Una vez Rómulo hubo fundado Roma, y con ella las primeras instituciones como el Senado[i], se evidenció un gran problema: la falta de mujeres. Si bien la nueva ciudad había recibido la llegada de pobladores procedentes de las zonas vecinas, estos eran en su mayoría varones… lo que hacía peligrar el futuro de la urbe.

Ante esto, el Senado recomendó enviar peticiones de alianza (sellada con enlaces matrimoniales) a las poblaciones cercanas. Pero ninguna aceptó la oferta. He aquí que al rey Rómulo se le ocurrió una idea. Organizaría unos juegos, los Consualia, en honor a Neptuno Ecuestre. Por supuesto, las poblaciones vecinas estarían invitadas a participar.

La curiosidad por ver de qué trataba este evento y —por supuesto— por ver la nueva ciudad, atrajo la atención de numerosas gentes de los alrededores. Destacó la enorme asistencia de tribus cercanas como los ceninenses, crustuminos y antemnates; pero sin duda la que mayor número de personas movilizó fue la de los sabinos, quienes llegaron a Roma en masa acompañados por sus mujeres e hijos.

Acogidos como huéspedes, los sabinos pudieron disfrutar alegremente del esplendor que Roma había alcanzado en tan poco tiempo, y asombrarse ante todas las nuevas construcciones; pero cuando llegó la hora de comenzar los juegos su asombro tornó en horror. A una señal, los jóvenes romanos tomaron al unísono a las doncellas sabinas y se las llevaron a sus respectivas casas, sin que los padres de las muchachas pudiesen hacer nada por evitarlo.

El rapto de las sabinas (ca. 1630), por Pietro da Cortona.
El rapto de las sabinas (ca. 1630), por Pietro da Cortona. Museos Capitolinos.

Todos los presentes se marcharon indignados y, una vez llegados a sus respectivos territorios, empezaron a organizarse. Mientras los sabinos decidieron congregarse alrededor de su rey Tito Tacio —lo que les llevaría un tiempo— los ceninenses, crustuminos y antemnates optaron por marchar a Roma lo antes posible. Los tres pueblos fueron derrotados fácilmente por los romanos, que conquistaron y se instalaron en sus respectivas capitales, aumentando así el poder de la ciudad de Rómulo.

Tan sólo quedaban por luchar los sabinos, que gracias a no haber atacado con tanta celeridad como sus vecinos pusieron en marcha un ingenioso plan. Mientras en Roma se había encargado la defensa de la ciudad a Espurio Tarpeyo, los sabinos se pusieron en contacto con la hija de éste, una sacerdotisa vestal a la que gracias al oro del rey Tacio pudieron sobornar fácilmente. Cuando la joven traspasó las puertas de la ciudad para salir a buscar agua para una de las ceremonias del templo, fue el momento elegido para permitir la entrada de los hombres armados en la ciudadela. Y he aquí que el primer ejemplo del dicho «Roma no paga traidores» tuvo un origen sabino, pues nada más cruzar las puertas de la ciudad los invasores mataron a la vestal.

Los sabinos, una vez tomada la ciudadela, se atrincheraron a la espera de los soldados romanos, que empezaron a agruparse en el llano. La posición de los sabinos era ahora ventajosa, lo que explica que el primer ataque romano, comandado por Hostio Hostilio, fuese fácilmente rechazado y que incluso el propio Hostilio cayese en el combate.

Fue entonces cuando el mismísimo Rómulo se puso en cabeza de su ejército, y la respuesta de los invasores no tardó en llegar. Metio Curcio encabezó el ataque sabino, decidido a salir de la ciudadela y enfrentarse a los romanos campo a través. Soldados de uno y otro bando empezaron a caer en la batalla, y ésta hubiese continuado hasta que uno de los bandos fuese completamente aniquilado de no ser por la intervención de las muchachas sabinas, que rápidamente se lanzaron al campo de batalla y se interpusieron entre ambos contendientes.

Resulta que durante la corta estancia de las sabinas en casa de los romanos, éstas habían acabado enamorándose de sus captores. Y ahora sufrían viendo como sus padres se enfrentaban a sus nuevos maridos, lo que en cualquier caso les llevaría a lamentar la muerte de un ser querido. Y así[ii] se lo hicieron saber a unos y otros:

«Si estáis pesarosos del parentesco que os une, si lo estáis de estos matrimonios, tornad vuestra ira contra nosotras; nosotras somos la causa de la guerra, de las heridas y muertes de nuestros maridos y nuestros padres; mejor perecer que vivir sin unos u otros de vosotros, viudas o huérfanas.»

