Jodynka

Cuando Alejandro III falleció en noviembre de 1894, el trono ruso pasó inmediatamente a su hijo Nicolás II. Sin embargo, el que a la postre sería el último zar de Rusia, no sería coronado oficialmente como emperador hasta mayo de 1896.

Para la ceremonia (por cierto, una de las primeras grabaciones cinematográficas que se realizaron) se eligió la preciosa Catedral de la Dormición, en Moscú. Si la ceremonia tuvo lugar el 14 de mayo de 1896, un gran banquete le seguiría cuatro días después (el 18 de mayo, 30 de mayo según el calendario gregoriano) en el Campo de Jodynka. Este era un lugar de cierta tradición para los Románov y en concreto para el propio Nicolás, pues tanto su padre (Alejandro III) como su abuelo (Alejandro II) habían sido coronados en Jodynka.

Para la celebración del banquete no se escatimaría en gastos: se erigieron pubs, teatros e incluso se montaron 150 bufetes para distribuir comida entre el pueblo. Ello incluía panecillos brötchen, salchichas, pretzels, galletas de jengibre e incluso una taza de regalo. Todo pensado, en definitiva, para que fuese un día feliz para todo el mundo. O al menos esa era la idea.

En la noche previa al evento, ante las noticias de que el zar iba a entregar comida para celebrar su coronación, la población empezó a agolparse en los alrededores. Se habla de hasta medio millón de personas reunidas en el campo esperando al reparto de comida.

W. Makowsky "Das Volksfest auf dem Chodynka-Feld. Mai 1896" (1897)
W. Makowsky «Das Volksfest auf dem Chodynka-Feld. Mai 1896» (1897)

Los problemas surgieron cuando empezó a correr el rumor de que al haber tantísima gente no habría comida suficiente para todos… y comenzó el caos. La gente empezó a ponerse nerviosa, y los cuerpos policiales (unos 1.800 efectivos) fueron incapaces de controlarlo. Para colmo los empujones empezaron a acercar a la gente a las zanjas existentes en el prado —pues normalmente se usaba como campo de entrenamiento militar— hasta que sucedió lo inevitable; de repente la gente empezó a caer en los agujeros del suelo, unos sobre otros, intentando escapar o pidiendo auxilio. El pánico se adueñó de la situación y terminó por producirse una terrible estampida que acabó con 1.389 muertos y unos 1.300 heridos debido a los golpes, pisotones o simple falta de aire. Una verdadera desgracia.

Quizás lo más curioso es que tal espantosa tragedia no fue suficiente motivo para cancelar las actividades del día. Cuando a las 2 de la tarde el zar y la zarina (que sí estaban enterados de los hechos) hicieron su aparición desde el balcón del Pabellón, los rastros del accidente ya habían sido limpiados. De hecho, mucha gente volvió feliz a casa con su regalo y sin tener ni la más remota idea de lo que había ocurrido realmente horas antes.

Tampoco parecía importar mucho a la pareja real. Por la noche, Nicolás y Alejandra asistieron a un baile en la embajada francesa; aparentemente para no crear un conflicto diplomático con los franceses. Al día siguiente, ya con tranquilidad, irían al hospital a visitar a algunos de los heridos.

Curiosa manera de empezar un reinado… ¡Ah! Fue en este momento, por cierto, cuando el zar se ganó su apodo de «Nicolás el Sanguinario», al que más tarde haría honor durante el Domingo Sangriento de 1905.

 


Si quieres utilizar este texto perteneciente a La Misma Historia, no olvides citarnos de la siguiente forma:

Cuesta Hernández, Alfonso: La Tragedia de Jodynka (7 de noviembre de 2017) en La Misma Historia [Blog]. Recuperado en: https://lamismahistoria.es/tragedia-jodynka/ [Consulta: fecha en que hayas accedido a esta entrada]

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