La guerra de la Independencia española, también conocida como “guerra del Francés”, se inició en 1808 como un levantamiento popular contra la ocupación de las tropas de Napoleón, a las que el primer ministro Manuel Godoy había dejado cruzar el país en dirección a Portugal y que, sin embargo, se habían establecido en distintas ciudades según los planes del Emperador de convertir España en un estado satélite. Se prolongó hasta 1814, cuando, tras repetidas derrotas contra las guerrillas militares y civiles, se retiraron y Fernando VII, retenido en Francia, pudo regresar a España.

Solo el conflicto principal daría para varios artículos, por no mencionar que prácticamente toda ciudad o pueblo tiene su propia batalla en esta guerra o, como mínimo, alguna anécdota que ha perdurado en la memoria colectiva. En este artículo me centro en una de estas historias locales en concreto: la de la ciudad de Vigo —villa, en aquel entonces—. ¿Y por qué Vigo concretamente? Porque fue el primer lugar de España en el que se consiguió expulsar a las tropas francesas.

 

LOS FRANCESES EN GALICIA

Tras el levantamiento del 2 de mayo en Madrid y las abdicaciones de Bayona de Carlos IV y Fernando VII el día 5 del mismo mes en favor de Napoleón, quien encomendó el reino a su hermano José, se extendió el ambiente bélico por todo el país. A finales de mayo, en La Coruña se crea la Junta General del Reino de Galicia, que llama a filas a los hombres de entre 16 y 40 años.

A principios de 1809, Napoleón ordena a uno de sus mariscales, Jean de Dieu Soult, dos misiones: destruir el ejército británico del general John Moore e iniciar la marcha sobre Portugal. La primera de ellas se lleva a cabo el 16 de enero en la batalla de Elviña, en La Coruña. La ciudad fue tomada por los franceses y Moore murió, herido por una bala de cañón. Sin embargo, el grueso de su ejército consiguió embarcar y ponerse a salvo. Tras eso, Soult inició el camino hacia el sur y tomó Vigo, desde donde ordenó también ocupar Tui, Baiona y demás plazas de la zona.

Mapa de la villa amurallada de Vigo

Por aquel entonces, Vigo tenía cerca de 4.000 habitantes, dos castillos, una muralla y seis puertas. Extramuros quedaban los barrios del Berbés, Areal y Falperra. No era el núcleo principal, sino que pertenecía a la provincia de Tui, dentro del arzobispado de Santiago. Los hombres que se habían alistado tras el llamamiento desde La Coruña, en total unos 142 vigueses, fueron destinados a León, por lo que la villa quedó desguarnecida. Por ello, las autoridades convocaron a los vecinos para organizar voluntarios que defendieran la plaza en caso de necesidad. Fueron 300 los que conformaron la llamada Milicia Honrada.

Sin embargo, las autoridades locales fueron acusadas de connivencia con el enemigo y en enero fueron destituidos el brigadier Francisco La Rocque, comandante militar provincial que, para más inri, tenía origen francés, el alcalde José Antonio Alonso Cairo y el regidor Buenaventura Marcó del Pont, además de tres comerciantes. Los vecinos nombraron gobernador militar a un capitán de navío retirado, Juan de Villavicencio. Éste convocó a los principales representantes del clero y los gremios, al comandante de la marina y a trece vecinos honrados para designar la nueva autoridad local, de la que quedó al frente el alcalde Francisco Javier Vázquez Varela, uno de los personajes clave de la historia. El 31 de enero, los franceses llegaron a las afueras y ocuparon el barrio del Arenal. Villavicencio, ante la superioridad numérica del enemigo, decidió rendirse pacíficamente y dejarlos entrar para evitar un derramamiento de sangre inútil. El día 3 de febrero, Tui hizo lo mismo.

 

LA OCUPACIÓN

La rendición de la villa, denominada “Capitulación Honrosa”, se produjo bajo los siguientes términos:

  • Respetar todo lo relacionado con la religión.
  • Mantener los ediles que había elegido el pueblo.
  • Permanencia dentro de las murallas de cincuenta miembros de la Milicia Honrada.

Soult debía continuar hacia Portugal, por lo que dejó un gobierno provisional. Se sucedieron dos gobernadores distintos hasta que el mando recayó al comandante de escuadrón Jacques Antoine Chalot a partir de su llegada a Vigo el 8 de marzo.

Plaza de la Constitución de Vigo, antigua Plaza Pública

Para controlar la plaza, en la villa habían quedado desde mediados de febrero unos 1.000 soldados. En un primer momento, la convivencia fue tensa, pero sin grandes altercados. Entre los locales se mantuvo una red de contactos con las autoridades de fuera para gestar la sublevación. Los personajes principales fueron, por un lado, los políticos locales. La actuación de Vázquez Varela fue sutil y a menudo se ha visto eclipsada por papeles más activos, pero, sin duda, el suyo fue crucial manteniendo a raya a los franceses con diplomacia pero firmeza, organizando la resistencia interna en contacto con la extramuros y racionando la comida de forma que apenas quedaba nada para el enemigo, por lo que las tropas galas se encontraban famélicas y con las fuerzas físicas y la moral minadas para cuando se produjo la revuelta.

