Frida Kahlo se ha convertido en un icono. Admirada por muchos no solo por su pintura si no por su fuerte personalidad, su vida nos descubre un mundo de sentimientos y un ejemplo de perseverancia. Su obra se ha visto marcada por el amor y por los problemas de salud, dos constantes en su vida. Como ella misma dijo:

«No estoy enferma, estoy rota, pero estoy feliz de estar viva mientras pueda pintar.»

Esa mujer fuerte pero débil, con flores en la cabeza y cejas marcadas, había vivido una existencia intensa, una vida plena que os contamos a continuación:

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nace en Coyoacán, México en 1907. Como hemos dicho su vida estuvo marcada por la enfermedad desde muy temprano. Con 6 años contrae la poliomielitis, teniendo que estar postrada en cama varios meses. Esta enfermedad le deja una secuela: una pierna más delgada que otra lo que confiere una leve cojera, causándole además una limitación para llevar una vida normal en su infancia y acarreándole varias operaciones.

Siempre estuvo muy apoyada por su padre, que la ayudaba y alentaba en todo. Ya adolescente estudió en una prestigiosa escuela de México dónde conoce a varios intelectuales y madura su decisión de dedicarse a la medicina cuando fuese a la universidad. En esa escuela formará parte de un grupo (en su mayoría hombres) con ideas políticas e intelectuales afines y del que saldrán un gran número de escritores y hombres con gran éxito profesional.

El 17 de septiembre de 1925, y con tan solo 18 años, un accidente marcará su vida. Volviendo precisamente de la escuela en autobús (con el que era su novio entonces, Alejandro Gómez Arias) el vehículo es alcanzado por un tranvía, ocasionando un gravísimo accidente.

Se fracturó la columna en tres partes, se rompió varias costillas, el hueso pélvico, la pierna, el pie derecho y otras fracturas, y además una barra le atravesó la cadera izquierda y le salió por la vagina. El panorama era desolador. La medicina de la época la hinchó a operaciones, estiramientos y corsés de yeso que la dejaban casi inmóvil.

Es entonces cuando comienza a interesarse por la pintura. Durante su convalecencia empieza a pintar y parece tener un talento especial. Le colocan un caballete en su cama y un espejo con para hacerse autorretratos, ella misma era su mejor modelo.

Frida, convaleciente pintando en su casa, con el caballete que le realizaron para tal fin.

Su primer autorretrato con traje de terciopelo se lo dedicó a Gómez Arias. Comienza a explorar el mundo de los sentimientos y la profundidad psicológica a través de la pintura, algo que será una constante en su vida. A medida que se iba recuperando se unió a entidades culturales y fue interesándose por la política, sobre todo por el Partido Comunista, con el que mantiene gran contacto.

A través de unos amigos, Frida asistirá a varias reuniones del partido en el que militaba Diego Rivera. Frida ya lo conocía como pintor, pero ahí lo conoció como persona, el amor surgió entre ellos y se casan en 1929.

Frida Kahlo y Diego Rivera

La relación de Frida y Diego era tormentosa. Se amaban y admiraban, pero las infidelidades de ambos y la incapacidad de tener hijos de ella les influyó constantemente. En 1930 Frida pierde el hijo que ambos esperaban a los tres meses de gestación debido a problemas físicos relacionados con el accidente de 1925.

Debido a la fama que Diego estaba adquiriendo en EE.UU. como muralista, la pareja se traslada a ese país, dónde vivirán algunos años a caballo entre Nueva York y Detroit. Frida encuentra inspiración en muchos artistas como por ejemplo Chirico, y además sufre un segundo aborto que dejará plasmado en algunos lienzos.

En 1933, de vuelta a México, la relación de pareja se tambalea. Él le vuelve a ser infiel, pero esta vez con la hermana de Frida, Cristina, lo que supone un duro golpe para la artista. A partir de ahí Frida comienza a tener aventuras extramatrimoniales tanto con hombre como con mujeres. El matrimonio parecía ser una relación abierta, aunque Diego se molestaba continuamente por estas relaciones.

Durante dos años el líder ucraniano León Trostky vivió exiliado con su esposa en casa de los Kahlo-Rivera y Frida tuvo un sonado romance con él. Incluso tiempo después fue acusada de su asesinato.

Por esa época la pintura de Frida comenzó a tener éxito internacional. André Bretón la visita en México y califica su pintura de surrealista. La propia Frida habría dicho que no sabía que su pintura pertenecía a ese género hasta que Bretón fue a verla y se lo dijo.
En 1939 la pareja se divorcia debido a las infidelidades.

Es una época muy depresiva para Frida, lo que dejará una vez más reflejado en su pintura. Ejemplo de ello es la obra Las dos Fridas, que representa a la Frida casada con Diego y a la que era cuando aún no lo conocía. Esos años expone en París y conoce a Picasso.

Frida y Diego deciden volver a casarse, pero excluyendo la vida sexual. Vivirían juntos, pero no revueltos. Frida comenzó a exponer en EE.UU. con gran éxito, sometiéndose paralelamente a operaciones con los mejores expertos del país.

Casa-Museo Frida Kahlo

En 1950 volvió a ser ingresada durante un año debido a su problema de salud. En 1953 se le dedica una retrospectiva en Ciudad De México. Su debilidad hace que los médicos le prohíban asistir a la misma, pero, tozuda como era, llegó en ambulancia y se le instaló una cama en el medio de la sala desde la que habló con los asistentes, bebió y contó chistes. Ese año tuvieron que amputarle una pierna debido a la gangrena. La depresión que sufrió por ello hizo que intentara suicidarse en varias ocasiones debido al dolor físico y psicológico y que escribiera a diario sobre ello.

En 1954 muere. Sin autopsias. Sin preguntas. Con un velatorio multitudinario. Su casa, la Casa Azul, y allí, en el lugar que más amó, reposan sus cenizas.

La obra de Frida Kahlo, como hemos dicho ha ido paralela a su vida, a sus sentimientos, a sus dolencias. Una pintura muy personal que sería difícil de encuadrar en un estilo concreto, si bien podría moverse según varios expertos entre el surrealismo y el realismo con elementos expresionistas. También contaba su pintura con elementos populares del arte mexicano. Su país, el que tanto amaba. Por eso siempre llevaba los trajes típicos de Tehuana y las flores. Desde luego es una pintura colorista y personalísima que no ha dejado a nadie indiferente.

Diego Rivera describió en una carta a un amigo su trabajo así:

«Yo la recomiendo, no como esposo sino, como un entusiasta admirador de su trabajo, ácido y tierno, duro como el hierro y delicado y fino como el ala de una mariposa, adorable como una hermosa sonrisa, profundo y cruel como lo más implacable de la vida.»

Sin embargo, a ella nunca le había gustado ponerse etiquetas. Porque era única. Únicamente Frida.

«En realidad no sé si mis cuadros son surrealistas o no, pero sí sé que representan la expresión más franca de mí misma.»

Su casa, la «Casa Azul» en Coyoacán, dónde Frida nació, pasó la mayor parte de su vida y murió, es desde 1958 un museo que recoge vida, obra e intimidad de la artista.

Marta Sixto
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