 

Tremendamente emocionados, los soldados de ambos bandos detuvieron de inmediato las hostilidades y decidieron sentarse a pactar una alianza. No sólo se contentarían con firmar la paz, sino que desde ese momento romanos y sabinos se unirían formando un solo pueblo.

 

LA VERDAD TRAS EL MITO

Siendo uno de los episodios mitológicos más conocidos, y uno de los que ha dado lugar a más representaciones artísticas, cabe preguntarse: ¿guarda algo de cierto el rapto de las sabinas?

Empecemos por el principio. Los sabinos fueron un pueblo ganadero que habitaba el territorio posteriormente conocido como Sabinia[iii] probablemente desde la prehistoria, aunque junto a la más que factible teoría del origen autóctono[iv] se maneja una posible procedencia griega[v]. En cualquier caso, tendrían relación con los vecinos pueblos itálicos; pues se considera que hablaban el idioma osco, típico de la Italia central.

Los sabinos tenían multitud de pequeños asentamientos, pero también se agrupaban en torno a grandes núcleos como Cures, Eretum o Reate. Además el comercio con la zona del Tíber a través, principalmente, de la Via Salaria dio lugar a asentamientos sabino-romanos como Forum Novum, quizás la mejor prueba de este contacto entre ambas tribus o, quizás, de una posible conquista por parte de Roma.

Recorrido de la Via Salaria (en rojo)

Por supuesto no podemos dar como totalmente cierto (pero tampoco falso) el hecho de que los romanos en algún momento secuestrasen a las mujeres sabinas, aunque teniendo en cuenta que eran poblaciones cercanas y que mantenían contactos comerciales (de hecho Roma y la mayoría de urbes sabinas estaban comunicadas directamente por la Via Salaria) no es ni mucho menos descartable que el mito esconda algo de verdad. Quizás un pacto entre ambas tribus, un intercambio de población o una conquista militar.

En todo caso lo que es seguro es que los romanos concebían esta historia como auténtica, e incluso sus ceremonias matrimoniales estaban basadas en ella. En épocas muy posteriores, aunque hubiese total consenso entre la familia del novio y de la novia, la tradición romana marcaba que el hombre debía ir hasta la casa de la mujer y llevársela “a la fuerza” hasta su nuevo hogar, lo que es evidentemente una reminiscencia del mito[vi]. También se dice que de este momento surgió la tradición de cantar el talasio (similar al himeneo griego) en las bodas, pues —según la leyenda— cuando se produjo el secuestro de las sabinas, una de las muchachas más bellas fue llevaba a casa de Talasio (uno de los romanos más reputados), por lo que sus secuestradores, para abrir el paso, gritaban «¡Para Talasio! ¡Para Talasio!» y así nadie osó arrebatársela. Sin embargo, quizás el mito más sugerente sea aquel que dice que el nombre de cada una de las 30 curias —lo que sería el germen de las diversas tribus y familias de Roma—  haría referencia a una de las sabinas raptadas en aquella época[vii]. De una u otra manera el origen de la Ciudad Eterna parece íntimamente ligado a los sabinos; por algo será.

 


NOTAS

[i] Formado en principio por 100 senadores, que recibirían la denominación honorífica de Padres de Roma, y sus descendientes la de patricios.

[ii] Tito Livio I.13.3

[iii] Delimitada por los ríos Nera al norte, Tíber al oeste y Anio al sur, con los Montes Apeninos como frontera oriental.

[iv] Por ejemplo en Catón, Dioniso de Halicarnaso y Varrón.

[v] Plutarco, por ejemplo, considera a los sabinos una colonia lacedemonia.

[vi] También de aquí procede la tradición actual de que la novia no cruce el umbral de la casa (o habitación) a pie, por cierto.

[vii] Plutarco, Rómulo XIV.7


BIBLIOGRAFÍA

FUENTES CLÁSICAS

  • TITO LIVIOAb Urbe condita, I
  • PLUTARCOVidas paralelas. Teseo/Rómulo

ENSAYOS

  • BRAVO, Gonzalo (1994): Historia del Mundo Antiguo. Una introducción crítica. Madrid: Alianza Editorial (2016)
  • BRAVO, Gonzalo (1998): Historia de la Roma antigua. Madrid: Alianza Editorial (1998)

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Cuesta Hernández, Alfonso: El rapto de las sabinas (19 de abril de 2018) en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/el-rapto-de-las-sabinas/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]

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