Otros protagonistas clave fueron los miembros del clero, principalmente en dos escenarios:
Por un lado, el convento de los franciscanos del Berbés, del que cinco miembros huyeron al ver venir a los soldados y se dedicaron a organizar las guerrillas. Entre ellos destacan el Padre Giráldez, enardeciendo a los vecinos de la provincia, y fray Andrés Villageliú, que se disfrazaba de campesino con un burro y robaba pólvora y fusiles a los franceses. Los frailes que se quedaron actuaron como emisarios entre el interior y los sublevados.

Por otro, en el cercano convento de Santa Marta se instaló el hospital de los franceses. Sus miembros robaban las armas y munición de los enfermos y fabricaban cartuchos y balas. En este contexto aparece también uno de los pocos nombres femeninos de los que se tiene constancia: el de María de la Aurora, enfermera que actuó como correo entre la guerrilla y la resistencia dentro de las murallas.

Izquierda: Francisco Javier Vázquez Varela. Derecha: Bernardo González «Cachamuíña»

Por último, Juan Rosendo Arias Enríquez, el abad de Valladares, utilizó sus sermones para animar al campesinado a unirse a la revuelta. Junto a Cayetano Parada de Limia, el alcalde de Fragoso —que estaba harto de negociar con el enemigo—, organizaron un cerco a la villa que se inició el 17 de marzo.

A este cerco se unieron militares profesionales, tanto españoles como portugueses. Entre los primeros, el Marqués de la Romana envió a los capitanes Bernardo González “Cachamuíña” y a Francisco Colombo, y la Junta Central mandó a Pablo Morillo. Los refuerzos lusos llegaron al mando del teniente Juan Bautista Almeida de Sousa y Saa. En total habían conseguido reunir alrededor de 6.000 voluntarios para luchar.

También las fragatas inglesas Lively y Venus, que patrullaban la costa, fueron enviadas a colaborar con los vigueses atacando desde el mar los castillos del Castro y San Sebastián.

Vázquez Varela y Almeida en la representación que se lleva a cabo cada año en Vigo en los escenarios reales

El hambre comenzó a hacer mella entre los franceses, que intentaban salir al exterior en busca de comida y forraje y se veían bloqueados por el cerco. Llegaron refuerzos desde Santiago, pero eso también implicaba más gente para alimentar. Si bien Chalot intentó siempre tener buen talante con las autoridades locales y que reinara la paz, no pudo controlar a sus hombres y el abuso de los soldados contra los ciudadanos fue en aumento. Se vivieron algunos momentos críticos con el asesinato el 19 de marzo de tres vecinos en una taberna, que los franceses medio enterraron en la playa de A Laxe, y especialmente los días previos al estallido de la revuelta, cuando atacaron el barrio de la Falperra buscando comida por las casas y sacando por la fuerza a sus propietarios, insultándolos y humillándolos.

La situación ya es crítica para los ocupantes y las autoridades “invitan” a Chalot a rendirse. Éste se niega a hacerlo ante nadie que no sea de su mismo rango, por lo que Pablo Morillo es ascendido a coronel para la ocasión.

La capitulación queda pactada para el día 27 de marzo en la plaza pública —actual Plaza de la Constitución— pero, pasado el plazo, los franceses continúan sin rendirse.

 

LA RECONQUISTA DE LA VILLA

Los vigueses sospechan que Chalot está haciendo tiempo a la espera de refuerzos llegados desde Tui, por lo que esa misma noche a las 9 comienza el asalto. En el interior ya había unos trescientos voluntarios organizados por el alcalde Vázquez Varela, mientras que las guerrillas del cerco se coordinaron en un ataque simultáneo sobre los dos castillos y las puertas de la Ribera, los Cerdos y Gamboa.

Es en ésta última donde se produce el hecho más memorable, protagonizado por un personaje del que no se sabe a ciencia cierta su veracidad.

Los franceses en la puerta de Gamboa a punto de ser hostigados por los enfurecidos vigueses. Representación de 2007

Un marinero viejo del Berbés conocido como Carolo intentó derribar la puerta de Gamboa con un hacha, pero murió de un disparo por parte de los franceses. Este hombre bien podría ser un símbolo de la lucha, ya que sus condiciones englobaban a todos los participantes: el hecho de ser marinero alude a la población humilde; el ser viejo, a la implicación de todas las edades, y el hecho de que muriera, el extremo de la opresión sufrida por los ocupantes. En cualquier caso, quien sí terminó el trabajo con el hacha fue el capitán Bernardo González “Cachamuíña”. Recibió tres disparos durante el proceso, y un cuarto al cruzar la puerta. Sin embargo, sobrevivió a la lucha y fue recompensado tras la expulsión de los franceses.

