiadores opinan que las continuas campañas militares, el calor de la India y el remanente del veneno con el que la madre del sultán Ibrahim intentó asesinarlo tiempo atrás terminaron por hacerle sucumbir.
Humayun había vuelto a Sambhal tras su recuperación, pero volvió inmediatamente cuando el estado de su padre se agravó. Fue el único de sus hijos que llegó a tiempo de verlo vivo. Dicen que las últimas palabras que le dirigió a su hijo fueron: «No hagas nada contra tus hermanos, aunque ellos puedan merecerlo».
Precisamente Humayun y los problemas con sus hermanos serán el tema de la siguiente entrega acerca de los Grandes Mogoles. Babur falleció el 26 de diciembre de 1530 y fue enterrado junto al río Yamuna, en Agra, en la orilla opuesta a donde hoy se encuentra el Taj Mahal. Pero él había manifestado en otras ocasiones su deseo de reposar eternamente en Kabul, por lo que sus restos fueron trasladados unos diez años después a su jardín en dicha ciudad, donde aún hoy se puede visitar —si alguien se atreve a pisar Afganistán—.
BABUR EN EL ASPECTO PERSONAL
Hemos podido comprobar a través de su historia que era un hombre carismático, nada vengativo y bien valorado por sus hombres, además de una persona culta, observadora y sensible. En la salud, en cambio, nunca le fue bien. Enfermaba a menudo y entre sus dolencias habituales se encontraban la ciática, los derrames en los oídos o escupir sangre. Además, era un gran bebedor y consumidor de una droga llamada majún. Aunque no renunció nunca a estos malos hábitos, tampoco los llevaba a cabo de forma compulsiva, sino que seguía un orden concreto: bebida los sábados, domingos, martes y miércoles, y droga los lunes, jueves y viernes.
Se dice que tenía un gran sentido del humor, incluso en aspectos delicados. Hay una anécdota durante la conquista del Punjab en la que Daulat Khan, de los Lodi, cambió dos veces de bando. Lo hizo llevar a su presencia con dos espadas colgadas al cuello, una para él y otra para Ibrahim.
Su afición por la naturaleza abarcaba más allá de la jardinería. En sus memorias, además de reflejar sus andanzas, también describió con especial detalle y atención la flora y la fauna de la India. Y no solo eso, sino la historia y geografía del lugar, la gente y sus costumbres y estructura social, el colorido de lo que lo rodeaba, etc. Todo ello muestra su gran sensibilidad.
Las propias memorias ocuparon un lugar de honor en la biblioteca familiar, importantísima para ellos. Los libros ya habían sido importantes para los timúridas, pero Babur y su familia en concreto sintieron un gran amor por la cultura y la palabra escrita y acumularon una gran colección. Llevaban los libros con ellos cuando se trasladaban, y cuando conquistaban alguna ciudad, admiraban la biblioteca de su rival y ampliaban su colección con los ejemplares interesantes. Por estos motivos, Babur fue más recordado por la parte humanista que por la de guerrero y aventurero. Su política y su forma de ser marcaron las líneas generales del gobierno de su familia, que destacó por la tolerancia y conciliación política y religiosa en sus etapas de mayor esplendor.
NOTAS
[1] Aunque la fecha que se suele dar de nacimiento es el 14 de febrero, también aseguran las fuentes que era viernes, por lo que lo más probable es que naciera el 16. Saggar, Balraj: Mongols in India: Babur and Humayun. The first two Mughal Emperors. New Delhi, Aravali Books, 2003.
[2] Gascoine, Bamber: Los Grandes Mogoles. Barcelona, Noguer, 1971, p.31.
BIBLIOGRAFÍA
- Gascoine, Bamber: Los Grandes Mogoles. Barcelona, Noguer, 1971.
- Spear, Percival: Historia de la India II. México, D. F., Fondo de Cultura Económica, 1969.
- Saggar, Balraj: Mongols in India: Babur and Humayun. The first two Mughal Emperors. New Delhi, Aravali Books, 2003.
Si quieres utilizar este texto perteneciente a La Misma Historia, no olvides citarnos de la siguiente forma:
Elías Viana, Marta: Los Grandes Mogoles I: Babur (29 de septiembre de 2017), en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/grandes-mogoles-babur/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]
- La Guerra Civil Catalana (1462-1472) - 31/01/2021
- Wamba, el rey que no quería serlo - 17/09/2020
- El incendio del Bazar de la Caridad - 04/05/2020
Un pensamiento en “Los Grandes Mogoles I: Babur”