El ataque duró apenas una hora, y a las 10 los ocupantes se rindieron. La capitulación se firmó otra hora después, a las 11, con la promesa de entregar la plaza y los castillos a la mañana siguiente a cambio de que fueran los ingleses quienes se los llevaran prisioneros.

Tumba de Cachamuíña en el cementerio de Pereiró, en Vigo

A las 8 de la mañana del día 28 de marzo de 1809, Chalot y sus tropas salieron por A Laxe y, dejando sus armas en la playa, embarcaron precipitadamente a causa del hostigamiento de la población, que tomó represalias por los abusos sufridos. Paralelamente, una columna de soldados llegaba desde Tui. Los esperados refuerzos de Chalot fueron dispersados. Vigo había sido liberada tras 58 días de asedio y un derramamiento de sangre mínimo, dadas las circunstancias. Pocos días después le siguió Tui, y muchos voluntarios de ambas villas se unieron en la recién creada División del Miño. Los soldados de Soult se replegaron y reunieron con los del mariscal Ney, que se encontraba en la parte oriental de Galicia. Ambos bandos se enfrentaron en la decisiva batalla de Pontesampaio entre el 7 y 8 de junio, en la que los gallegos salen victoriosos.

Seis días después, un velero de nombre “Fernando VII” zarpó desde el puerto de Vigo hacia Sevilla para comunicar la noticia a la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino. El sur se encontraba libre de ocupación, por lo que la prensa de allí se hizo eco con relativa rapidez de los acontecimientos de Galicia. Puede verse la Gaceta del Gobierno aquí.

Escudo de Vigo

Tras la guerra, con el retorno de Fernando VII, los leales fueron recompensados y los acusados de afrancesados fueron castigados. Al alcalde Vázquez Varela parece que se lo acusó en un primero momento de colaboracionismo, pero fue absuelto. Por otra parte, Fernando VII otorgó a la villa la categoría de ciudad y el título honorífico de “fiel, leal y valerosa”, lema que hoy luce en su escudo con un segundo, “siempre benéfica”, ganado por su auxilio a los heridos que volvían de la Guerra de Cuba en 1899.

 

Para haceros una idea más clara de los acontecimientos, nuestra amiga Alexandra Bast ha hecho esta infografía que podéis ver en detalle aquí.

Infografía original de ALEXANDRA BAST en el artículo de su página: https://alexandrabast.wordpress.com/2017/03/31/la-reconquista-de-vigo/

 


BIBLIOGRAFÍA

  • DOMÍNGUEZ CASTRO, Luis: «La guerra de Independencia y la Reconquista de Vigo» en Historia de Vigo. Vigo, Ediciones Nobel para Faro de Vigo, 2007, pp 145-156.
  • CEBRIÁN RAMOS, Beatriz: Vigo, 1809: Reconquista. Material Didáctico. Museo Municipal de Vigo “Quiñones de León” [Web] . Recuperado en: http://www.museodevigo.org/docs/Reconquista.pdf [Consulta: 31/03/2017]
  • LAMAS, Jorge: La Reconquista ya tiene su heroína (03 de junio de 2008). La Voz de Galicia [Diario Digital]. Recuperado en: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/vigo/2008/06/03/reconquista-heroina/0003_6872135.htm [Consulta: 31/03/2017]
  • LAMAS DONO, Jorge: «A reconquista de Vigo na prensa española da súa época», Glaucopis 17, pp. 71-80. Vigo, Boletín Instituto de Estudios Vigueses, 2012.
  • TRONCOSO GARCÍA-CAMBÓN, Ricardo: «El comandante de Escuadrón Jacques Antoine Chalot, comandante militar de Vigo durante su ocupación. Nuevos datos sobre la Reconquista de Vigo», Glaucopis 15, pp. 15-38. Vigo, Boletín Instituto de Estudios Vigueses, 2010.

Si quieres utilizar este texto perteneciente a La Misma Historia, no olvides citarnos de la siguiente forma:

Elías Viana, Marta: La Reconquista de Vigo (1 de abril de 2017), en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/reconquista-vigo/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]

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5 thoughts on “La Reconquista de Vigo”

    1. ¡Hola!
      En el primer libro que menciono en la bibliografía (Historia de Vigo. Vigo, Ediciones Nobel para Faro de Vigo, 2007) tienes datos de los diferentes censos de la ciudad. En el de 1787, Vigo tenía 3.434 habitantes. No alcanzó los 10.000 hasta mediados del siglo XIX.
      Hablamos de la población del Vigo de entonces, que no incluye zonas que hoy forman parte de la ciudad como Bouzas, que lo igualaba en habitantes, o Lavadores y Val do Fragoso, que tenían más del doble.
      Espero haber aclarado este punto 🙂

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